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Una introducción a la teoría literaria - Exordio

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norteamericano en una conversación: ―Lo malo de <strong>la</strong> obra de Freud es que no es test-icu<strong>la</strong>r (en el<br />

sentido de poder ser sometida a tests)‖. Por supuesto, todo depende de lo que considere capaz de<br />

ser sometido a un tests, pero parece cierto que Freud a veces invoca un concepto decimonónico de<br />

<strong>la</strong> ciencia que, en realidad ya no puede aceptarse. Aunque procura ser desinteresada y objetiva, su<br />

obra está acribil<strong>la</strong>da por lo que podría denominarse ―contratransferencia‖ en decir, que está<br />

mode<strong>la</strong>da por sus propios deseos inconscientes y a veces deformada por su ideología consciente.<br />

Prueba de ello son los valores sexistas que hemos mencionado. Probablemente <strong>la</strong> actitud de Freud<br />

no era más patriarcal que <strong>la</strong> de <strong>la</strong> mayoría de los vieneses del siglo XIX pero <strong>la</strong>s feministas lo han<br />

criticado a fondo por considerar a <strong>la</strong>s mujeres pasivas, narcisistas, masoquistas, envidiosas de<br />

quienes tienen pene y menos conscientes moralmente que los varones. 1 Basta con comparar el tono<br />

de Freud cuando estudia el caso de una joven (Dora) con el tono de su análisis de un niño (el<br />

pequeño Hans), para notar <strong>la</strong> diferencia de actitud sexual mordaz, sospechosa y a veces<br />

grotescamente desatinada en el caso de Dora, afable, benévo<strong>la</strong> (como <strong>la</strong> de un tío consentidor), no<br />

exenta de admiración en el caso del pequeño Hans, filósofo protofreudiano.<br />

Igualmente seria es <strong>la</strong> queja acerca de que el psicoanálisis como sistema médico es una<br />

forma de control social opresivo, que rotu<strong>la</strong> a los individuos y los obliga a adaptarse a definiciones<br />

arbitrarias de ―normalidad‖. De hecho, esta acusación se dirige con mayor frecuencia a <strong>la</strong> medicina<br />

psiquiátrica considerada en conjunto por lo que hace al punto de vista de Freud sobre <strong>la</strong><br />

―normalidad‖, por lo general <strong>la</strong> acusación en gran parte está mal orientada. La obra de Freud puso<br />

de manifiesto, escandalosamente, hasta que grado <strong>la</strong> libido es en realidad "plástica" y variable en su<br />

elección de objetos, como <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>madas perversiones sexuales forman parte de lo que pasa por casualidad<br />

normal, y como <strong>la</strong> heterosexualidad no es, por ningún concepto un hecho natural o<br />

axiomático. Es verdad que el psicoanálisis freudiano usualmente trabaja con conceptos referentes a<br />

una ―norma‖ sexual, pero ésta en ningún sentido es un don de <strong>la</strong> Naturaleza.<br />

Hay otras críticas bien conocidas contra Freud que no es fácil fundamentar. <strong>Una</strong> es sólo<br />

escepticismo del sentido común: ¿cómo va a ser posible que una niña desee que su padre le dé un<br />

hijo? Sea verdad o no, el ―sentido común‖ no es lo que permitirá decidirlo. Deben recordarse <strong>la</strong>s<br />

rarezas del inconsciente manifestadas en el sueño, <strong>la</strong> distancia que lo separa del mundo nítido del<br />

ego, antes de <strong>la</strong>nzarse a descartar a Freud partiendo de bases intuitivas. Otra crítica muy común es<br />

que Freud ―todo lo reduce al sexo‖ que es, técnicamente, ―pansexualista‖. Esto es ciertamente<br />

insostenible. Freud era un pensador radicalmente dualista -más aun, lo era hasta el exceso-, y<br />

siempre contrapuso a los impulsos sexuales fuerzas tan ajenas a lo sexual como los "ego-instintos"<br />

de <strong>la</strong> propia preservación. El germen de verdad de <strong>la</strong> acusación de pansexualismo es que Freud<br />

consideraba <strong>la</strong> sexualidad como algo tan central en <strong>la</strong> vida humana que constituía un componente de<br />

todas nuestras actividades (lo cual no es reduccionismo sexual).<br />

<strong>Una</strong> crítica dirigida a Freud que a veces se oye en círculos políticos de izquierda es que su<br />

pensamiento es individualista, que sustituye <strong>la</strong>s causas y explicaciones sociales e históricas por<br />

causas psicológicas "privadas". Esta acusación refleja una incomprensión total de <strong>la</strong> teoría<br />

freudiana. Sin duda existe un problema real acerca de <strong>la</strong> forma en que los factores sociales e<br />

históricos se re<strong>la</strong>cionan con el inconsciente, pero una de <strong>la</strong>s características de <strong>la</strong> obra de Freud es<br />

que nos permite analizar el desarrollo del individuo en términos sociales e históricos. Freud<br />

e<strong>la</strong>bora, sin duda, nada menos que una teoría materialista de <strong>la</strong> formación del sujeto humano.<br />

Llegamos a ser lo que somos por una interre<strong>la</strong>ción de cuerpos, por <strong>la</strong>s complejas transacciones que<br />

se verifican durante <strong>la</strong> infancia entre nuestros cuerpos y aquellos que nos rodean. Esto no es<br />

reduccionismo biológico: Freud no cree de ninguna manera que sólo seamos cuerpo ni que <strong>la</strong> mente<br />

sea un mero reflejo del cuerpo. Tampoco presenta un modelo asocial de <strong>la</strong> vida, pues los cuerpos<br />

que nos rodean y nuestras re<strong>la</strong>ciones con ellos son siempre socialmente específicos. Los papeles que<br />

representan los padres, <strong>la</strong>s prácticas encaminadas al cuidado del niño, <strong>la</strong>s imágenes y criterios<br />

asociados con todo esto son cuestiones culturales que pueden variar considerablemente de una<br />

1 Véase, por ejemplo, Kate Millet, Sexual Politics (Londres, 1971); pero consúltese también, acerca de una defensa<br />

feminista de Freud, a Juliet Mitchell, Psychoanalysis and Feminism (Harmondsworth, 1975).<br />

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