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Una introducción a la teoría literaria - Exordio

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posible ausencia sabiendo que su presencia es, en cierta manera, arbitraria y provisional. La partida<br />

de <strong>la</strong> madre constituye <strong>la</strong> preparación de su regreso, pero una vez que regresa no nos es posible<br />

olvidar que puede volver a desaparecer y quizá no regresar. La narrativa clásica de tipo realista es,<br />

en conjunto, una modalidad conservadora que cubre nuestra ansiedad ante <strong>la</strong> ausencia con el signo<br />

conso<strong>la</strong>dor de <strong>la</strong> presencia. Muchos textos modernistas como los de Brecht o los de Beckett, nos<br />

recuerdan que lo que estamos viendo pudo haber sucedido de otra manera o no haber sucedido. Si<br />

para el psicoanálisis <strong>la</strong> castración es el prototipo de toda ausencia —el temor del niño a perder su<br />

órgano sexual, <strong>la</strong> supuesta desilusión de <strong>la</strong> niña por haber ―perdido‖ el suyo— entonces tales<br />

textos, como diría el postestructuralismo, aceptaron <strong>la</strong> realidad de <strong>la</strong> castración, <strong>la</strong> ineluctabilidad<br />

de <strong>la</strong> pérdida, <strong>la</strong> ausencia y <strong>la</strong> diferencia en <strong>la</strong> vida humana. Al leer esos textos se nos enfrenta al<br />

encuentro de dichas realidades, a arrancarnos de lo ―imaginario‖ donde <strong>la</strong> pérdida y <strong>la</strong> diferencia<br />

son impensables, donde parecía que el mundo era para nosotros y viceversa. En lo imaginario no<br />

existe <strong>la</strong> muerte pues el que el mundo continúe existiendo depende de mi vida tanto como mi vida<br />

depende de <strong>la</strong> existencia del mundo. Sólo al entrar al orden simbólico nos enfrentamos al hecho de<br />

que podemos morir ya que, en realidad, <strong>la</strong> existencia del mundo no depende de nosotros. Mientras<br />

permanezcamos en un mundo imaginario del ser reconoceremos mal nuestra propia identidad (<strong>la</strong><br />

vemos como fija y redondeada), y reconocemos mal <strong>la</strong> realidad al considerar<strong>la</strong> inmutable. En<br />

pa<strong>la</strong>bras de Althusser permanecemos en poder de <strong>la</strong> ideología, nos ajustamos a <strong>la</strong> realidad social<br />

—realidad natural - en vez de cuestionar críticamente cómo el<strong>la</strong> y nosotros fuimos construidos y<br />

por consiguiente, también podremos ser transformados.<br />

Al discutir <strong>la</strong>s teorías de Ro<strong>la</strong>nd Barthes vimos hasta qué grado <strong>la</strong> literatura conspira en<br />

todas sus formas para impedir que se formulen esas interrogantes críticas. El signo "naturalismo"<br />

equivale al signo "imaginario" de Lacan: en ambos casos un mundo "dado", inevitable, confirma<br />

una identidad personal enajenada. Esto no significa que <strong>la</strong> literatura escrita de esa manera sea<br />

necesariamente conservadora en lo que dice, pero el radicalismo de sus afirmaciones puede verse<br />

minado por <strong>la</strong> forma en que <strong>la</strong>s sostiene. Raymond Williams ha hab<strong>la</strong>do de <strong>la</strong> interesante<br />

contradicción entre el radicalismo social de buena parte del teatro naturalista (por ejemplo, el de<br />

Shaw) y los métodos formales de esas obras dramáticas. El discurso de <strong>la</strong>s obras puede urgir al<br />

cambio, a <strong>la</strong> crítica, a <strong>la</strong> rebeldía, pero <strong>la</strong>s formas dramáticas —inventario de los muebles, afán por<br />

<strong>la</strong> verosimilitud "exacta"- inevitablemente nos imponen un sentido de <strong>la</strong> inalterable solidez de ese<br />

mundo social, de arriba a abajo, incluyendo el color de <strong>la</strong>s medias de <strong>la</strong> sirvienta. 8 Para que el<br />

drama rompa con esas maneras de ver, necesitaría ir más allá del naturalismo y adoptar una<br />

modalidad más experimental (lo cual se observa en <strong>la</strong>s últimas obras de Ibsen y en Strindberg).<br />

Estas formas transfiguradas pueden estremecer al público y sacarlo de <strong>la</strong> tranquilidad del<br />

reconocimiento, de <strong>la</strong> seguridad en uno mismo proveniente de <strong>la</strong> contemp<strong>la</strong>ción de un mundo bien<br />

conocido. A este respecto puede establecerse un contraste entre Shaw y Bertolt Brecht, el cual usa<br />

ciertas técnicas dramáticas (el l<strong>la</strong>mado "efecto enajenante") para convertir en inquietantemente<br />

desconocidos los aspectos menos indiscutibles de <strong>la</strong> realidad social, y hacer que el público tenga de<br />

ellos una nueva conciencia crítica. Lejos de interesarse por reforzar en el público un sentido de<br />

seguridad, Brecht quiere, como él mismo lo dice, "crear contradicciones en el auditorio", perturbar<br />

sus convicciones, desmante<strong>la</strong>r y remode<strong>la</strong>r su identidad "cotidiana" y dejar c<strong>la</strong>ro que <strong>la</strong> unidad de<br />

esta individualidad es una ilusión ideológica.<br />

Podemos encontrar otro punto de reunión de <strong>la</strong>s teorías políticas y psicoanalíticas en <strong>la</strong>s<br />

obras filosóficas de <strong>la</strong> feminista Julia Kristeva, en cuyo pensamiento influyó mucho Lacan. Ahora<br />

bien, para una feminista esa influencia p<strong>la</strong>ntea c<strong>la</strong>ramente un problema. El orden simbólico sobre el<br />

que escribe Lacan es, en realidad, el orden patriarcal sexual y social de <strong>la</strong> moderna sociedad c<strong>la</strong>sista,<br />

estructurada en torno del falo como "significante trascendental", dominado por <strong>la</strong> Ley encarnada en<br />

el padre. No hay manera de que una feminista o profeminista pueda ensalzar indiscriminadamente<br />

el orden simbólico a expensas de lo imaginario: por el contrario, el carácter opresivo de <strong>la</strong>s<br />

auténticas re<strong>la</strong>ciones sociales y sexuales de tal sistema constituye precisamente el b<strong>la</strong>nco de <strong>la</strong><br />

8 CF. Raymond Williams, Drama from Ibsen to Brecht (Londres, 1968). Conclusión.<br />

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