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Una introducción a la teoría literaria - Exordio

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este significado por lo general es obvio, que está inscrito en <strong>la</strong> superficie de los objetos que<br />

encontramos. El mundo es en gran parte tal y como lo percibimos, y nuestra forma de percibirlo es<br />

natural, evidente. Sabemos que el sol gira alrededor de <strong>la</strong> Tierra porque lo estamos viendo. En otras<br />

épocas el sentido común ordenó que se quemara a <strong>la</strong>s brujas, que se colgara a los abigeos y que se<br />

evitara a los judíos por temor a contraer infecciones mortales: dec<strong>la</strong>raciones que no son por sí<br />

mismas de sentido común pues éste se considera a sí mismo como históricamente invariable. Los<br />

pensadores que han sostenido que el significado aparente no es por fuerza el verdadero,<br />

usualmente han sido vistos con desprecio: después de Copérnico vino Marx, el cual sostenía que <strong>la</strong><br />

verdadera significación de los procesos sociales seguía su marcha ―a espaldas‖ de los agentes<br />

individuales; después de Marx, Freud afirmó que los verdaderos significados de nuestras pa<strong>la</strong>bras<br />

y acciones no podían ser percibidos por <strong>la</strong> conciencia. El estructuralismo es un heredero moderno<br />

de <strong>la</strong> creencia en que <strong>la</strong> realidad y nuestra experiencia de el<strong>la</strong> son discontinuas entre sí. Por ello<br />

amenaza <strong>la</strong> seguridad ideológica de quienes desean que el mundo se halle bajo su control, que lleve<br />

a <strong>la</strong> vista su significado singu<strong>la</strong>r y lo ofrezca en el límpido espejo de su lenguaje. Socava el<br />

empirismo de los humanistas literarios <strong>la</strong> creencia en que lo más "real" es aquello que se<br />

experimenta, y que <strong>la</strong> misma literatura es el <strong>la</strong>r de esta experiencia rica, sutil, compleja. Como<br />

Freud, pone de manifiesto una desconcertante verdad: aun nuestra más íntima experiencia es efecto<br />

de una estructura.<br />

Dije que el estructuralismo encerraba <strong>la</strong>s semil<strong>la</strong>s de una teoría del significado -social e<br />

histórica- pero, en términos generales, no pudieron brotar. Si los signo-sistemas que regían <strong>la</strong> vida<br />

de los individuos podían verse como culturalmente variables, no ocurría lo mismo con <strong>la</strong>s leyes de<br />

fondo que regían el funcionamiento de esos sistemas. Para <strong>la</strong>s formas más "rígidas" del<br />

estructuralismo esas leyes eran universales y se hal<strong>la</strong>ban incrustadas en <strong>la</strong> mente colectiva, <strong>la</strong> cual<br />

superaba cualquier cultura particu<strong>la</strong>r y, según presumía Lévi-Strauss, tenía sus raíces en el cerebro<br />

humano. El estructuralismo, en resumen, era espeluznantemente antihistórico. Las leyes de <strong>la</strong><br />

mente que pretendía ais<strong>la</strong>r —paralelismos, oposiciones, inversiones y todo lo demás— se movían<br />

en el nivel de <strong>la</strong>s generalidades, muy alejado de <strong>la</strong>s diferencias concretas de <strong>la</strong> historia humana.<br />

Desde <strong>la</strong> cima de ese Olimpo todas <strong>la</strong>s mentes se veían más o menos iguales. Después de<br />

caracterizar los sistemas normativos subyacentes de un texto literario, no le quedaba al<br />

estructuralismo sino tenderse de espaldas a pensar hacia dónde había de dirigirse. No se trataba de<br />

re<strong>la</strong>cionar <strong>la</strong> obra con <strong>la</strong>s realidades de <strong>la</strong>s cuales se ocupaba, o con <strong>la</strong>s condiciones que <strong>la</strong><br />

producían, o con los lectores que <strong>la</strong> estudiaban, ya que <strong>la</strong> actitud fundadora del estructuralismo<br />

consistió en no hacer caso de tales realidades. A fin de reve<strong>la</strong>r <strong>la</strong> naturaleza del lenguaje, Saussure,<br />

como ya vimos, tuvo ante todo que reprimir u olvidar aquello de que había hab<strong>la</strong>do: el referente u<br />

objeto real denotado por el signo quedó en suspenso para examinar mejor <strong>la</strong> estructura del signo<br />

propiamente dicho. Es notable <strong>la</strong> semejanza entre esta actitud y el que Husserl no haya hecho caso<br />

del objeto real para aprehender más de cerca <strong>la</strong> forma en que <strong>la</strong> mente lo experimenta. El<br />

estructuralismo y <strong>la</strong> fenomenología, aun cuando entre ellos existan diferencias medu<strong>la</strong>res, brotan<br />

del acto irónico que no permite <strong>la</strong> entrada al mundo material a fin de que reciba más luz <strong>la</strong><br />

conciencia que de él tenemos. Para quien crea que <strong>la</strong> conciencia es profundamente práctica,<br />

inseparablemente unida a <strong>la</strong> forma en que obramos en realidad y sobre <strong>la</strong> realidad, esa manera de<br />

actuar equivale a una autoderrota. Equivale a matar a una persona para estudiar con mayor<br />

facilidad <strong>la</strong> circu<strong>la</strong>ción de <strong>la</strong> sangre.<br />

Ahora bien, no se trataba únicamente de dejar fuera algo tan general como "el mundo": <strong>la</strong><br />

cuestión era descubrir un asidero para <strong>la</strong> certeza en un mundo particu<strong>la</strong>r donde <strong>la</strong> certeza parecía<br />

difícil de alcanzar. Las conferencias que constituyen el Curso de lingüística general de Saussure fueron<br />

pronunciadas en el corazón de Europa entre 1907 y 1911 (en vísperas del co<strong>la</strong>pso total que ya no<br />

presenció Saussure). Precisamente en esos años Husserl formuló <strong>la</strong>s tesis fundamentales de <strong>la</strong><br />

fenomenología, en un centro europeo no muy alejado de <strong>la</strong> Ginebra de Saussure. Más o menos por<br />

<strong>la</strong> misma época, o un poco después, <strong>la</strong>s más importantes figuras de <strong>la</strong> literatura inglesa del siglo XX<br />

-Yeats, Eliot, Pound, Lawrence, Joyce- estaban desarrol<strong>la</strong>ndo sus propios sistemas simbólicos<br />

cerrados, en los cuales <strong>la</strong> tradición, <strong>la</strong> teosofía, los principios masculinos y los femeninos, el<br />

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