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Una introducción a la teoría literaria - Exordio

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cierta época pensó, con reservas, en una especie de comunismo económico. Scrutiny era más que<br />

una revista, era el centro de una cruzada moral y cultural. Sus simpatizadores iban a escue<strong>la</strong>s y<br />

universidades a presentar batal<strong>la</strong>, a fomentar a través del estudio de <strong>la</strong> literatura <strong>la</strong>s respuestas ricas<br />

de contenido, complejas, maduras, discernientes, moralmente serias (términos básicos del<br />

vocabu<strong>la</strong>rio de Scrutiny) que capacitaran a los individuos para sobrevivir en una sociedad<br />

mecanizada donde abundan <strong>la</strong> nove<strong>la</strong> insustancial, el obrero que se ha vuelto hostil, <strong>la</strong> publicidad<br />

ba<strong>la</strong>dí y los medios masivos de vulgarización.<br />

Dije ―sobrevivir‖ porque excepto cierta fugaz comp<strong>la</strong>cencia con ―alguna forma de<br />

comunismo económico‖, Leavis nunca pensó en serio en cambiar realmente esa sociedad. Se trataba<br />

más bien de soportar que de procurar <strong>la</strong> transformación de <strong>la</strong> sociedad mecanizada que dio origen a<br />

una cultura macilenta. En este sentido podría decirse que desde el principio Scrutiny se dio por<br />

vencido (es decir, que ―tiró <strong>la</strong> toal<strong>la</strong>‖). El único cambio que se propuso llevar a cabo se re<strong>la</strong>cionaba<br />

con <strong>la</strong> educación. El personal de Scrutiny y sus simpatizadores esperaban que introduciéndose en<br />

<strong>la</strong>s instituciones docentes podrían hacer brotar, aquí y allá, una sensibilidad fértil y orgánica en<br />

individuos selectos, capaces de transmitir<strong>la</strong> a otros. Por su fe en <strong>la</strong> educación, Leavis fue legítimo<br />

heredero de Matthew Arnold. Ahora bien, como forzosamente escasean los individuos con esas<br />

características, vistos los nefastos efectos de <strong>la</strong> ―civilización de masas‖, <strong>la</strong> única esperanza firme<br />

consistía en que una minoría culta y lista para dar <strong>la</strong> batal<strong>la</strong> pudiera mantener encendida <strong>la</strong><br />

antorcha de <strong>la</strong> cultura en el páramo contemporáneo, y <strong>la</strong> hiciera llegar, a través de sus propios<br />

discípulos, a <strong>la</strong> posteridad.<br />

Hay sólidos argumentos para poner en duda que <strong>la</strong> educación posea el poder transformador<br />

que le atribuían Arnold y Leavis. Después de todo, <strong>la</strong> educación es parte de <strong>la</strong> sociedad, no <strong>la</strong><br />

solución de sus problemas. Podría repetirse <strong>la</strong> pregunta que alguna vez formuló Marx: ¿quién va a<br />

educar a los educadores? Scrutiny abogó por esta "solución" idealista porque estaba muy poco<br />

dispuesto a buscar una solución política. Dedicar <strong>la</strong>s lecciones de letras inglesas a advertir a los<br />

chicos de escue<strong>la</strong> sobre <strong>la</strong>s manipu<strong>la</strong>ciones publicitarias o <strong>la</strong> pobreza del vocabu<strong>la</strong>rio de <strong>la</strong> prensa<br />

popu<strong>la</strong>r representaba una tarea importante, ciertamente más importante que hacerlos aprender de<br />

memoria The Charge of the Light Brigade. Scrutiny realmente puso en marcha en Ing<strong>la</strong>terra estos<br />

"estudios culturales", lo cual representó uno de sus logros más duraderos. También se puede hacer<br />

ver a los alumnos que los anuncios publicitarios y <strong>la</strong> prensa popu<strong>la</strong>r existen en su forma actual<br />

basados en el afán de lucro. La cultura "de <strong>la</strong>s masas" no es un producto inevitable de <strong>la</strong> sociedad<br />

"industrial", sino que es hija de un tipo especial de industrialismo que orienta <strong>la</strong> producción más a<br />

<strong>la</strong>s utilidades que a <strong>la</strong> utilidad, y se interesa más en lo que se vende que en lo que verdaderamente<br />

tiene valor. No hay razón para suponer que no pueda cambiar un orden social así, pero los cambios<br />

indispensables irían mucho más allá de <strong>la</strong> sensibilidad educada para apreciar el Rey Lear. El<br />

proyecto que patrocinaba Scrutiny era a <strong>la</strong> vez espeluznantemente radical y bastante absurdo.<br />

Según el agudo dicho de un comentarista, diríase que para evitar <strong>la</strong> Decadencia de Occidente<br />

bastaba dedicarse a <strong>la</strong>s lecturas senas. 16 ¿Era verdad que con <strong>la</strong> literatura se podía dar marcha atrás a<br />

los menguantes efectos del trabajo en <strong>la</strong>s fábricas y a <strong>la</strong> ramplonería de los medios masivos de<br />

comunicación? Resultaba sin duda conso<strong>la</strong>dor sentir que leyendo a Henry James se incorporaba<br />

uno a <strong>la</strong> vanguardia de <strong>la</strong> civilización. Pero ¿qué decir de todos aquellos que no leían a Henry<br />

James, que jamás habían oído hab<strong>la</strong>r de él y que abandonarían este mundo tranqui<strong>la</strong>mente<br />

ignorantes de quién había sido o dejado de ser ese señor? Personas así constituían -¿cómo dudarlo?-<br />

<strong>la</strong> abrumadora mayoría de <strong>la</strong> sociedad ¿Podría acusárseles de encallecimiento moral, de banalidad<br />

humana o de bancarrota intelectual? Haría falta cierta circunspección en esto, pues quizá nuestros<br />

propios padres y amigos pertenecieron a esa categoría. Muchas de esas personas daban <strong>la</strong><br />

impresión de tener buen sentido moral y suficiente sensibilidad. No daban muestras de tendencias<br />

al asesinato, al saqueo o al pil<strong>la</strong>je, y, aun cuando se observaran en el<strong>la</strong>s tendencias a todo eso, no<br />

parece posible que se debieran a que no habían leído a Henry James. La actitud de Scrutiny era<br />

16 Consúltese Ian Wright, “F. R. Leavis, the Scrutiny Movement and the Crisis”, en Jon C<strong>la</strong>rke et al (comp.), Culture and Crisis in<br />

Britain in the Thirties (Londres, 1979), p. 48.<br />

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