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Una introducción a la teoría literaria - Exordio

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confabu<strong>la</strong>rse con esa división.<br />

En cuanto al estructuralismo, lo más atinado es considerarlo como síntoma de <strong>la</strong> crisis social<br />

y lingüística que acabo de delinear y como reacción contra el<strong>la</strong>. Huye de <strong>la</strong> historia del lenguaje, lo<br />

cual es irónico pues Barthes cree que pocos movimientos podrían tener mayor significado histórico.<br />

Ahora bien, manteniendo a raya, por así decirlo, tanto a <strong>la</strong> historia como al referente, busca también<br />

restablecer un sentido de ―no naturalidad‖ de los signos mediante los cuales vive <strong>la</strong> especie<br />

humana, y abrir así una conciencia muy c<strong>la</strong>ra de su mutabilidad histórica. En esta forma puede<br />

reunirse precisamente con <strong>la</strong> historia que en un principio abandonó. El que lo haga o no depende de<br />

que el referente quede suspendido provisional o definitivamente. Con el advenimiento del<br />

postestructuralismo, lo que pareció reaccionario en el estructuralismo no era este rechazo de <strong>la</strong><br />

historia sino —nada menos— el rechazo del concepto mismo de estructura. Para el Barthes de The<br />

Pleasure of the Text [El p<strong>la</strong>cer del texto] (1973), teorías, ideologías, significados definidos, compromisos<br />

sociales, al parecer se habían convertido en algo intrínsecamente terrorífico, y el escribir era <strong>la</strong><br />

respuesta a todas esas cosas. El escribir o el leer-como-si-se-escribiera, constituye el último terreno<br />

sin colonizar donde el intelectual puede esparcirse, saborear <strong>la</strong> suntuosidad del significante con<br />

seductor desdén por cuanto pueda ocurrir en el Pa<strong>la</strong>cio del Elíseo o en <strong>la</strong> fábrica Renault. Al<br />

escribir, <strong>la</strong> tiranía del significado estructural podría quedar rota y dislocada por el libre juego del<br />

lenguaje, y el sujeto, es decir, el escribir/leer, quedaría libre de <strong>la</strong> camisa de fuerza de una única<br />

identidad para pasar a un yo arrobadoramente amplio. El texto, proc<strong>la</strong>ma Barthes, ―es [...] esa<br />

persona sin inhibiciones que le muestra el trasero al Padre encarnado en <strong>la</strong> Política‖. Así quedamos<br />

a gran distancia de Matthew Arnold.<br />

No es casual esa referencia al Padre encarnado en <strong>la</strong> Política. El p<strong>la</strong>cer del texto se publicó a<br />

los cinco años del estallido social que estremeció hasta los tuétanos en Francia a esos padres. En<br />

1968 el movimiento estudiantil se extendió rápidamente a toda Europa, arremetió contra el<br />

autoritarismo de <strong>la</strong>s instituciones educacionales y, en Francia, amenazó durante un breve <strong>la</strong>pso al<br />

Estado capitalista. Durante momentos de intenso dramatismo el Estado estuvo al borde de <strong>la</strong> ruina:<br />

<strong>la</strong> policía y el ejército pelearon en <strong>la</strong> calle contra los estudiantes que luchaban por solidarizarse con<br />

los obreros. Incapaz de proporcionar una dirección política coherente, embrol<strong>la</strong>do en una refriega<br />

donde participaban el socialismo, el anarquismo y cierto infantilismo, el movimiento estudiantil fue<br />

arrol<strong>la</strong>do y se esfumó. La c<strong>la</strong>se obrera, traicionada por sus letárgicos líderes estalinistas, no pudo<br />

conquistar el poder. Charles de Gaulle abandonó su brevísimo exilio, y el Estado francés reagrupó<br />

sus fuerzas en nombre del patriotismo, de <strong>la</strong> ley y del orden.<br />

El postestructuralismo fue producto de esa mezc<strong>la</strong> de euforia y desilusión, liberación y<br />

disipación, carnaval y catástrofe de 1968. Incapaz para romper <strong>la</strong>s estructuras del poder estatal, el<br />

postestructuralismo vio que sí era posible subvertir <strong>la</strong> estructura del lenguaje (además, no era<br />

probable salir desca<strong>la</strong>brado por intentarlo). El movimiento estudiantil fue barrido de <strong>la</strong>s calles y<br />

obligado a ejercer el activismo subterráneo. Sus enemigos -lo mismo ocurrió más tarde con<br />

Barthes— se convirtieron en sistemas-credo de cualquier tipo, con predominio de todas <strong>la</strong>s formas<br />

de teoría y organización política que buscaran analizar <strong>la</strong>s estructuras de <strong>la</strong> sociedad en general e<br />

influir en el<strong>la</strong>. Precisamente esta política es <strong>la</strong> que parecía haber fracasado: el sistema poseía<br />

demasiado poder, y <strong>la</strong> crítica ―total‖ que ofrecía un marxismo profundamente estalinizado resultó<br />

ser parte del problema y no su solución. Se sospechó que ese pensamiento sistemático y total era<br />

―terrorífico‖, se sintió temor, por considerarlo represivo, ante el significado conceptual, opuesto al<br />

gesto libidinal (es decir, re<strong>la</strong>cionado con <strong>la</strong> libido) y a <strong>la</strong> espontaneidad anarquista, <strong>la</strong> lectura, para<br />

el Barthes de épocas posteriores, no es cognición sino juego erótico. Las únicas formas de acción<br />

política aceptables eran del tipo local, difuso y estratégico <strong>la</strong>bor con los prisioneros y otros grupos<br />

sociales marginados, proyectos particu<strong>la</strong>res en lo re<strong>la</strong>tivo a <strong>la</strong> cultura y <strong>la</strong> educación. El movimiento<br />

feminista, hostil a <strong>la</strong>s formas clásicas de <strong>la</strong>s organizaciones izquierdistas, desarrolló opciones<br />

libertarias, ―descentradas‖, y en algunos sectores rechazó por ―machista‖ <strong>la</strong> teoría sistemática. Para<br />

muchos postestructuralistas, el peor error consistía en creer que esos proyectos locales y esos<br />

compromisos particu<strong>la</strong>res deberían reunirse en el seno de una comprensión total del<br />

funcionamiento del monopolio capitalista, el cual podía ser tan opresivamente total como el<br />

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