Una introducción a la teorÃa literaria - Exordio
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del texto literario, y no tenía nada que ver con un supuesto impulso fantasmal empotrado en <strong>la</strong><br />
cabeza de un escritor muerto hace mucho tiempo, además, es ajeno a los significados particu<strong>la</strong>res<br />
que el lector pueda atribuirle. En el capítulo segundo consideraremos el pro y el contra de este<br />
punto de vista. Mientras tanto debe reconocerse que <strong>la</strong>s actitudes de <strong>la</strong> Nueva Crítica ante esas<br />
cuestiones estaban íntimamente ligadas a su afán por convertir al poema en objeto que se basta a sí<br />
mismo, tan sólido, tan material como una urna o un ícono. El poema se convierte más en figura<br />
espacial que en proceso temporal. Rescatar el texto tanto del poder del autor como del poder del<br />
lector equivalía a liberarlo de todo contexto histórico o social. Por supuesto, era preciso saber lo que<br />
<strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras del poema significaron para sus primeros lectores (pero este tipo de conocimiento<br />
histórico —un tanto técnico— era el único que podía permitirse). La literatura era una solución de<br />
los problemas sociales pero no formaba parte de ellos. El poema debe ser arrancado de los<br />
escombros de <strong>la</strong> historia e izado al espacio sublime.<br />
En realidad <strong>la</strong> Nueva Crítica convirtió al poema en fetiche. Si I. A. Richards hubiera<br />
"desmaterializado" el texto reduciéndolo a ventanal transparente por el que se asoma uno a <strong>la</strong><br />
psique del poeta, <strong>la</strong> Nueva Crítica norteamericana lo habría rematerializado con creces, de manera<br />
que pareciese no tanto un proceso para llegar a un significado como por así decirlo, alguna cosa con<br />
cuatro picos y pavimentada. Esto resulta irónico pues el mismísimo orden social contra el cual<br />
protestaba <strong>la</strong> poesía está repleto de tales "cosificaciones", que transforman en ―cosas‖ a gentes,<br />
procesos e instituciones. El poema de <strong>la</strong> Nueva Crítica, como el símbolo del Romanticismo, estaba<br />
saturado de una autoridad mística absoluta que no toleraba ningún argumento racional. Como <strong>la</strong><br />
mayor parte de <strong>la</strong>s otras teorías que ya examinamos, <strong>la</strong> Nueva Crítica en el fondo era irracionalismo<br />
sin atenuantes, íntimamente re<strong>la</strong>cionado con el dogma religioso (<strong>la</strong> mayoría de sus representantes<br />
eran cristianos) y con el a<strong>la</strong> derecha de <strong>la</strong> política architradicionalista del movimiento agrario. Esto,<br />
empero, no significa que <strong>la</strong> Nueva Crítica haya sido hostil al análisis crítico (como tampoco lo fue<br />
Scrutiny). Mientras que ciertos románticos de <strong>la</strong> primera oleada tendían a inclinarse guardando<br />
referente silencio ante el misterio insondable del texto, <strong>la</strong> Nueva Crítica cultivaba ex profeso <strong>la</strong>s<br />
técnicas más imp<strong>la</strong>cables y obcecadas de <strong>la</strong> disección crítica. El mismo impulso que <strong>la</strong> movió a<br />
insistir en <strong>la</strong> condición "objetiva" de <strong>la</strong> obra <strong>la</strong> llevó a apoyar una manera estrictamente "objetiva" de<br />
analizar<strong>la</strong>. <strong>Una</strong> crónica típica de <strong>la</strong> Nueva Crítica sobre un poema encierra una investigación<br />
rigurosa de sus diversas "tensiones", "paradojas" y "ambivalencias", <strong>la</strong> cual mostraría cómo se<br />
resuelven e integran gracias a <strong>la</strong> solidez de su estructura. Si <strong>la</strong> poesía iba a ser <strong>la</strong> nueva sociedad<br />
orgánica en sí misma, <strong>la</strong> solución final para <strong>la</strong> ciencia, el materialismo y <strong>la</strong> decadencia del ―estético‖<br />
y esc<strong>la</strong>vista Sur, difícilmente se rendiría al impresionismo crítico o al subjetivismo b<strong>la</strong>ndengue.<br />
Más aún, <strong>la</strong> Nueva Crítica se desarrolló durante los años en que <strong>la</strong> crítica <strong>literaria</strong> en<br />
Norteamérica se esforzaba por "profesionalizarse", por ser aceptada como disciplina académica<br />
respetable. Su batería de instrumentos críticos era una forma de competir en su propio terreno con<br />
<strong>la</strong>s ciencias concretas en una sociedad donde éstas constituían el criterio dominante de<br />
conocimiento. El movimiento comenzó a vivir como suplemento humanístico o alternativa de <strong>la</strong><br />
sociedad tecnocrática, pero acabó por reproducir en sus propios métodos esa misma tecnocracia. El<br />
rebelde se fundió con <strong>la</strong> imagen de su amo, y en el transcurso de los años cuarenta y cincuenta fue<br />
asimi<strong>la</strong>do sin dificultad por el establishment académico. A poco andar <strong>la</strong> Nueva Crítica pareció<br />
completamente natural en el mundo de <strong>la</strong> crítica <strong>literaria</strong>, a tal grado que resultaba difícil imaginar<br />
que anteriormente <strong>la</strong>s cosas no hubiesen sido así. Había llegado a su fin <strong>la</strong> <strong>la</strong>rga jornada desde<br />
Nashville, Tennessee, <strong>la</strong> de los Fugitivos, hasta <strong>la</strong>s universidades aristocráticas (ivy league) de <strong>la</strong><br />
costa oriental de los Estados Unidos.<br />
Había por lo menos dos razones de peso para explicar por qué <strong>la</strong> Nueva Crítica fue bien<br />
recibida en el ámbito académico. En primer lugar, suministraba un método pedagógico útil para<br />
enfrentarse a <strong>la</strong> creciente pob<strong>la</strong>ción estudiantil. 27 Distribuir un breve poema para educar <strong>la</strong><br />
perceptibilidad de los estudiantes resultaba menos molesto que impartir un curso sobre <strong>la</strong>s más<br />
Icon (Nueva York, 1958).<br />
27 Cf. Richard Ohmann, English in America (Nueva York, 1976), capítulo 4.<br />
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