25.10.2014 Views

Una introducción a la teoría literaria - Exordio

Una introducción a la teoría literaria - Exordio

Una introducción a la teoría literaria - Exordio

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

social que no podría seguir ade<strong>la</strong>nte sin mí, por mucho que esto parezca verdad cuando analizo <strong>la</strong><br />

situación, sino como alguien con una re<strong>la</strong>ción significativa ante <strong>la</strong> sociedad y ante el mundo en<br />

general, una re<strong>la</strong>ción que me da un sentido de significado y de valor suficiente que me permite<br />

obrar con un fin. Es como si <strong>la</strong> sociedad no fuera para mí so<strong>la</strong>mente una estructura impersonal, sino<br />

un ―sujeto‖ que se ―dirige‖ a mí personalmente, que me reconoce, que me dice que se me aprecia, y<br />

así mediante ese acto de reconocimiento, me convierte en sujeto libre, autónomo. Llego a sentir no<br />

exactamente como si el mundo existiera para mí, y como si yo, en cambio, estuviera<br />

significativamente centrado en él. Para Althusser, <strong>la</strong> ideología consiste en el conjunto de creencias y<br />

prácticas que realiza esta centralización. Se trata de algo mucho más sutil, penetrante e inconsciente<br />

que un conjunto de doctrinas explícitas es, precisamente, el medio en el cual ―vivo‖ o ―desarrollo‖<br />

mi re<strong>la</strong>ción con <strong>la</strong> sociedad, el reino de los signos y de <strong>la</strong>s prácticas sociales que me liga con <strong>la</strong><br />

estructura social y me proporciona un sentido de finalidad coherente y de identidad. En este<br />

sentido <strong>la</strong> ideología puede incluir el hecho de ir a <strong>la</strong> iglesia, de votar en <strong>la</strong>s elecciones, de ceder el<br />

paso a <strong>la</strong>s mujeres al cruzar una puerta, puede abarcar no sólo predilecciones conscientes como mi<br />

profunda adhesión a <strong>la</strong> monarquía, sino también mi forma de vestir, <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se de automóvil que<br />

conduzco, mis imágenes profundamente conscientes de otros y de mí mismo.<br />

Dicho en otra forma, Althusser rep<strong>la</strong>ntea el concepto de ideología en función de lo<br />

―imaginario‖ <strong>la</strong>caniano. En cuanto a <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción de un sujeto individual con <strong>la</strong> sociedad en general,<br />

<strong>la</strong> teoría de Althusser es como <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción de un niño pequeño con <strong>la</strong> imagen-espejo de que hab<strong>la</strong><br />

Lacan. En ambos casos, el sujeto humano cuenta con una imagen satisfactoriamente unificada de su<br />

individualidad al identificarse con un objeto que refleja y retorna esta imagen dentro de un círculo<br />

cerrado, narcisista. También en ambos casos esta imagen es un reconocimiento equivocado porque<br />

idealiza <strong>la</strong> verdadera situación del sujeto. El niño no está realmente integrado como lo sugiere su<br />

imagen en el espejo. En realidad yo no soy el sujeto coherente, autónomo, que se genera a sí mismo,<br />

a quien conozco en <strong>la</strong> esfera ideológica sino <strong>la</strong> función descentralizada de varios determinantes<br />

sociales. Hechizado por <strong>la</strong> imagen que recibo de mí mismo, me someto a el<strong>la</strong>. A través de esta<br />

―sumisión‖ me convierto en sujeto.<br />

La mayor parte de los investigadores estaría ahora de acuerdo en que hay graves fal<strong>la</strong>s en el<br />

sugestivo ensayo de Althusser. Parece dar por sentado, pongamos por caso, que <strong>la</strong> ideología es<br />

poco más que una fuerza opresora que nos ―subyuga‖ sin conceder espacio suficiente para <strong>la</strong>s<br />

realidades de <strong>la</strong> lucha ideológica, además, presenta varias interpretaciones erróneas del<br />

pensamiento de Lacan. Sin embargo, es un <strong>la</strong>udable esfuerzo para mostrar <strong>la</strong> importancia que <strong>la</strong><br />

teoría <strong>la</strong>caniana tiene para cuestiones que van más allá del consultorio, ve atinadamente que el<br />

conjunto de esa obra tiene hondas consecuencias en diversos campos del psicoanálisis. Sin duda, al<br />

reinterpretar <strong>la</strong> teoría freudiana en función del lenguaje, actividad preeminentemente social, Lacan<br />

nos permite explorar <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones existentes entre el inconsciente y <strong>la</strong> sociedad humana. <strong>Una</strong><br />

forma de describir su obra consistiría en decir que nos hace reconocer que el inconsciente no es una<br />

especie de región privada hirviente, tumultuosa, que está ―dentro‖ de nosotros, sino un efecto de<br />

nuestras re<strong>la</strong>ciones con los demás. Podría decirse que el inconsciente está más bien ―fuera‖ que<br />

―dentro‖ de nosotros o que existe ―entre‖ nosotros, como sucede con nuestras re<strong>la</strong>ciones. Es evasivo<br />

no tanto porque esté sepultado dentro de nuestra mente, sino porque constituye una especie de red<br />

amplia e intrincada que nos rodea, que se entreteje con nosotros y que, por consiguiente, nunca se<br />

puede sujetar. El lenguaje es <strong>la</strong> mejor imagen de esta red -que está por una parte encima de nosotros<br />

y, por <strong>la</strong> otra, constituye <strong>la</strong> materia de que estamos hechos—. Para Lacan, sin duda, el inconsciente<br />

es un efecto particu<strong>la</strong>r del lenguaje, un proceso de deseo puesto en movimiento por <strong>la</strong> deferencia.<br />

Cuando entramos en el orden simbólico entramos en el lenguaje propiamente dicho, sin embargo,<br />

para Lacan y para los estructuralistas este lenguaje nunca está sometido enteramente a nuestro<br />

control. Por el contrario, como ya vimos, el lenguaje es más lo que nos divide internamente que un<br />

instrumento que podamos manejar con confianza. El lenguaje siempre ―nos preexiste‖, siempre está<br />

ya ―en su lugar‖, esperando para seña<strong>la</strong>rnos nuestros lugares dentro de él. Está listo y<br />

esperándonos, como pudieran hacerlo nuestros padres, jamás podremos dominarlo o sojuzgarlo<br />

enteramente, como tampoco podremos sacudirnos completamente el papel dominante que<br />

106

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!