Una introducción a la teorÃa literaria - Exordio
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capitalistas en pos de muy pocos territorios ultramarinos, que culminó en 1914 con <strong>la</strong> primera<br />
guerra mundial imperialista, creó <strong>la</strong> urgente necesidad de contar con un sentido de misión y de<br />
identidad nacionales. En los estudios de letras inglesas importaba menos <strong>la</strong> literatura inglesa que <strong>la</strong><br />
literatura inglesa: nuestros grandes ―poetas nacionales‖ Shakespeare y Milton, significado de una<br />
tradición y de una identidad nacionales y "orgánicas" a <strong>la</strong>s que podían incorporarse los nuevos<br />
reclutas mediante el estudio de <strong>la</strong>s letras humanas. En los informes de <strong>la</strong>s entidades educativas y en<br />
<strong>la</strong>s investigaciones oficiales sobre <strong>la</strong> enseñanza de <strong>la</strong>s letras inglesas durante ese período y a principios<br />
de los años veinte, abundan <strong>la</strong>s referencias nostálgicas a <strong>la</strong> comunidad orgánica de <strong>la</strong><br />
Ing<strong>la</strong>terra isabelina en <strong>la</strong> cual <strong>la</strong> nobleza y el público grueso se reunían en el teatro shakespeariano,<br />
y que aún hoy podría reinventarse. No se debió a una casualidad que el autor de uno de los<br />
informes oficiales más influyentes en estas cuestiones, The Teaching of English in Eng<strong>la</strong>nd, haya sido,<br />
precisamente, Sir Henry Newbolt, poeta patriotero de segunda categoría, que perpetró <strong>la</strong> frase de<br />
inmortal memoria "P<strong>la</strong>y up! p<strong>la</strong>y up! and p<strong>la</strong>y the game!". Chris Baldwick hizo ver <strong>la</strong> importancia<br />
que tuvo el que en <strong>la</strong> época victoriana <strong>la</strong>s letras inglesas se añadieran a <strong>la</strong>s asignaturas de <strong>la</strong>s cuales<br />
se examinaban quienes deseaban prestar sus servicios en el gobierno (el civil service). Armados con<br />
<strong>la</strong> versión funcionalmente empaquetada de sus propios tesoros culturales, los empleados del<br />
imperialismo británico podían irse a ultramar seguros de su identidad nacional y preparados para<br />
desplegar su superioridad cultural ante <strong>la</strong>s miradas envidiosas de los pueblos coloniales. 13<br />
Pasó bastante tiempo antes de que <strong>la</strong>s letras inglesas —asignatura propia de mujeres, de<br />
trabajadores y de quienes deseaban impresionar a los naturales— penetrara en los bastiones de <strong>la</strong><br />
c<strong>la</strong>se gobernante: Oxford y Cambridge. En el terreno académico no pasaban de <strong>la</strong> categoría de los<br />
advenedizos, de los aficionados incapaces de competir de igual a igual con <strong>la</strong> augusta severidad de<br />
los clásicos o de <strong>la</strong> filología. Visto que cualquier caballero inglés leía obras de <strong>la</strong> literatura nacional<br />
en sus tiempos libres, ¿qué objeto tenía estudiar<strong>la</strong>s sistemáticamente? En <strong>la</strong>s dos venerables<br />
universidades se llevaron a cabo feroces maniobras de retaguardia en contra de <strong>la</strong> deso<strong>la</strong>dora<br />
asignatura propia de diletantes. Por definición una asignatura académica es algo que puede<br />
someterse a examen, y como <strong>la</strong>s letras inglesas no pasaban de chismes ociosos acerca del gusto<br />
literario, resultaba difícil dar con el modo de hacer<strong>la</strong>s tan desagradables que alcanzaran el rango de<br />
legítima disciplina universitaria. (Podría comentarse que éste es uno de los pocos problemas<br />
re<strong>la</strong>cionados con <strong>la</strong>s letras inglesas que sí han sido resueltos.) Se antoja increíble el desprecio frívolo<br />
por <strong>la</strong> materia que enseñaba del cual dio muestras Sir Walter Raleigh, el primer "catedrático de<br />
letras" oxfordiano verdaderamente grande. 14 Raleigh fue titu<strong>la</strong>r de esta cátedra en los años<br />
anteriores a <strong>la</strong> primera Guerra Mundial. Al estal<strong>la</strong>r <strong>la</strong> contienda pudo abandonar <strong>la</strong>s extravagancias<br />
femíneas de <strong>la</strong> literatura y dedicar su pluma -con palpable alivio personal- a una <strong>la</strong>bor varonil: <strong>la</strong><br />
propaganda bélica. Al parecer, <strong>la</strong> única forma en que <strong>la</strong>s letras inglesas tenían probabilidades de<br />
justificar su existencia en ese par de antiquísimas universidades era disfrazarse sistemáticamente de<br />
letras clásicas. Por supuesto, los humanistas distaron mucho de ver con buenos ojos esta <strong>la</strong>mentable<br />
parodia.<br />
La primera guerra imperialista a nivel mundial encerró algunas ventajas para Sir Walter<br />
Raleigh pues le proporcionó una identidad heroica más satisfactoriamente conforme con <strong>la</strong> de su<br />
tocayo isabelino, pero también marcó <strong>la</strong> victoria definitiva del estudio de <strong>la</strong>s letras inglesas en<br />
Oxford y Cambridge. Uno de sus más acérrimos antagonistas -<strong>la</strong> filología- vivía muy unida a <strong>la</strong><br />
influencia germánica, y como Ing<strong>la</strong>terra y Alemania estaban empeñadas en una guerra a muerte, se<br />
facilitaba tachar <strong>la</strong> filología clásica de enfadosa necesidad germánica con <strong>la</strong> cual no podía asociarse<br />
ningún caballero británico que se respetase. 15 Con <strong>la</strong> victoria de Ing<strong>la</strong>terra se renovó el orgullo<br />
nacional y resurgió un patriotismo evidentemente favorable a <strong>la</strong> causa inglesa. Simultáneamente,<br />
empero, el profundo trauma de <strong>la</strong> guerra, el cuestionamiento casi intolerable de todo lo que<br />
anteriormente se aceptaba en el terreno cultural, dio origen a lo que en aquel<strong>la</strong> época un<br />
comentarista calificó de ―hambre espiritual‖ que parecía encontrar respuesta en <strong>la</strong> poesía. Da qué<br />
13 Véase Baldick, “The Social Mission of English Studies”, pp. 198-211.<br />
14 Cf. Ibid., pp. 117-123.<br />
15 Véase Francis Mulhern, The Moment of “Scrutiny” (Londres, 1979), pp. 20-22.<br />
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