Una introducción a la teorÃa literaria - Exordio
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enriquecen con <strong>la</strong>s ganancias provenientes de <strong>la</strong> fabricación y comercio de armamentos mientras<br />
que otros se mueren de hambre en <strong>la</strong> calle. No creo que a muchos teóricos y críticos literarios<br />
—quizá <strong>la</strong> mayoría— no les preocupe un mundo donde algunas economías se hal<strong>la</strong>n estancadas o<br />
desequilibradas al cabo de años y años de explotación colonial, dominadas por el pago de deudas<br />
paralizantes contraídas con el capitalismo occidental, ni que todos los teóricos literarios apoyen<br />
despreocupadamente una sociedad como <strong>la</strong> nuestra donde buena parte de <strong>la</strong> riqueza de los<br />
particu<strong>la</strong>res está en manos de una minúscu<strong>la</strong> minoría mientras yacen arruinados servicios<br />
humanos referentes a educación, cultura, esparcimiento, todo ello a expensas de <strong>la</strong>s grandes<br />
mayorías. Lo que sucede es que no consideran que <strong>la</strong> teoría <strong>literaria</strong> tenga nada que ver con esas<br />
cuestiones. Yo opino, como ya comenté, que <strong>la</strong> teoría <strong>literaria</strong> tiene nexos importantes con ese<br />
sistema político pues, a sabiendas o no, ha coadyuvado a sostener y fortalecer sus postu<strong>la</strong>dos.<br />
La literatura, se nos dice, se re<strong>la</strong>ciona directamente con el tipo de vida de hombres y mujeres<br />
es más concreta que abstracta, presenta <strong>la</strong> vida en su variedad polifacética y rechaza <strong>la</strong> estéril<br />
investigación conceptual para sentirse viva y gozar de ello. Paradójicamente, <strong>la</strong> historia de <strong>la</strong> teoría<br />
<strong>literaria</strong> moderna equivale a un re<strong>la</strong>to donde se describe el afán por escapar de <strong>la</strong> realidad para<br />
refugiarse en una serie de opciones al parecer interminable: el poema propiamente dicho, <strong>la</strong><br />
sociedad orgánica, <strong>la</strong>s verdades eternas <strong>la</strong> imaginación, <strong>la</strong> estructura de <strong>la</strong> mente humana, el mito,<br />
el lenguaje, etc. Esta huida de <strong>la</strong> historia real es en parte comprensible como reacción contra <strong>la</strong><br />
crítica de corte antiguo, históricamente reduccionista, que predominó durante el siglo XIX. Por otra<br />
parte, el extremismo de <strong>la</strong> reacción alcanzó proporciones notables. Es precisamente el extremismo de<br />
<strong>la</strong> teoría <strong>literaria</strong>, su rechazo —obstinado, pertinaz, de fecundos recursos— de <strong>la</strong>s realidades<br />
sociales e históricas, lo que más atrae <strong>la</strong> atención de quien estudia sus documentos (aun cuando<br />
―extremismo‖ sea un término que más comúnmente se aplica a quienes l<strong>la</strong>man <strong>la</strong> atención sobre el<br />
papel de <strong>la</strong> literatura en <strong>la</strong> vida real). Sin embargo, incluso cuando huye de <strong>la</strong>s ideologías modernas<br />
<strong>la</strong> teoría <strong>literaria</strong> reve<strong>la</strong> su complicidad —a menudo inconsciente— con el<strong>la</strong>s pone de manifiesto su<br />
elitismo, sexismo o individualismo precisamente en el lenguaje ―estético‖ o ―no político‖ que le<br />
parece natural emplear en el texto literario propiamente dicho. Da ante todo por hecho que en el<br />
centro del mundo se encuentra el yo individual contemp<strong>la</strong>tivo, inclinado sobre un libro, luchando<br />
por entrar en contacto con <strong>la</strong> experiencia, <strong>la</strong> verdad, <strong>la</strong> realidad, <strong>la</strong> historia o <strong>la</strong> tradición. Por<br />
supuesto, otras cosas también tienen importancia —ese individuo sostiene re<strong>la</strong>ciones personales<br />
con otros, y siempre somos mucho más que simples lectores— pero es verdaderamente notable <strong>la</strong><br />
gran frecuencia con que esa conciencia individual, colocada dentro de un pequeño círculo de<br />
re<strong>la</strong>ciones, termina siendo <strong>la</strong> piedra de toque de todo lo demás. Mientras más nos alejamos de <strong>la</strong><br />
rica interioridad de <strong>la</strong> vida personal —en esto <strong>la</strong> literatura ofrece el más acabado ejemplo- más<br />
aumenta lo monótono, lo mecánico y lo impersonal de nuestra existencia. En <strong>la</strong> esfera <strong>literaria</strong> este<br />
punto de vista equivale a lo que en el terreno social se denomina individualismo posesivo, por<br />
mucho que aquel<strong>la</strong> actitud se estremezca a <strong>la</strong> vista de esta otra, refleja los valores de un sistema<br />
político que subordina lo social de <strong>la</strong> vida humana a <strong>la</strong> empresa individual solitaria.<br />
Comencé este libro diciendo que <strong>la</strong> literatura no existe. Entonces ¿cómo es posible que exista<br />
<strong>la</strong> teoría <strong>literaria</strong>? Hay dos formas bien conocidas para que una teoría pueda proporcionarse a sí<br />
misma un objetivo c<strong>la</strong>ro y una identidad. O bien se autodefine en función de sus métodos<br />
particu<strong>la</strong>res de investigación o se autodefine en función del objeto particu<strong>la</strong>r que se investiga.<br />
Cualquier intento para definir <strong>la</strong> teoría <strong>literaria</strong> en función de un método distintivo está condenada<br />
al fracaso. Se supone que <strong>la</strong> teoría <strong>literaria</strong> reflexiona sobre <strong>la</strong> naturaleza de <strong>la</strong> literatura y de <strong>la</strong><br />
crítica <strong>literaria</strong>. Pero piense un momento en cuántos métodos intervienen en <strong>la</strong> crítica <strong>literaria</strong>.<br />
Puede hab<strong>la</strong>rse de que el poeta padeció de asma en <strong>la</strong> infancia, o bien examinar <strong>la</strong>s formas<br />
sintácticas que adopta. Puede uno fijarse en <strong>la</strong> musicalidad con que pronuncia ciertas letras, o<br />
analizar <strong>la</strong> fenomenología de <strong>la</strong> lectura, o re<strong>la</strong>cionar <strong>la</strong> obra <strong>literaria</strong> con el estado en que se<br />
encuentra <strong>la</strong> lucha de c<strong>la</strong>ses o averiguar cuántos ejemp<strong>la</strong>res se vendieron de un libro. Estos métodos<br />
no tienen ninguna significación en común. De hecho tienen más en común con otras ―disciplinas‖<br />
—<strong>la</strong> lingüística, <strong>la</strong> historia, <strong>la</strong> sociología, etc. — Desde el punto de vista de <strong>la</strong> metodología, <strong>la</strong> crítica<br />
<strong>literaria</strong> es un ―no tema‖. Si <strong>la</strong> teoría <strong>literaria</strong> es una especie de ―metacrítica‖, una reflexión crítica<br />
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