Una introducción a la teorÃa literaria - Exordio
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más que una introducción este libro es una nota necrológica, y que hemos terminado por enterrar el<br />
objeto que intentábamos exhumar.<br />
En otras pa<strong>la</strong>bras, mi intención no es oponer <strong>la</strong>s teorías <strong>literaria</strong>s que examiné críticamente a<br />
una teoría <strong>literaria</strong> mía que pretendiera ser más aceptable políticamente. Si algún lector estuvo<br />
esperando ansiosamente una teoría marxista evidentemente no estuvo leyendo con <strong>la</strong> debida<br />
atención. Sin duda existen teorías marxistas y feministas de <strong>la</strong> literatura que, en mi opinión, valen<br />
más que cualquiera de <strong>la</strong>s teorías que discutí en estas páginas (y que el lector puede consultar en <strong>la</strong>s<br />
obras que se citan en <strong>la</strong> bibliografía). Pero no se trata exactamente de esto, sino de ver si es posible<br />
hab<strong>la</strong>r de teoría <strong>literaria</strong> sin perpetuar <strong>la</strong> ilusión de que <strong>la</strong> literatura existe como objeto de<br />
conocimiento distinto y delimitado, o si es preferible sacar <strong>la</strong>s consecuencias prácticas del hecho de<br />
que <strong>la</strong> teoría <strong>literaria</strong> lo mismo puede ocuparse de Bob Dy<strong>la</strong>n que de John Milton. Desde mi punto<br />
de vista resulta más útil considerar <strong>la</strong> literatura como un nombre que <strong>la</strong> gente da de vez en vez y<br />
por diferentes razones a ciertos escritos ubicados dentro del campo de lo que Michel Foucault<br />
denominó ―prácticas discursivas‖. Si algo va a ser objeto de estudio, es mejor que lo sea todo el<br />
campo de <strong>la</strong>s prácticas en vez de únicamente esas que a veces reciben el nombre oscuro de<br />
―literatura‖. Opongo a <strong>la</strong>s teorías expuestas en este libro no una teoría <strong>literaria</strong> sino una c<strong>la</strong>se<br />
diferente de discurso —llámese ―cultura‖, ―prácticas significativas‖ o cualquier otra cosa— que<br />
incluya los objetos (―literatura‖) de que tratan esas otras teorías, pero transformándolos al<br />
colocarlos en un contexto más amplio.<br />
Pero ¿no es esto extender tanto <strong>la</strong>s fronteras de <strong>la</strong> teoría <strong>literaria</strong> que se pierde cualquier tipo<br />
de particu<strong>la</strong>ridad? ¿No encontraría <strong>la</strong> ―teoría del discurso‖ los mismos problemas de metodología y<br />
de objeto de estudio que encontramos en el caso de los estudios literarios? Después de todo, existe<br />
un buen número de discursos y de formas de estudiarlos. Sin embargo, lo específico del tipo de<br />
estudio que tengo en mente sería su interés por los tipos de efectos que producen los discursos y por<br />
<strong>la</strong> forma en que los producen. Leer un texto de zoología para obtener información acerca de <strong>la</strong>s<br />
jirafas es parte del estudio de <strong>la</strong> zoología pero leerlo para ver cómo está estructurado y organizado<br />
su discurso, y examinar qué c<strong>la</strong>se de efectos producen esas formas y recursos en tales o cuales<br />
lectores en particu<strong>la</strong>r y en determinadas situaciones, es un proyecto de naturaleza diferente. De<br />
hecho se trataría probablemente, de <strong>la</strong> forma más antigua de crítica <strong>literaria</strong> en el mundo <strong>la</strong> retórica.<br />
La retórica, que fue <strong>la</strong> forma de análisis crítico heredada de generación en generación desde <strong>la</strong><br />
antigüedad hasta el siglo XVIII, estudió <strong>la</strong> forma en que están construidos los discursos con el fin de<br />
lograr ciertos efectos. No le importaba el que los objetos que estudiaba fueran orales o escritos,<br />
poesía o filosofía, nove<strong>la</strong> o historiografía: su horizonte era nada menos que el campo de <strong>la</strong>s<br />
prácticas discursivas en el conjunto de <strong>la</strong> sociedad, le interesaba especialmente aprehender dichas<br />
prácticas como formas de poder y ejecución. Esto no quiere decir que no hiciera caso del valor o de<br />
<strong>la</strong> verdad de los discursos en cuestión, pues a menudo podría tener importancia decisiva en los<br />
tipos de efecto que producían en lectores y oyentes. En su etapa más importante <strong>la</strong> retórica no era ni<br />
un ―humanismo‖ ocupado más o menos intuitivamente en <strong>la</strong> experiencia de <strong>la</strong> gente en lo re<strong>la</strong>tivo<br />
al lenguaje, ni un ―formalismo‖ simplemente interesado en analizar recursos lingüísticos.<br />
Consideraba esos recursos en función de los resultados concretos —eran medios para exhortar,<br />
persuadir, incitar, etc —, y consideraba <strong>la</strong> respuesta del auditorio al discurso en función de <strong>la</strong>s<br />
estructuras lingüísticas y de <strong>la</strong>s situaciones materiales en que funcionaban. Consideraba el hab<strong>la</strong>r y<br />
el escribir no sólo como objetos textuales que debían contemp<strong>la</strong>rse estéticamente o desconstruirse<br />
interminablemente, sino como formas de actividad inseparables de re<strong>la</strong>ciones sociales más amplias<br />
entre escritores y lectores, oradores y auditorio, y como algo en buena parte ininteligible fuera de<br />
los objetivos y de <strong>la</strong>s condiciones a <strong>la</strong>s que estaban intrínsecamente vincu<strong>la</strong>dos.<br />
Como <strong>la</strong>s mejores posiciones radicales, <strong>la</strong> mía también es absolutamente tradicionalista.<br />
Quiero alejar a <strong>la</strong> crítica <strong>literaria</strong> de ciertos nuevos criterios a <strong>la</strong> moda que <strong>la</strong> sedujeron —<strong>la</strong><br />
―literatura‖ como objeto especialmente privilegiado, lo estético como separable de los<br />
determinantes sociales, etc.- y hacer<strong>la</strong> volver a <strong>la</strong>s antiguas sendas que abandonó. Aun cuando<br />
desde ese punto de vista mi posición es reaccionaria, no he querido decir que debiéramos revivir<br />
toda <strong>la</strong> gama de vetustos términos retóricos y emplearlos como sustitutos del lenguaje crítico<br />
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