Una introducción a la teorÃa literaria - Exordio
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trata de <strong>la</strong> forma en que somos producidos y construidos como sujetos, y el hecho de que se trate de<br />
un mecanismo que en cierto sentido siempre es parcial y defectuoso constituye para nosotros un<br />
problema. Este mecanismo seña<strong>la</strong> <strong>la</strong> transición del principio del p<strong>la</strong>cer al principio de <strong>la</strong> realidad;<br />
desde el seno familiar a <strong>la</strong> sociedad en general, ya que pasamos del incesto a <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones<br />
extrafamiliares, y también de <strong>la</strong> Naturaleza a <strong>la</strong> cultura, ya que podemos considerar en cierta forma<br />
natural: <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción del infante con <strong>la</strong> madre, y al niño o niña postedipal como a alguien que<br />
atraviesa por el proceso que lo llevará a asumir un puesto dentro del orden cultural considerado en<br />
conjunto. (Considerar <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción madre-hijo como ―natural‖ es, en cierto sentido, muy discutible: al<br />
hijo no le interesa en lo más mínimo quien lo mantiene). Más aun, para Freud el complejo de Edipo<br />
es el principio de <strong>la</strong> moralidad de <strong>la</strong> conciencia, de <strong>la</strong> ley y de todas <strong>la</strong>s formas de autoridad social o<br />
religiosa. La prohibición real o imaginaria por parte del padre en lo re<strong>la</strong>tivo al incesto simboliza<br />
todas <strong>la</strong>s autoridades superiores que aparecerán más tarde, y al ―introyectar‖ (apropiarse) esta ley<br />
patriarcal, el niño comienza a formar lo que Freud denomina el ―superego‖, <strong>la</strong> voz interior,<br />
imponente y punitiva.<br />
Al parecer ya todo está listo para reforzar los roles sexuales, posponer <strong>la</strong>s satisfacciones,<br />
aceptar <strong>la</strong> autoridad y asegurar <strong>la</strong> sobrevivencia de <strong>la</strong> familia y <strong>la</strong> sociedad. Pero nos hemos<br />
olvidado del revoltoso e insubordinado inconsciente. El niño ya ha desarrol<strong>la</strong>do un ego o identidad<br />
individual, un lugar propio en <strong>la</strong> red sexual, familiar y social, pero sólo puede hacerlo, por decirlo<br />
así, disgregando sus deseos culpables, reprimiéndolos y encerrándolos en el inconsciente. El sujeto<br />
humano que emerge del proceso edipal es un sujeto dividido, desgarrado precariamente entre lo<br />
consciente y lo inconsciente, pues el inconsciente siempre puede volver a acosarlo. En el lenguaje<br />
ordinario se emplea con frecuencia el término ―subconsciente‖ en vez de ―inconsciente‖, pero así se<br />
subestima <strong>la</strong> absoluta otredad del inconsciente, al que se imagina como un lugar ubicado un poco<br />
abajo de <strong>la</strong> superficie. Se subestima el carácter totalmente extraño del inconsciente, que es a <strong>la</strong> vez<br />
lugar y no-lugar, completamente indiferente ante <strong>la</strong> realidad, que desconoce <strong>la</strong> lógica, <strong>la</strong> negación,<br />
<strong>la</strong> casualidad y <strong>la</strong> contradicción, por estar irrestrictamente entregado al juego de los impulsos del<br />
instinto y a <strong>la</strong> búsqueda del p<strong>la</strong>cer.<br />
Los sueños constituyen el ―camino real‖ que conduce al inconsciente. Los sueños nos<br />
permiten echar un vistazo privilegiado a su funcionamiento. Para Freud los sueños son<br />
esencialmente realizaciones simbólicas de los deseos inconscientes, adoptan un molde simbólico<br />
porque si sus materiales se expresaran directamente podrían ser tan impresionantes y<br />
perturbadores que nos despertarían. Para que podamos gozar de un poco de sueño, el inconsciente<br />
caritativamente oculta, suaviza y deforma sus significados, con lo cual nuestros sueños se<br />
convierten en textos simbólicos que deben ser descifrados. El vigi<strong>la</strong>nte ego sigue trabajando aun<br />
dentro de nuestros sueños, a veces censura una imagen, otras embrol<strong>la</strong> los mensajes. El<br />
inconsciente, con su forma peculiar de actuar, hace todavía más impenetrable <strong>la</strong> oscuridad. Con<br />
indolente economía, condensa y une todo un conjunto de imágenes en una so<strong>la</strong> "dec<strong>la</strong>ración", o<br />
bien "tras<strong>la</strong>da" el significado de un objeto para adjudicarlo a otro en cierta forma asociado con el<br />
primero, de manera que en mi sueño desahogo en un toro <strong>la</strong> animosidad que siento contra alguien<br />
cuyo apellido es Toro. La incesante condenación y tras<strong>la</strong>ción de significados corresponde a lo que<br />
Roman Jakobson identificó como <strong>la</strong>s dos operaciones primarias del lenguaje humano: metáfora<br />
(condensación y unión de significados) y metonimia (tras<strong>la</strong>ción de significados). Esto indujo al<br />
psicoanalista francés Jacques Lacan a comentar que ―el inconsciente está estructurado como el<br />
lenguaje". De esta manera, los textos-sueño son crípticos porque el inconsciente no está muy bien<br />
dotado de técnicas para representar lo que tiene que decir, como en gran parte se reduce a imágenes<br />
visuales, le es preciso convertir mañosamente una significación verbal en una significación visual<br />
puede aprovechar <strong>la</strong> imagen de un embudo para referirse a algún negocio sucio. En todo caso, los<br />
sueños bastan para demostrar que el inconsciente cuenta con el admirable ingenio de un jefe de<br />
cocina mal provisto de víveres que aprovecha los más disímbolos ingredientes para improvisar un<br />
estofado, sustituyendo <strong>la</strong>s especies que no tiene con <strong>la</strong>s que sí tiene, saliendo del paso con lo que<br />
por <strong>la</strong> mañana haya podido conseguir en el mercado. Los sueños son oportunistas y aprovechan <strong>la</strong>s<br />
―sobras del día‖, revuelven sucesos que acaban de ocurrir o sensaciones experimentadas mientras<br />
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