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Una introducción a la teoría literaria - Exordio

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lugar o el medio donde hab<strong>la</strong> <strong>la</strong> verdad del mundo. Ésta es <strong>la</strong> verdad a <strong>la</strong> que el lector de un poema<br />

debe escuchar atentamente. Según Heidegger, <strong>la</strong> interpretación <strong>literaria</strong> no se basa en <strong>la</strong> actividad<br />

humana. No es, ante todo, algo que hacemos sino algo que debemos dejar que suceda. Debemos<br />

abrirnos pasivamente al texto, someternos a su ser (misteriosamente inagotable), permitirnos<br />

interrogarlo. Es decir: nuestra posición ante el arte debe de encerrar algo del servilismo que<br />

Heidegger preconizó en lo re<strong>la</strong>tivo al pueblo alemán y al Führer. Por cuanto podía verse, <strong>la</strong> servil<br />

autoabnegación era <strong>la</strong> única alternativa frente a <strong>la</strong> razón imperiosa de <strong>la</strong> sociedad industrial<br />

burguesa.<br />

Dije que para Heidegger el comprender es radicalmente histórico, pero hace falta matizar<br />

esta afirmación. El título de su obra más importante es El ser y el tiempo, no El ser y <strong>la</strong> historia. Entre<br />

ambos conceptos existe una significativa diferencia. El ―tiempo‖ es, en cierto sentido, un concepto<br />

más abstracto que <strong>la</strong> historia; sugiere el paso de <strong>la</strong>s estaciones, o <strong>la</strong> manera en que yo puedo<br />

experimentar <strong>la</strong> forma de mi vida personal. Es más, lo que acabo de mencionar que <strong>la</strong>s contiendas<br />

entre naciones, <strong>la</strong> alimentación o <strong>la</strong> matanza de pueblos enteros o el ascenso y <strong>la</strong> caída de los<br />

estados. El tiempo sigue siendo para Heidegger esencialmente una categoría metafísica, en una<br />

forma en que <strong>la</strong> historia no lo es para otros pensadores. Es una derivación de lo que realmente<br />

hacemos, que es lo que quiero decir que significa <strong>la</strong> historia. Este tipo de historia concreta<br />

prácticamente no le interesa a Heidegger. Distingue entre Historie, que significa, sin matizar mucho,<br />

―lo que sucede‖, y Geschichte, que significa ―lo que sucede‖ experimentado como auténticamente<br />

significativo. Mi propia historia personal es auténticamente significativa cuando acepto <strong>la</strong><br />

responsabilidad de mi propia existencia, aprehendo mis futuras posibilidades y vivo con conciencia<br />

permanente de <strong>la</strong> muerte que vendrá. Esto puede o no ser cierto, pero no parece tener importancia<br />

inmediata en lo referente a <strong>la</strong> forma en que yo vivo ―históricamente‖, en el sentido de estar ligado a<br />

individuos en particu<strong>la</strong>r, a re<strong>la</strong>ciones sociales reales y a instituciones concretas. Todo esto,<br />

contemp<strong>la</strong>do desde <strong>la</strong> altura olímpica de <strong>la</strong> prosa esotérica y circunspecta de Heidegger, parece en<br />

verdad insignificante. Para Heidegger, <strong>la</strong> ―verdadera‖ historia es <strong>la</strong> historia interna, ―auténtica‖ o<br />

―existencial‖; es un dominio del temor y de <strong>la</strong> nada, una actitud resuelta frente a <strong>la</strong> muerte, un<br />

―agrupamiento‖ de mis capacidades, lo cual, en efecto, suministra un sustituto de <strong>la</strong> historia<br />

tomada en sentidos más comunes y prácticos. Como dijo el crítico húngaro Georg Lukács, <strong>la</strong> famosa<br />

―historicidad‖ de Heidegger en realidad no se distingue de <strong>la</strong> ahistoricidad.<br />

En fin de cuentas, Heidegger no logra derrocar recurriendo a <strong>la</strong> historización, ni <strong>la</strong>s<br />

verdades estáticas y eternas de Husserl ni <strong>la</strong> tradición metafísica occidental. Sólo logra insta<strong>la</strong>r un<br />

tipo diferente de entidad metafísica el Dasein. Su obra representa tanto una huida de <strong>la</strong> historia<br />

como un encuentro con el<strong>la</strong>. Otro tanto puede decirse del fascismo con el cual coqueteó. El<br />

fascismo es un intento desesperado —hasta quemar el último cartucho- por parte del capitalismo<br />

monopolista por abolir contradicciones que han llegado a ser intolerables y, para lograrlo ofrece,<br />

entre otras cosas, una historia que encierra una alternativa, que constituye un re<strong>la</strong>to donde los<br />

principales personajes son <strong>la</strong> limpieza de sangre, el suelo patrio, <strong>la</strong> raza "auténtica", <strong>la</strong> sublimidad<br />

de <strong>la</strong> muerte y de <strong>la</strong> abnegación, el Reich que durará mil años. Con esto no se sugiere que <strong>la</strong> filosofía<br />

de Heidegger, vista en conjunto, no pase de cimiento racional del fascismo; pero sí indica que<br />

proporcionó una solución imaginaria a <strong>la</strong> crisis, que el fascismo ofreció otra y que ambos<br />

compartieron un buen número de características.<br />

Heidegger describe su empresa filosófica como una "hermenéutica del ser" y, como<br />

sabemos, <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra "hermenéutica" significa ciencia o arte de <strong>la</strong> interpretación. Por lo general se da<br />

a <strong>la</strong> filosofía de Heidegger el nombre de ―fenomenología hermenéutica‖, para distinguir<strong>la</strong> de <strong>la</strong><br />

"fenomenología trascendental" de Husserl y sus discípulos. Se le l<strong>la</strong>ma así porque se cimenta más<br />

bien en cuestiones referentes a <strong>la</strong> interpretación histórica que a <strong>la</strong> conciencia trascendental. 4 El<br />

término ―hermenéutica‖ originalmente se reservaba para <strong>la</strong> interpretación de <strong>la</strong> Sagrada Escritura,<br />

4 Véase Richard E. Palmer, Hermeneutics (Evanston, Illinois, 1973). Entre otras obras que siguen <strong>la</strong> tradición de <strong>la</strong><br />

fenomenología hermenéutica se pueden citar <strong>la</strong>s siguientes: Jean Paul Sartre, El ser y <strong>la</strong> nada; Maurice Merleau-Ponty, La<br />

Fenomenología de <strong>la</strong> Percepción; y Paul Ricoeur, Freud and Philosophy (New Haven, Conn., y Londres, 1970) y<br />

Hermeneutics and the Human Sciences (Cambridge, 1981).<br />

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