Una introducción a la teorÃa literaria - Exordio
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IV. EL POSTESTRUCTURALISMO<br />
Como recordará el lector, Saussure sostiene que el significado en el lenguaje es una mera<br />
cuestión de diferencia. "Gato" es "gato" porque no es "pato" o "rato". ―Gato‖ es también lo que es<br />
porque no es ―dato‖ o ―hato‖, ¿Pero donde hay que detenerse? Parecería que este proceso de <strong>la</strong>s<br />
diferencias en el lenguaje podría dar vueltas indefinidamente, pero de ser esto así, ¿en qué pararía<br />
<strong>la</strong> idea de Saussure acerca de que el lenguaje forma un sistema cerrado estable? Si cada signo es lo<br />
que es porque no es todos los otros signos, parecería que cada signo está constituido de una<br />
urdimbre de diferencias potencialmente infinitas. Por lo tanto, definir un signo resulta más<br />
intrincado de lo que en un principio pudo parecer. La <strong>la</strong>ngue a que se refiere Saussure sugiere una<br />
estructura delimitada por el significado. Ahora bien ¿en qué punto del lenguaje se marca <strong>la</strong> línea<br />
divisoria?<br />
También podría exponerse el punto de vista de Saussure sobre <strong>la</strong> naturaleza diferencial del<br />
significado diciendo que éste siempre resulta de <strong>la</strong> división o "articu<strong>la</strong>ción" de los signos. El<br />
significante "bote" nos da el concepto o "significado": "bote" porque se separa del significante ―lote‖.<br />
O sea, que el "significado" es producto de <strong>la</strong> diferencia existente entre el grupo de otros<br />
significantes: ―dote‖, ―mote‖, ―pote‖, etc. Esto pone en te<strong>la</strong> de juicio el concepto de Saussure del<br />
signo como unidad simétrica neta colocada entre un significante y un significado. El significado<br />
―bote‖ es realmente producto de <strong>la</strong> interacción de los significantes, <strong>la</strong> cual carece de un término<br />
indiscutible. El significado se deriva del juego potencialmente interminable de los significantes; no<br />
es propiamente un concepto firmemente atado como apéndice de un significante en particu<strong>la</strong>r. El<br />
significante no nos presenta directamente un significado, a <strong>la</strong> manera en que un espejo entrega una<br />
imagen. No existe en el lenguaje un armonioso conjunto de correspondencias -que vayan de uno en<br />
uno- entre el nivel de los significantes y el de los significados. Para complicar aun más <strong>la</strong>s cosas,<br />
tampoco existe una distinción fija entre significantes y significados. Si usted desea conocer lo que<br />
quiere decir (el significado) un significante, puede consultar el diccionario, pero sólo encontrará<br />
más significantes cuyos significados también pueden consultarse en el diccionario, y así<br />
sucesivamente. El proceso que estamos discutiendo no es sólo infinito en teoría, también es, en<br />
cierta manera, circu<strong>la</strong>r: los significantes continúan transformándose en significados y viceversa;<br />
jamás se llega a un significado final que a su vez no sea un significante. Si el estructuralismo<br />
separaba el signo del referente, el proceso al que ahora nos referimos —con frecuencia denominado<br />
"postestructuralismo"— da otro paso ade<strong>la</strong>nte, pues separa al significante y al significado.<br />
Lo que acabo de mencionar también podría expresarse diciendo que el significado no está<br />
inmediatamente presente en el signo. Así como el significado de un signo se re<strong>la</strong>ciona con lo que no<br />
es el signo, en cierta forma su significado también se hal<strong>la</strong> ausente del signo. Podría decirse que el<br />
significado se hal<strong>la</strong> desparramado o disperso en toda una cadena de significantes; no se le puede<br />
sujetar; nunca está totalmente presente en un solo signo; es, más bien, una especie de fluctuación<br />
constante y simultánea de <strong>la</strong> presencia y de <strong>la</strong> ausencia. El leer un texto se parece más al hecho de<br />
seguir los pasos de este proceso de constante fluctuación que al acto de contar <strong>la</strong>s cuentas de un<br />
col<strong>la</strong>r. Dicho de otra manera, nunca es posible encerrar el significado en un puño, lo cual proviene<br />
del hecho de que el lenguaje es un proceso temporal. Cuando leo una frase, su significado queda<br />
siempre de alguna forma en suspenso, hay algo que se pospone o que aún está por llegar. Un<br />
significado me conduce a otro, y éste a otro más; los significados anteriores se ven modificados por<br />
los posteriores, y aun cuando <strong>la</strong> frase quizá llegue a un final, esto no sucede con el proceso del<br />
lenguaje. Siempre hay más significados en el lugar de donde provino. No aprehendo el significado<br />
de una frase amontonando mecánicamente una pa<strong>la</strong>bra encima de otra. Para que <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras<br />
lleguen a integrar por lo menos un significado re<strong>la</strong>tivamente coherente, cada una debe, por decirlo<br />
así, conservar <strong>la</strong> huel<strong>la</strong> de <strong>la</strong>s que <strong>la</strong> precedieron y permanecer abierta a <strong>la</strong>s huel<strong>la</strong>s de <strong>la</strong>s que<br />
vendrán después. Cada signo en <strong>la</strong> cadena del significado se une a todo lo demás para formar una<br />
urdimbre compleja que nunca se agota. Así, ningún signo "es puro" o "completamente<br />
significativo". Al mismo tiempo que esto sucede puedo descubrir en cada signo -aunque sólo<br />
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