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Una introducción a la teoría literaria - Exordio

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pensar el hecho de que, al menos en parte debamos el estudio de <strong>la</strong>s letras inglesas en <strong>la</strong>s<br />

universidades a una matanza sin sentido. La Gran Guerra, encarnizada por <strong>la</strong> retórica de <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses<br />

dirigentes, puso fin a algunas de <strong>la</strong>s formas más destemp<strong>la</strong>das de patriotismo que tanto habían<br />

prosperado entre los ingleses. Ya no podría haber muchos como Walter Raleigh o Wilfrid Owen. La<br />

literatura inglesa llegó al poder cabalgando en el nacionalismo del tiempo de guerra, pero,<br />

asimismo, represento una búsqueda de soluciones espirituales por parte de <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses dirigentes<br />

inglesas cuyo sentido de identidad había sido profundamente trastornado y en cuya psique los<br />

horrores que sufrió dejaron cicatrices imborrables. La literatura se convertiría a <strong>la</strong> vez en so<strong>la</strong>z y en<br />

reafirmación, en terreno familiar en el cual los ingleses podrían reagruparse para buscar y encontrar<br />

alguna alternativa a <strong>la</strong> pesadil<strong>la</strong> que ofrecía <strong>la</strong> historia.<br />

En Cambridge, los arquitectos de <strong>la</strong> nueva asignatura eran, por lo general, personas ajenas<br />

al delito de haber ayudado a <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses trabajadoras a llegar a <strong>la</strong> cumbre. F. R. Leavis sirvió en el<br />

frente como ordenanza médico. Queenie Dorothy Roth -después cambió su nombre por el de Q. D.<br />

Leavis- era una mujer sin ninguna re<strong>la</strong>ción con ese tipo de actividades, además, era muy niña<br />

cuando estalló <strong>la</strong> guerra. I. A. Richards ya se había graduado cuando ingresó al ejercito William<br />

Emerson y L. C. Knight, renombrados discípulos de esos precursores, también eran niños en 1914.<br />

Más aun, los campeones de <strong>la</strong>s letras inglesas, en su mayor parte, no provenían de <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses sociales<br />

que condujeron a <strong>la</strong> Gran Bretaña a <strong>la</strong> Guerra. El padre de F. R. Leavis era concesionario de<br />

fabricantes de instrumentos musicales, Q. D. Roth era hija de un comerciante en casimires v<br />

artículos de punto, el padre de I. A. Richards era gerente de una fábrica en Cheshire. El estudio de<br />

<strong>la</strong>s letras inglesas iba a quedar en manos no de los diletantes patricios que ocuparon <strong>la</strong>s primeras<br />

cátedras de literatura en <strong>la</strong>s veneradas universidades sino a cargo de los hijos de <strong>la</strong> pequeña<br />

burguesía provinciana. Pertenecían a una c<strong>la</strong>se social que por primera vez entraba a <strong>la</strong>s<br />

universidades tradicionales, y que podía identificar y retar al criterio social que modelo <strong>la</strong>s<br />

opiniones <strong>literaria</strong>s de esas instituciones en una forma de <strong>la</strong> que habrían sido incapaces los<br />

seguidores de Sir Arthur Quiller Couch. Ninguno de ellos estuvo sometido a <strong>la</strong>s paralizantes<br />

desventajas de una educación exclusivamente <strong>literaria</strong> (tipo Quiller Couch). F. R. Leavis dejó <strong>la</strong><br />

historia por <strong>la</strong>s letras inglesas, su alumna, Q. D. Roth, aprovechó en estos estudios su preparación<br />

en psicología y antropología, I. A. Richards estudió primero ciencias morales y psicología.<br />

Al convertir el estudio de <strong>la</strong>s letras inglesas en una disciplina seria, estos hombres y mujeres<br />

hicieron añicos los criterios de <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se alta perteneciente a una generación anterior a <strong>la</strong> guerra.<br />

Ningún movimiento posterior (dentro del estudio de <strong>la</strong>s letras inglesas) ni de lejos ha recobrado el<br />

valor y el radicalismo de <strong>la</strong> postura que ellos adoptaron. A principios de los años veinte resultaba<br />

desesperantemente oscura <strong>la</strong> razón por <strong>la</strong> cual había que estudiar letras inglesas, a principios de los<br />

treinta <strong>la</strong> pregunta era más bien si valdría <strong>la</strong> pena dedicar tiempo a otra cosa. Ya no se <strong>la</strong>s<br />

consideraba meramente como materia que valía <strong>la</strong> pena estudiar, constituían, por el contrario, el<br />

estudio supremamente civilizador, <strong>la</strong> esencia espiritual de <strong>la</strong> formación social. Lejos de ser una<br />

ocupación impresionista y para aficionados, <strong>la</strong>s letras inglesas representaban el terreno donde<br />

quedaban vívidamente de relieve como objeto del más intenso escrutinio <strong>la</strong>s cuestiones<br />

fundamentales de <strong>la</strong> existencia: el significado de <strong>la</strong> persona humana, el entab<strong>la</strong>r con los demás<br />

re<strong>la</strong>ciones significativas, el nutrirse con el meollo de los valores esenciales. Scrutiny, <strong>la</strong> publicación<br />

que en 1932 <strong>la</strong>nzaron los Leavis, no ha sido superada en su tenaz dedicación al carácter central y<br />

ético del estudio de <strong>la</strong>s letras inglesas, en su importancia decisiva para <strong>la</strong> calidad de <strong>la</strong> vida social.<br />

Sea cual fuere el ―éxito‖ o el ―fracaso‖ de Scrutiny, sea cual fuere lo que se pueda argüir acerca de<br />

los prejuicios del establishment literario adverso a los Leavis o de <strong>la</strong> iracundia del movimiento que<br />

apoyaba Scrutiny, es un hecho que quienes hoy estudian letras inglesas en Ing<strong>la</strong>terra son partidarios<br />

de los Leavis, irremediablemente influidos por su histórica intervención, aun sin haber caído en <strong>la</strong><br />

cuenta de esta realidad. Ya no hace falta tener "credencial" de partidario de los Leavis, como<br />

tampoco haría falta quedar acreditado como seguidor de Copérnico. La corriente a <strong>la</strong> que nos<br />

referimos entró a <strong>la</strong> circu<strong>la</strong>ción sanguínea de los estudios de letras en <strong>la</strong>s Is<strong>la</strong>s Británicas, ejerciendo<br />

un efecto remode<strong>la</strong>dor comparable al que Copérnico realizó en materia astronómica, se ha<br />

convertido en una forma de sabiduría crítica espontánea tan arraigada como nuestras ideas sobre el<br />

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