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Ingeniería y Pensamiento - Universidad de Sevilla

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Si tres años antes se había abordado un problema antiguo, la reforma <strong>de</strong>l<br />

sistema <strong>de</strong> los pesos y medidas, en 1792 la República <strong>de</strong>molió el sistema <strong>de</strong> cómputo<br />

<strong>de</strong>l tiempo, introduciendo el nuevo calendario revolucionario, y la división <strong>de</strong> los<br />

horarios diarios en subdivisiones <strong>de</strong>cimales. Se quiso remover todos los indicios <strong>de</strong>l<br />

régimen prece<strong>de</strong>nte, lo que se consi<strong>de</strong>raban referencias cristianas <strong>de</strong>l calendario. Así<br />

se pasó a un año que comenzaba en el equinoccio <strong>de</strong>l otoño, dividido en meses <strong>de</strong><br />

treinta días y estos en secuencias <strong>de</strong> <strong>de</strong>cenas <strong>de</strong> días en un intento <strong>de</strong> conjurar la<br />

semana bíblica. En la misma línea estuvo el intento <strong>de</strong> subdividir la hora en cien<br />

minutos y los minutos en cien segundos. La reforma <strong>de</strong>l reloj fue todavía más<br />

efímera que la <strong>de</strong>l calendario que se usó durante doce años. Modular las costumbres<br />

<strong>de</strong> una sociedad no fue tan fácil como lo pensaron aquellos revolucionarios, aunque<br />

sí <strong>de</strong>scubrieron que no motivó su fracaso querer imponer un calendario imperfecto<br />

sino no contar con la viscosidad <strong>de</strong> las costumbres y las tradiciones en las socieda<strong>de</strong>s<br />

humanas, y su resistencia a aceptar transformaciones que somuevan hábitos tan<br />

enraizados como los <strong>de</strong> la medida <strong>de</strong>l tiempo. Acertaron al consi<strong>de</strong>rar que el sistema<br />

<strong>de</strong> cómputo <strong>de</strong>l tiempo es un artificio tecnológico, aunque aparentemente incorpóreo<br />

y sutil, y se equivocaron al pensar que esas referencias tecnológicas pue<strong>de</strong>n<br />

cambiarse sin más voluntad que la política revolucionaria. Lo tecnológico se pue<strong>de</strong><br />

naturalizar con facilidad al olvidar su origen <strong>de</strong> artificio inventado por los seres<br />

humanos. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> todo lo ya mencionado, el entusiasmo revolucionario creyó<br />

imprescindible cambiar los procesos <strong>de</strong> formación <strong>de</strong> su sociedad y dio paso a una<br />

formidable reforma educativa.<br />

Con la misma fuerza y rigor que se moduló el parlamento y la retórica entre<br />

los ciudadanos dando lugar a nuevas instituciones políticas, como la Convention,<br />

se abordó el sistema <strong>de</strong> formación <strong>de</strong> maestros, médicos, ingenieros y militares.<br />

El cambio se gestó a lo largo <strong>de</strong>l año II <strong>de</strong> la República (1793) en medio <strong>de</strong>l<br />

período que muchos historiadores <strong>de</strong>nominan Terror, pero sólo se manifestó con<br />

toda su fuerza durante el año III. La reforma adquirió un gran impulso <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> la caída <strong>de</strong> Robespierre en el golpe <strong>de</strong> estado <strong>de</strong>l 9 thermidor. Sus impulsores<br />

fueron los mismos que habían sido los responsables <strong>de</strong>l golpe y quisieron<br />

rápidamente separarse <strong>de</strong> los viejos jacobinos a los que acusaron <strong>de</strong> fomentar la<br />

ignorancia <strong>de</strong> los habitantes <strong>de</strong> la nueva república. Hoy se reconoce que esa<br />

representación <strong>de</strong>l bienio 1793-4 como el período <strong>de</strong> la barbarie no es totalmente<br />

a<strong>de</strong>cuada, ya que fue entonces cuando se gestaron los proyectos <strong>de</strong> reformas<br />

educativas posteriores. La frase apócrifa La Republique n’avait pas besoin <strong>de</strong><br />

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