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337<br />

demostrar a los jóvenes el sentido de una posición diferente y contradictoria a la religión<br />

instituida por el estado. Se defendió, con sabiduría, indicando que la actual educación<br />

carecía de votos de humildad y libertad. Esto le llevó a que el Estado, lo apresara y lo<br />

declarara culpable: se le propuso que él mismo se planteara una pena: “propuso que se le<br />

mantuviese de por vida en el pritaneo como se hacía con los beneméritos de la patria. Fue<br />

condenado a beber la cicuta por una mayoría mucho más alta que la que lo había declarado<br />

culpable. Acató la condena y bebió la cicuta serenamente, después de haber discutido sobre<br />

la inmortalidad del alma con un grupo de amigos y discípulos” 141 .<br />

Sócrates era el único que se ocupaba de filosofar y el detalle de sus enseñanzas se encuentra<br />

en la correlación del discurso con la realidad. Los sofistas enseñaban el arte de gobernar,<br />

pero con el afán de lucirse ante las asambleas; sin embargo, Sócrates planteaba la necesidad<br />

de saber sobre todas las cosas: en qué residía el verdadero bien de la ciudad y por tanto cuál<br />

era verdadero bien para las personas que la componían.<br />

En realidad Sócrates planteaba el problema de la virtud como el tiempo, conocimiento del<br />

bien y propensión a hacerlo y, en esa medida, clarificó que las virtudes (la valentía, la<br />

santidad y la justicia) no se desarrollan por separado, sino que confluyen en una conciencia<br />

superior de lo que es verdadera y universalmente preferible para la persona, es decir, el<br />

bien.<br />

He aquí su mayor fortaleza en cuanto a la enseñanza de la virtud: no se puede enseñar<br />

desde afuera, no se puede transmitir con las palabras; pero se puede suscitar en el ánimo de<br />

las personas, que lleva embrionariamente dentro de sí, mediante una oportuna acción<br />

educativa. Esta acción se desarrolla en dos momentos básicos: la ironía y la mayéutica.<br />

El “conócete a ti mismo” fue clave en el destino de las sociedades y, en este lema, se<br />

encuentra la advertencia al análisis inacabable de sí mismo y el estímulo a crear en otras<br />

personas esta fuerza del conocimiento de sí mismo. Este trazo es lo que comúnmente hoy se<br />

le denomina como la voz de la conciencia. En este sentido, la ironía socrática se reduce a<br />

hacer que el interlocutor se confiese ignorante, lo que implica el primer paso hacia la<br />

sabiduría. Según Abbagnano y Visalberghi, Sócrates abría el diálogo con grandes<br />

declaraciones de ignorancia y desmesurados elogios a la sabiduría del interlocutor, que éste<br />

aceptaba adulado; pero al final se ponía de manifiesto que el único sabio era Sócrates, a<br />

través del método dialéctico, que consistía en aceptar estas declaraciones como verdaderas y<br />

luego demostrar que de ellas se desprendían consecuencias absurdas y contradictorias.<br />

La mayéutica es la acción pedagógica verdadera de Sócrates. En ella se evidencia la ayuda a<br />

los interlocutores a iluminar y expresar verdades que el mismo Sócrates no les había formado<br />

ni puesto en la mente, sino que se han madurado en su interior y sólo hay que volverlas<br />

explícitas y evidentes. Básicamente, se trata de un método interrogativo que se preocupa<br />

menos por transmitir que por hacer descubrir, ya que las preguntas actúan como indicadores<br />

de enunciados que construirá el alumno utilizando sus propios recursos. “No se<br />

141<br />

Ibid, Pág. 64

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