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Aunque es de noche - Acción Cultural Cristiana

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conocido, fue emblemático en <strong>es</strong>te sentido. La insurrección <strong>de</strong> Nicaragua y lamisma g<strong>es</strong>tación <strong>de</strong>l Frente Sandinista no se hizo sin la participación <strong>de</strong>l elementoreligioso. No fue el único elemento, ni siquiera el elemento <strong>de</strong>cisivo, quizá, perosí fue un elemento muy importante.En la década <strong>de</strong> los 60, la religiosidad popular cristiana —católica en laregión <strong>de</strong>l Pacífico, morava en la Costa Atlántica—, era un soporte <strong>de</strong> legitimación<strong>de</strong>l sistema somocista. El Vaticano II (1965) introdujo unos elementos <strong>de</strong>apertura al mundo, <strong>de</strong> diálogo, <strong>de</strong> renovación teológica y bíblica, <strong>de</strong> «ventanasabiertas» a la cultura mo<strong>de</strong>rna y <strong>de</strong> renovación <strong>de</strong>l compromiso social. Muchascomunidad<strong>es</strong> cristianas salieron <strong>de</strong> sí mismas y se proyectaron en una acciónsocial caritativa hacia el campo y los barrios pobr<strong>es</strong>. Esto las sensibilizó socialmente.La introducción posterior <strong>de</strong> elementos <strong>de</strong> análisis social las llevó a uncompromiso ya no sólo social sino también político. Cuando la teología <strong>de</strong> la liberaciónhizo pr<strong>es</strong>encia en Nicaragua reinterpretando el patrimonio simbólico cristianoen compatibilidad con el compromiso revolucionario, o, aún más, en coherenciaprofunda con él, el paso <strong>de</strong> jóven<strong>es</strong> y adultos a las filas revolucionarias fueincontenible.«Yo no sabía nada <strong>de</strong> capitalismo ni <strong>de</strong> socialismo; fue la Igl<strong>es</strong>ia la que meabrió a mí los ojos», nos <strong>de</strong>cía un veterano <strong>de</strong>legado <strong>de</strong> la Palabra en una comunidadrural <strong>de</strong>l interior, enseñándonos los folletos concientizador<strong>es</strong> que las«Escuelas Radiofónicas» utilizaron aquellos años. Allí se explicaban nocion<strong>es</strong> elemental<strong>es</strong>sobre las <strong>es</strong>tructuras social<strong>es</strong>, los mecanismos social<strong>es</strong> <strong>de</strong> control, <strong>de</strong>producción, <strong>de</strong> explotación... y se proponía como la solución más cristiana la <strong>de</strong>apoyo a un cambio social en línea <strong>de</strong> «socialización» 34 .Muchos cristianos (miembros <strong>de</strong> los movimientos juvenil<strong>es</strong>, universitarios,adultos <strong>de</strong> la ciudad, camp<strong>es</strong>inos <strong>de</strong>l interior...) se incorporaron a la luchaarmada y, posteriormente, a la revolución triunfante. «Entre cristianismo yrevolución no hay contradicción», fue la consigna <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n en aquellos años. Elcristianismo se había releído a sí mismo en una forma que d<strong>es</strong>cubría el carácter<strong>de</strong> primer plano que tiene la opción por los pobr<strong>es</strong> y el apoyo que el evangelioda a los proc<strong>es</strong>os liberador<strong>es</strong> <strong>de</strong> los pueblos. Muchos cristianos, efectivamente,vivieron su fe cristiana en un primer momento sin contradicción con sucompromiso revolucionario. Más aún: d<strong>es</strong>cubrieron el compromiso revolucionarioy llegaron a él —como el camp<strong>es</strong>ino <strong>de</strong>legado <strong>de</strong> la Palabra a que merefería anteriormente— a partir <strong>de</strong> su fe cristiana, viviendo <strong>es</strong>e compromisorevolucionario como un acto <strong>de</strong> amor, como una exigencia moral ineludible,como una experiencia religiosa, una experiencia <strong>de</strong> Dios.34 La palabra la introducía por aquellos años nada menos que Juan XXIII en su encíclicaMater et Magistra (1961), nº 59ss.40

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