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Comunicación, música y tecnologías - Revista Comunicar

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153con la mera «producción de novedades», no siempre esf ruto de individuos sanos y no siempre genera «productos»para la vida. La creatividad, en sí misma, tampocoes inocente.2. Sobre el sentido y papel de los medios y recursostecnológicos. Por qué y para qué nos comunicamosDe acuerdo con A. Stern, «no me interesa quienpuede aprender y aplicar un método, una herramienta,una tecnología sin cambiar nada en su vida, en suconcepto de sociedad, sin hacer en sí mismo una revoluciónni intentar provocarla a su alrededor».Hoy se habla de una sociedad de los «medios»; deltal modo que, no sería exagerado afirmar que hay uncierto tecnocentrismo: la absolutización de los medios,su idolatrización, su abuso, acaba convirtiéndolos en«fines» en sí mismos.La finalidad de la comunicación realmente humanaes siempre el encuentro(con uno mismo, con los otros,con el mundo). Cuando losmedios se convierten en finesno sólo se dificulta o impide elencuentro sino que la personapuede llegar a perderse. Escuando «el medio», en lugar des e rvir de vehículo, de posibilitado r, de mediador, de instrumento,al ser erigido en objetivoo finalidad en sí mismo, ponefin a toda posibilidad comunicativahumana creativa. Los medioshan de servir y ser congruentescon las finalidades desde las que, supuestamente,se elaboran, se eligen y se ponen en marcha.El sentido del uso de un medio siempre procedede una instancia diferente y más elevada, de otro rango,orden y naturaleza que el medio mismo. Cualquiermedio comunicativo toma todo su valor, adquiere sujusto sentido cuando es alumbrado por una actitud,una manera de situarse, de ser, de estar presente, deactuar adecuada por los sujetos participantes e implicados.Como dice un aforismo oriental. «lo importante noes la espada, sino la mano que la maneja y el corazóny la mente que la sostienen».El despliegue impresionante de los medios tecnológicosdebe ir acompañando de un replanteamientoconstante de su sentido, su papel y su uso. Más cuantomás poderosos, sofisticados y seductores puedenllegar a ser. Los medios son para la comunicación, noEl educador de hoy tiene una labor urgente y maravillosa:conocer, valorar y conducir adecuadamente los modos,maneras y ritmos de los gestos, posturas y movimientos.Es un ir viviendo una corporalidad en la que el cuerpose lentifica, se calma, se reconstruye, se «simplifica»y se enamora.para la incomunicación. Son para la información, nopara la deformación. Son para despertar y avivar, nopara la alienación.Nos comunicamos simplemente porque somoshumanos y para actualizar, desarrollar y hacer evolucionarnuestro potencial de humanidad. Pero nos encontramosante la tremenda paradoja de la infelicidaddel «homus cibernéticus». En la llamada «era de la comunicación»el hombre se siente más solo que nunca.Nos hemos dotado de una tecnología que nos ha permitido,al menos en el primer mundo, estar repletos decosas… pero infelices; hartos de todo…pero insatisfechos;con muchos adelantos… pero deprimidos y angustiados.Después de cerrar el chat con personas deotros países e incluso continentes, la persona vuelve aun profundo vacío comunicativo con su pareja, consus hijos, con sus amigos más cercanos. Después dehaber bajado cientos y cientos de páginas sobre cualquiertema, sigue en el mismo desconocimiento de símismo, de las motivaciones profundas que dan origeny sostienen su actividad diaria. Sabe cada vez más cosas,pero sigue desconociendo la raíz de su estrés, desus dependencias, de sus agobios, de sus apegos, desus bloqueos, de sus complejos, de sus ansiedades, desus expectativas, de sus decepciones… Tiene accesoa complejísimos programas y acaba olvidando que«progr-amar» consiste, básicamente, en progresar enel amar (La vida maestra, 55).Las compañías telefónicas se están forrando enbase a tantísima tontería y necedad como estamos vertiendo,en forma de onda, a nuestra atmósfera. Haceunas semanas un adolescente conocido, para aprovecharla oferta de «tarifa plana» que le ofrecían, enviómás de 400 mensajes en un día. Ya no comunicamosdesde una necesidad de nuestro corazón sino parasacar rentabilidad a una oferta. Un reciente spot publi-

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