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Comunicación, música y tecnologías - Revista Comunicar

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157Tenemos el reto de enseñar a adecentar la propiarealidad corporal porque es en ella donde la cita, elencuentro comunicativo tiene «lugar». Es preciso ir delcuerpo del que se expresa al «cuerpo comunicante»,un cuerpo que no es un campo de experimentación detécnicas ni un lugar de exploraciones metodológicas niinstrumentales sino un «espacio de entrega amorosa».Lo virtual está irrumpiendo con fuerza. No por casualidadla raíz latina «vir» hace referencia a la fuerza.Pero, cuando lo virtual no sirve de complemento, deapoyo, de catalizador de lo corporal sino que lo anulay sustituye, la comunicación se desvirtúa. La culturavirtual hace posible que no sea imprescindible estar enlos «lugares» para acceder a ellos. Ya he expresadoque lo corporal no se reduce a lo orgánico. Los avancesen física cuántica, en psicología transpersonalestán expandiendo, abriendo nuestra concepción yvivencia del cuerpo. Los límites de mi cuerpo van másallá de la piel, se rozan con la piel del universo. Perola no presencia física no excluye la presencia en lo quela propia palabra nos revela:«presentar la esencia». Lo virtualpierde toda su virtud cuandoqueda empobrecido o reducidoa «apariencias sin presencia»,a «imágenes sin conciencia».El corazón humano puedelatir en todos los formatos, entodos los lenguajes, en todos losmomentos y lugares. Es el emocionarque acompaña a todogesto humano el que lo dota deuna específica y concreta «r e a-lidad», el que hace que seacomunicativo y creativo o no.Cuando en cada gesto comunicativo yo estoy «presente»me convierto en presente, es decir, en regalo.5. «Aprendizaje atmosférico» y enfoque medular dela comunicación: el reto de cómo comunicamosNo «heredamos» sino que «aprendemos» el modode hablar, de movernos, de actuar, de vivir. Mi modode comunicarme no es tanto una herencia genéticacuanto una adquisición educativa. Desde hace algúntiempo vengo afirmando un «aprendizaje atmosférico»a través del cual adoptamos e incorporamos nuestrasconductas más automáticas e inconscientes. Los «automatismoso reflejos» no sólo comunicativos sino vitalesen general son fruto de este tipo de aprendizajemucho más sutil y efectivo que aquél que se realiza através de intervenciones más directas, intencionales,La más moderna y elaborada tecnología será siempre una«fotocopia reducida y de mala calidad» del tesoro divinoque todo ser humano lleva dentro de sí. Es eso lo quenos convierte en el medio por excelencia que puedecomunicar que la vida es algo valioso, digno, sagrado.programadas o explícitas. Se trata de un aprendizajeen el que uno está inmerso con mucha frecuencia, queno se piensa sino que se respira, que no se elabora sinoque se interioriza sin darnos cuenta. Es un aprendizajemás celular que mental y que, al ser difuso, es aprehendidopor cada poro; es más emocional que conceptualy al ser más afectivo se torna, igualmente,mucho más efectivo.Al ir más allá de lo mental consciente se va conformandocomo algo vital, existencial, como un modode operar global de la persona. Su carácter «atmosférico,etéreo», lo hacen tremendamente significativo ypoderoso. Yo puedo hacer un aprendizaje conscientey deliberado sobre modos, técnicas y estrategias decomunicación, pero las actitudes, los valores, el emocionarsubyacente a mi manera de ser y vivirme en unasituación comunicativa dada van a venir conformadaspor la atmósfera en la que he ido respirando mi existencia.Esta concepción de aprendizaje atmosféricoplantea una evolución de la pedagogía, de la comunicacióncomo «transmisión» a la pedagogía y comunicacióncomo «contagio de un estado».Nos situamos así de lleno en la importancia no yasólo de qué, por qué y desde dónde comunico sino decómo se da dicha comunicación. Es una invitación aestar atento a la atmósfera que me rodea: la que yocreo o configuro con mi modo de ser, estar y relacionarme.Esta observación atenta puede devolvermealgo de lucidez y comprensión sobre aquello que yoemito (la situación como «eco»).No sólo me comunico con la palabra conceptual:la materia-energía de mi presencia, de mi voz, de misgestos, movimientos, ritmos, acciones… pueden ir contaminandoun ambiente en el que yo mismo me veoafectado por la propia asfixia. O, por el contrario,hacer de mi comunicación una posibilidad de purificarel entorno, de crear espacios de convivencia y propi-

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