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Comunicación, música y tecnologías - Revista Comunicar

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168Y muchos adolescentes cuando se asoman a lo escritopor placer lo hacen en relación con los medios no escritos,especialmente cuando se trata de revistas, seande televisión, <strong>música</strong>, videojuegos o de ordenadores.Desde este punto de vista, la palabra sigue contandopero está adquiriendo una dimensión nueva. Buenaprueba de ello es el argot utilizado en los mensajeselectrónicos y en los chats, caracterizado por una imaginativasintaxis al margen de la gramática. En el casode la lectura de libros, resulta sorprendente ver a chicosque afirman que no les gusta nada leer devorarpáginas y páginas de algún manual relacionado con elmundo de la informática. Como bien decía Martín Serrano,«la juventud lee menos libros impresos, menosperiódicos y revistas. Pero invierte cada vez más tiempoen otras lecturas» (2000: 14). Esas lecturas tienenrelación directa con las nuevas <strong>tecnologías</strong>. «El universode la lectura se ha transformado», sigue afirmandoMartín Serrano. A este respecto, veamos el extracto deuna conversación mantenida entre un profesor y unalumno de 15 años:• Profesor: Vaya, veo que llevas un libro bastantegordo, ¿cuándo te vas a terminar el libro que teníasque leer para clase?• Alumno: Profe, no me gusta el libro, es un rollo.Además, para qué le voy a engañar, ya sabe que lo deleer no va conmigo. Esto es diferente, estoy estudiandojavascript para hacer una página web y tengo queleérmelo todo. A mi esto me gusta más, no me aburrocomo con esos libros que recomiendan los profesores.El libro que afirmaba que no le gustaba y que erarecomendación de los profesores no era tal, sino unrelato que él mismo había oído decir a otros compañerosque estaba bien. Es decir, fue elegido por el mismochico y pese a todo le costaba leérselo. Es una muestrade las muchas que se pueden recoger observandolas actividades diarias en un centro escolar. La quejade los profesores ante el declive de la lectura y el usode la palabra escrita es continua y se halla desde haceunos años en una especie de caída libre que se reflejaen los bajos niveles educativos actuales. Precisamente,en los estudios acerca de las relaciones entre la lecturay la televisión los primeros trabajos, los de Himmelweit,Vince y Oppenheim (1962) y de Schramm,Lyle y Parker (1965) mostraron una débil influencia dela misma, y lo hicieron en aspectos relacionados con laimagen, especialmente en la lectura de cómics. Sinembargo, posteriores estudios, entre los que se encuentranel de Neuman (1988), Beentjes y Van derVoort (1989) y Koolstra y Van der Voort (1996), establecieronun influencia más directa entre el consumo detelevisión y la lectura. A ello se debe añadir el placerderivado de estos nuevos medios, por lo que no es difícildeducir una incidencia más señalada y que futurosestudios en el campo habrán de examinar.Una investigación con adolescentes malagueños sobreel consumo de medios 1 revela esa inquietante situacióncon respecto a la frecuencia de utilización de losmedios escritos. Los datos mostrados en la tabla anteriorseñalan que leen con frecuencia periódicos ent o rno a una cuarta parte de adolescentes, siendo ligeramentesuperior en los chicos que en las chicas, el 26%frente al 22%. Aproximadamente la mitad lo hace enalgunas ocasiones, con indicadores ligeramente superioresen las chicas. Y no leen nunca un periódico unacuarta parte de los chicos y un 13% de las chicas. Endefinitiva, la mitad de los adolescentes lee periódicos demodo ocasional y una cuarta parte lo hace con asiduidad.Las revistas tienen una mayor aceptación general,especialmente entre las chicas, dado que son más de lamitad las que afirman leerlas. Este porcentaje supera enun 20% a los lectores masculinos: las revistas devienen,pues, en un género con perfiles femeninos. Tan sólo un6% de chicas afirma no leerlas nunca. En cuanto a loslibros, lamentablemente, no gozan de gran predilecciónpor parte del conjunto juvenil, aunque son también laschicas las mayores lectoras. Tan sólo un 16% afirma noleer nunca, frente al 32% de los chicos. Estos datos, sibien indican índices de lectura menores que en otrospaíses europeos, son consistentes con la frecuencia atribuidaa ambos géneros. Las chicas aparecen en todoslos países como mayores lectoras de libros, al igual quesucede con las revistas (Beentjes, Koolstra, Marseille yvan der Voort, 2001).Acerca de la lectura de periódicos en España 2 , losdatos del Estudio General de Medios correspondientesa 2002 señalaban que un 29% de adolescentes entre14 y 19 años lee periódicos. En nuestro estudio elporcentaje se acerca bastante, aunque se halla ligeramentepor debajo. Las revistas son leídas por un 70%de chicos y chicas de esta edad en España, sin especificarfrecuencia. En nuestro caso, a falta de otrosfactores explicativos, y al igual que ocurriera en el casode la prensa, se ha buscado conocer la frecuencia lectora,y este porcentaje señala que casi la mitad delcolectivo juvenil es un lector asiduo de revistas y magazines.En cualquier caso, sumando los lectores frecuentesy ocasionales las cifras no se alejan de las referidasen el EGM. Por lo que respecta a los libros no sedisponen de datos españoles en el segmento juvenil,por lo que hemos de deducirlos a partir de algunosestudios efectuados. Uno de ellos es el que realizó la

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