22tenciómetros y a ocho llaves de contacto. A los inocentes,las manos llenas: L´étude 5 nace en unos minutos,el tiempo de grabarlo» (1952: 28). En el planosocial y pedagógico, no existe el menor interés por estasherramientas, sólo el de ser independientes encuanto a los géneros y haber provocado un acercamientode universos tan distantes.Al contrario de lo que ocurre con los niños deguardería o de la escuela maternal, los adolescentesque entran al instituto sí tienen una verdadera culturamusical. Desgraciadamente, ésta no tiene apenas nadaque ver con la de su profesor. Desde que apareció elrock, en los años cincuenta, «una <strong>música</strong> de jóvenes»se ha diferenciado progresivamente de los géneros queinteresaban a los adultos. El fenómeno ha sido sabiamenteexplotado por la industria cultural que ha visto,Todos los ministerios de educación de los paísesdesarrollados están probablemente al acecho de los avancesen las <strong>tecnologías</strong> recientes, para sacar partido de ellas.en una franja de edad bastante estrecha, justamentelos alumnos de escuelas e institutos, un segmento demercado particularmente transmisor. El fenómeno desegregación musical se ha agravado aún más en losúltimos decenios. Unos «universos musicales» claramentedistintos se han constituido por oposición. Elrock duro era lo contrario de la <strong>música</strong> pop de los añossesenta. Cuando aquél podía resumirse en el eslogan«make love, not war», ésta cultivaba una imagen deviolencia que se fijaba tanto en el sonido (la guitarraeléctrica saturada, por ejemplo) como en la vestimenta.Los «universos musicales» no son solamente unosgéneros, definidos por unas formas musicales, unosinstrumentos, un sonido o un tipo de voz, sino tambiénunas salas, unos circuitos de difusión, unos grupos socialesdistintos con diferente visión de la vida y de lasociedad. El aficionado a la <strong>música</strong> barroca interpretadacon instrumentos antiguos, el adepto al tecno, el expertoen jazz, el fan de María Carey no frecuentan losmismos lugares de <strong>música</strong>, ni escuchan la misma radio,ni leen las mismas revistas, ni se visten de la misma manerani tienen la misma moral. De manera que lo mása menudo, si hay un asunto difícil de abordar entre unprofesor de <strong>música</strong> y sus alumnos, ése es la <strong>música</strong>!Existe, sin embargo, un punto común en estos universostan opuestos, concretamente, el uso de las <strong>tecnologías</strong>.La canción ligera más comercial está mezcladapor equipos que son sensiblemente idénticos a los que seencuentran en los estudios de composición electroacústica,y la producción de un disco de <strong>música</strong> barroca, quecomienza con flautas de madera y boquillas con lengüetasde pluma de oca, se termina en un logiciel de montaje«pro-tools». En todos los casos, es la misma búsquedade un «sonido» que preside el trabajo en estasmáquinas frente a los altavoces. En clase, el paso deun género a otro será, por tanto, facilitado por estastécnicas neutras. Seguramente, habrá un debate estéticopero que no será bloqueado por categorizacionesinsalvables. Si los alumnos imaginan una secuencia ritmadapor bucles, el profesor no tendrá muchas dificultadespara encontrar corr e s-pondencias más fluidas en el repertorioelectroacústico «culto»o en las <strong>música</strong>s ex t r a - e u r o p e a sque, escuchadas a través de losaltavoces, serán más fácilmentecomparadas. La herramienta favorecelas pasarelas entre lasculturas, tanto en el seno de laclase, entre profesor y alumnos,como en las mezclas y «mestizajes»que han permitido la circulación mundial de las<strong>música</strong>s grabadas.6. El ordenador en clase de <strong>música</strong>Adivinamos el partido que la escuela puede sacarde estas herramientas que, por una parte, aseguran unpaso continuo entre escuchar y producir, y, por otraparte, son comunes a los diferentes universos musicalesentre los que borran las fronteras. Todos los ministeriosde educación de los países desarrollados estánprobablemente al acecho de los avances en las <strong>tecnologías</strong>recientes, para sacar partido de ellas; y tambiénsomos nosotros, que reflexionamos sobre los métodoseducativos, los que borramos esas fronteras. Ahorabien, ocurre que una publicación francesa recientepresenta un informe de los usos de estas herramientasen clase de <strong>música</strong> (Maestracci, 2003). Entre vecinos,quizá no fuera inútil comunicarnos las informaciones.Desde hace unos veinte años, en algunos de nuestroscentros, unos cuantos profesores audaces hanpodido beneficiarse de material y de formación paraintroducir en sus clases sintetizadores y otras máquinasrecientemente aparecidas en el mercado. De esta manera,grupos de alumnos han manejado sus primeras
23herramientas de compositores sacando a la luz dospublicaciones, acompañadas de grabaciones de sustrabajos, en los años 1991 y 1993. Diez años más tarde,el paso dado ha sido considerable. El dossier recienteestá coordinado por el Inspector General encargadode la <strong>música</strong>, Vincent Maestracci, y manifiestauna voluntad de apostar por estas técnicas.El desarrollo de herramientas adaptadas a la escuelaha sido y es actualmente estudiado en colaboracióncon ciertos centros de investigación (con el apoyofinanciero de la Dirección de la Tecnología, que llevade esta manera, una verdadera política), bajo formade CD-roms o logiciels, una red de profesores más especializados,ha sido establecida para aportar una ayuda,en las diferentes regiones; los trabajos, cuando esposible, «mutualizados» sobre portales de Internet deAcademia regionales; un espacio nacional distribuyelas informaciones; análisis multimedias interactivas dealgunas obras en el programa de bachillerato han sidoexpuestas. Lógicamente, el uso de logiciels musicaleses progresivamente impuesto en los concursos de contrataciónde profesores al igual que en su formación.Lo que llama la atención en este dossier es la extremadiversidad de usos pedagógicos presentados, que vandesde la escucha activa y analítica de repertorios variadosapoyada en toda clase de representaciones visuales,a la creación pura: «Más que la notación tradicional,las representaciones espectrales ayudan alalumno a «ver» la <strong>música</strong> con las lupas apropiadas.Formas, curvas, masas, nubes, estrías, colores… Invitadoconstantemente a manipular los componentes dela <strong>música</strong>, el alumno trabaja el material, selecciona lossonidos para afinar sus técnicas, esculpe elementospara hacerlos sonar mejor, crea timbres a menudoinauditos para las necesidades de su creación. El profesorsigue y vela por una pedagogía entonces… polifónica».Significativamente, estas técnicas, que se llamabanTICE (<strong>tecnologías</strong> de la información y de lacomunicación para la educación) han sido rebautizadasTICCE, para hacer sitio a la palabra «creación».La escuela logra así conjugar fuerzas opuestas concierta habilidad. Primeramente, la escuela capta, en suprovecho, el enorme esfuerzo comercial de las industriasmusicales. Se sabe que la <strong>música</strong> es una de lasmayores apuestas del mercado de la cultura. Es incuestionableque la educación se opone frontalmentea la «cultura» impuesta a los adolescentes por los mediosde comunicación, los vendedores de <strong>música</strong> y demáquinas de <strong>música</strong>. Ésta sería la lucha entre el ratóny el elefante. La astucia consiste en ir en el sentido dela corriente impuesto por la industria desviando ligeramentela trayectoria para alcanzar otros objetivos,otras culturas musicales, otras prácticas que no seansólo el consumo.Una de las palancas para desviar estas fuerzas esla alianza con las instituciones de investigación musicalque no piden otra cosa que atribuirse un papel social:aportan algunos complementos logiciels necesariospara abrir a otros usos el inmenso instrumentariumnumérico que se encuentra en los supermercados. Laescuela crea, pues, un vínculo con el medio profesionalde la investigación musical, pero también con estoscientos de miles de compositores aficionados con losque los alumnos se mezclarán pronto y a los queeduca también indirectamente. La escuela capta igualmentesus propias fuerzas: el entusiasmo de los enseñantes,que son a veces unos santos… –los que ofrecensus tardes y sus domingos para inventar nuevaspedagogías– y finalmente, los depósitos de imaginaciónde los propios alumnos, en los que se olvida aveces rebuscar.ReferenciasBARTOK, B. (1937): La musique mécanique. Traducido del inglésal francés por SZENDY, M. (1995): Les Cahiers de L´IRCAM, 7.París.DELALANDE, F. (1984): La musique est un jeu d´enfant. París,INA, Buchet/Chastel. Traducción española: La <strong>música</strong> es un juegode niños. Buenos Aires, Ricordi.DELALANDE, F. (2001): Le son des musiques, entre technologieet esthétique. París, INA, Buchet/Chastel.MAESTRACCI, V. (2003): «Des outils pour la musique», en D o-ssier de l´íngénierie éducative, 43, junio, Lieusaint, France.MESSIAEN, O. (1988): Entrevista televisada con Alain Duault,FR3, 10/12/1988.PETERSON, R.A. (1991): «Mais porquoi donc en 1995? 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