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Comunicación, música y tecnologías - Revista Comunicar

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69ja. A todo ello hay que añadir una evidencia incontestable:sólo una parte de la población mundial hace usointensivo del papel. El resto, debido al subdesarrollo,apenas tiene contacto con él.Efectivamente, sólo Europa occidental, Japón,Norteamérica y algunas regiones aisladas de la geografíaplanetaria, pueden presumir de ser zonas con ungrado importante de desarrollo. Las restantes zonas,África, América Central, América del Sur y Asia (muyespecialmente India y China), distan mucho de la opulenciay el consumo incontrolado de occidente. ¿Quéocurrirá cuando estos países logren un grado de desarrollosimilar al europeo? No parece muy descab e l l a-do pensar que, como mínimo, querrán disfrutar de losmismos servicios, comodidades y lujos que las sociedadesactualmente avanzadas. Todo ello se traducirá, anteso después, en un consumo masivo de papel.Es obvio pues que la situación actual del papel ysus industrias orbitales no puede mantener los derroterosiniciados hace varias décadas, haciéndose necesarioun cambio lo suficientemente importante como parareducir su consumo masivo.Las administraciones, los científicos, los ingenierosy los propios gestores se percataron de ello hace yatiempo, actuando en consecuencia a través de diversosplanes encaminados a racionalizar su uso. El reciclaje,como la más llamativa y prometedora de las iniciativas,es también una de las más veteranas. Por desgracia, ladificultad para concienciar a la población en cuestionescomo la separación de residuos unido a los discutiblesresultados globales, la convierten en una soluciónparcial. Los medios telemáticos, en combinacióncon las firmas y los certificados digitales, son otra opciónpara reducir los trámites administrativos con papel.La búsqueda de compuestos alternativos a la celulosa,el cultivo y explotación de árboles de crecimientorápido, el endurecimiento de la legislación, las inspeccionesy las sanciones en materia de contaminación,la creación de espacios protegidos o el desarrollode la silvicultura, son otras tantas iniciativas. Sin embargo,son la salvaguarda de la masa forestal y el medioambiente quienes concentran la mayoría de lasactuaciones. Unos fines plausibles, si no fuese porquela gestión del papel es otro problema al que no pareceprestársele mucha atención. Subyace, pues, un problemaque necesita una pronta solución y que está másallá de la simple conciencia ecológica. Por ello, deentre todas las soluciones existentes, hay una vinculadadirectamente con el consumo de papel y la industriade la informática que merece cierta atención: ellibro electrónico.1. El e-bookEl «e-book» o «libro electrónico» es el nombre conel que se conoce a un libro en formato digital, exista ono su versión en papel. Al igual que otros datos, loslibros electrónicos se almacenan en estructuras lógicas(ficheros), respetando un cierto formato.La lectura de un e-book puede efectuarse de dosformas diferentes. Por un lado, es posible usar aplicacionesespecíficas que permitan la lectura del libro enun ordenador (sobremesa o portátil). Por otro se puederecurrir a un dispositivo de lectura portátil específicamentediseñado para tal fin. Tal y como se observa,se trata de conceptos sencillos que, sin embargo, noestán exentos de polémica, siendo múltiples los maticesadmisibles.El empleo de la palabra «libro» ya es de por si dudosa,pudiéndose traer a colación múltiples definicionesdel mismo. Así, la RAE afirma que un libro es un«conjunto de muchas hojas de papel u otro materialsemejante que, encuadernadas, forman un volumen».Por su parte, el reconocido bibliotecólogo DomingoBuonocore recoge una definición de libro ligeramentediferente, refiriéndolo como «reunión de muchashojas de papel, vitela, etc., ordinariamente impresas,que se han cosido o encuadernado juntas concubierta de papel, cartón, pergamino u otra piel, etc. yque forman un volumen». Una definición criticada asu vez por Aguayo, quien la cataloga como «insuficientey errónea, pues da más prevalencia a la materiafísica empleada en la fabricación del libro, que a sucontenido intelectual».Una crítica que no duda en acompañar de su versiónparticular, según la cual un libro «es cualquierporción, pequeña o grande, del pensamiento humano,transmitida por escrito o por los símbolos de una especialidad,difundida por procedimientos mecánicos,fotomecánicos o audioparlantes, y comunicado al prójimousando materiales de cualquier clase y adoptandocualquier forma o extensión», incluso la Unesco ha intentadofijar una definición internacional de libro segúnla cual «debe reputarse como libro una publicaciónno periódica que consta como mínimo de 49 páginas,sin contar la cubierta». Sin duda una definicióncuriosa puesto que introduce condiciones cuantitativaspara marcar terreno. Si bien ello no es novedad ya queen Italia se adoptó una postura parecida, aunque elevandola cota mínima hasta las 100 páginas. Y ello porno mencionar el debate abierto en torno a su condición«electrónica» en vez de «digital».Una buena definición de libro electrónico, aunquequizás objetable por su carácter restrictivo, es la reco-

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