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Comunicación, música y tecnologías - Revista Comunicar

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44semejanza de lo que ocurrió con las letras tras la apariciónde la imprenta en siglo XV. Las relaciones quemantienen los medios de comunicación y la <strong>música</strong>–entiéndase por ésta la que requiere una más ampliaelaboración en las reglas que marcan e influyen en sucreación, conocida vulgarmente como «clásica»–, enestos albores del siglo XXI son objeto de la atenciónde este artículo, dentro siempre de esa triple funciónde los primeros cual es la de informar, formar y entreteneral ciudadano que, como apuntaba con aciertoOrtega y Gasset, se siente ineludiblemente sugestionadopor el gran poder espiritual que la prensa detentaen todos los ámbitos de la vida pública.Tal como se entienden hoy, los primeros periódicosaparecen durante las décadas iniciales del sigloXVII en Europa central y en Inglaterra como consecuenciade la definitiva consolidación de la imprentacomo industria, la superación de los aislamientos medievalesen el Viejo Continente, el impulso definitivodel arte de la náutica, la creación de nuevas comunidadesurbanas, preindustriales y mercantiles y, en definitiva,la implantación de un sentido centrípeto deentender al hombre, como eje fundamental de la historiay, por tanto, método con que abordar la totalidaddel conocimiento de su ser y sus circunstancias; todoello dentro de un implacable proceso de secularizaciónde las sociedades. Es precisamente en esa épocade consolidación de la Edad Moderna cuando la <strong>música</strong>empieza a adquirir una relevancia muy significativaen el mundo del arte y cultura occidentales, aunqueno llegaría a ser objeto de atención por parte de laprensa hasta prácticamente un siglo después a travésde publicaciones especializadas aparecidas en Alemaniade la mano de tratadistas tan reputados en su épocacomo Johann Mattheson o Johann Scheibe y, en lasiguiente centuria, por compositores de la significaciónde Hector Berlioz y Claude Debussy en Francia, y RobertSchumann (fundador del más prestigioso periódicomusical de su tiempo, «Neue Zeitschrift für Musik»)y Hugo Wolf en Alemania, convertidos en críticos ycronistas a modo de ejercer una constante reflexión delas tradiciones que hasta entonces la <strong>música</strong> habíamanifestado, preparando a la vez la comprensión delos nuevos caminos que ésta habría de tomar en suevolución, así como la recíproca influencia que daría yrecibiría de los demás campos estéticos, de los que,según las profundas convicciones de estos músicos,nunca debía desvincularse.Si ha de resaltarse un personaje en el campo de ladivulgación y valoración de la <strong>música</strong> a través de laprensa, en el sentido en que hoy aún se practica, no sedio otro tan relevante como el gran esteta y catedráticode la Universidad de Viena, el checo Eduard Hanslick,defensor a ultranza del arte de componer de JohannesBrahms, al que valoraba como fiel reflejo delmúsico que defiende el principio de que una obra adquiereimportancia en función de las relaciones formalesinternas que contiene, así como enemigo acérrimode Richard Wagner, al que consideraba como elmáximo exponente de un expresionismo de frívolamixtificación. Esta actitud, convertida en una auténticacampaña, fue contrarrestada con mordaces y afiladosjuicios, años después, por un irlandés universal, elPremio Nobel de Literatura George Bernard Shaw,una de las opiniones musicales más acreditadas y tenidasen cuenta en la Inglaterra de su época por su graninstinto, inteligente mordacidad y sentido paradójicode sus juicios. En España no se puede dejar de mencionarla figura del madrileño Adolfo Salazar, críticomusical del diario «El Sol», considerado por los tratadistastanto nacionales como internacionales como elmás importante musicógrafo del siglo XX en lenguacastellana.Básicamente las relaciones de la prensa con la <strong>música</strong>se han mantenido a lo largo del tiempo en una doblefunción: divulgación y crítica. La primera, en la actualidad,se manifiesta de diversas maneras según eltipo de publicaciones, distinguiéndose según los mediosde información general, fundamentalmente prensa,radio y televisión diarias, y aquellos otros especializadoscomo las revistas dedicadas específicamente a la<strong>música</strong>, en sus distintas formas y estilos, que suelen sermensuales, y también las cadenas radiotelevisivas exclusivamenteocupadas en la transmisión de programasmusicales, con lo que la calidad de su función divulgativase acrecienta significativamente en el aspecto cultural,dada la cuidada y variada selección estética quepractican.Los medios de periodicidad diaria contribuyen aresaltar el aspecto de bien de consumo cultural en quese convierte cualquier acto musical, comunicando previamentea su celebración las características más generalesde su contenido, resaltando los supuestos valoressocioculturales que, a ser posible y en el mejor de loscasos, provoquen cierta curiosidad intelectual en ellector, aunque sin olvidarse nunca de dejar bien claroel lugar que ocupan en el mercado musical del momentolos protagonistas del evento, hecho cada vezmás importante y mejor planificado por los analistasmercadotécnicos de la producción correspondiente,con lo que el medio está colaborando a una publicid a dindirecta del espectáculo, que suele ir proporcionada a

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