La taguara del humanismo o la cultura comunal
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nos debe llevar a comprender que no es para nosotros como<br />
forma de vida finita que estamos trabajando.<br />
Es como si los tres mil muertos y contando el reloj, que se<br />
produjeron en el ochenta y nueve y todos los que aún siguen<br />
ocurriendo nada más en Venezue<strong>la</strong>, se hubieran puesto<br />
a pensar en sus vidas, viviendo en <strong>la</strong> otra <strong>cultura</strong>, pues<br />
sencil<strong>la</strong>mente no estaríamos aquí.<br />
Cuando <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se sueña no debemos soñar en satisfacer <strong>la</strong>s<br />
carencias, sino en el diseño, <strong>la</strong> construcción de un mundo<br />
donde no existan <strong>la</strong>s carencias capaces de convertir a los<br />
seres en esc<strong>la</strong>vos de otros, ni <strong>la</strong>s condiciones que lo faciliten,<br />
porque sino repetiríamos a lo eterno <strong>la</strong>s mismas condiciones<br />
en <strong>la</strong>s que se desenvolvieron los pueblos que experimentaron<br />
anteriores revoluciones.<br />
Porque los críticos de oficio no dicen de los inmensos<br />
esfuerzos que realizaron los líderes junto con los pueblos para<br />
resolver los graves problemas <strong>del</strong> hambre, el frio, <strong>la</strong> salud, <strong>la</strong>s<br />
condiciones de trabajo, <strong>la</strong> transmisión de conocimientos, y<br />
muchos otros problemas que al final terminaron por ahogar<br />
el sueño de un mundo, de una <strong>cultura</strong> distinta en aquellos<br />
millones de seres que alegremente entregaron <strong>la</strong> vida por<br />
cambiar.<br />
<strong>La</strong> revolución, ésta que nos ocurre a nosotros en estos días,<br />
nos dice que se trata es de un diseño político. Si a nosotros<br />
nos jodieron, no nos mimaron, no comimos, no bebimos, no<br />
leímos un poema, no escuchamos una canción sublime, no<br />
viajamos, no comimos caviar, no fuimos a visitar <strong>la</strong> chatarra de<br />
<strong>la</strong> torre Eiffel, o el Big Ben, poco importa. Si quiere aproveche<br />
como individuo hágalo, que <strong>la</strong> revolución se lo permite, haga<br />
cualquier trampa y lo logra, invente que usted llevará a pasear<br />
a quien usted se imagine sin ese derecho, para eso los pobres<br />
somos bastante y aún en <strong>la</strong> revolución se nos puede seguir<br />
usando para los p<strong>la</strong>nes de cualquier char<strong>la</strong>tán o estafador de<br />
oficio.<br />
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