La taguara del humanismo o la cultura comunal
La_taguara_del_humanismo_o_la_cultura_comunal-tel%C3%A9fonos_y_tabletas
La_taguara_del_humanismo_o_la_cultura_comunal-tel%C3%A9fonos_y_tabletas
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Porque si bien es verdad que somos <strong>cultura</strong>lmente capitalistas<br />
y que ya el capitalismo tiene su ética <strong>del</strong> humano saqueo, el<br />
humano crimen, <strong>la</strong> humana hipocresía y <strong>la</strong> humana falsedad,<br />
no es menos cierto que el estar en revolución nos permite<br />
p<strong>la</strong>nificar como c<strong>la</strong>se el desprendimiento de eso.<br />
Que el carapacho de esc<strong>la</strong>vo, pedigüeño y mercancía<br />
transeúnte, de paso a <strong>la</strong> posibilidad de ser gente. Y para eso<br />
es una ética, <strong>la</strong> que nos toca construir. Sabemos que no es<br />
mantequil<strong>la</strong>, porque no podemos conformarnos con ser<br />
chavistas de puro papelillo, porque ser chavistas no es una<br />
pose.<br />
Asumir eso, es <strong>la</strong> tarea más dolorosa, porque nos interpe<strong>la</strong>,<br />
porque no hay receta, porque no enterraremos aún (en<br />
términos de generación, esta que vive hoy día) al capitalismo,<br />
porque es <strong>la</strong>rgo el camino, porque se dice fácil y suena<br />
bonito, pero nos parte <strong>la</strong> cara cuando reconocemos <strong>la</strong> raíz<br />
<strong>del</strong> problema en nuestro cotidiano. Porque <strong>la</strong> frustración de<br />
cada coñazo cuesta que jode sacudírse<strong>la</strong> de encima. Porque<br />
el estar en una guerra y a <strong>la</strong> vez tener que construirnos como<br />
otra <strong>cultura</strong> es una contradicción tan jodida que pareciera<br />
imposible resolver<strong>la</strong>.<br />
Ya <strong>la</strong> guerra nada más nos obliga a estar <strong>la</strong>s veinticuatro horas<br />
pendientes de los dueños, buscando ver por dónde <strong>la</strong>nzan los<br />
coñazos, en el ¿Qué pasó aquí? ¿Qué pasó allá?, emitiendo<br />
mensajes para moralizar <strong>la</strong> fuerza, discutiendo como país<br />
permanentemente, haciendo encuentros, asambleas, <strong>la</strong><br />
campaña permanente en respaldo firme a nuestro directorio<br />
revolucionario.<br />
Ya eso nos consume y siempre llega el minuto en que nos<br />
damos cuenta que no hay otra hora para sembrar lo que uno<br />
se come, para vestir lo que uno se pone, para producir <strong>la</strong><br />
computadora con que se escribe, ni <strong>la</strong> cámara con que se graba<br />
y entonces es necesario dejar de sostener el aparato capitalista<br />
que nos esc<strong>la</strong>viza como trabajadores, que destruye ríos, mares<br />
y montañas, para reproducirnos permanentemente como<br />
esc<strong>la</strong>vos. Es <strong>la</strong> tarea que no se emprende y nos sentimos<br />
200