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Una oportunidad para cada niño

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CAPÍTULO 2<br />

Educación:<br />

Nivelar el terreno de juego<br />

La educación de calidad puede poner fin a los ciclos<br />

intergeneracionales de inequidad, mejorando la vida de los<br />

<strong>niño</strong>s y las sociedades en que viven. La educación puede<br />

aportar a los <strong>niño</strong>s los conocimientos y las habilidades que<br />

precisan <strong>para</strong> tener éxito en la vida. Se asocia a un mayor<br />

nivel de ingresos, a una disminución de la pobreza y a una<br />

mejor salud. Pero <strong>para</strong> que la educación cumpla esta función,<br />

debe comenzar en la primera infancia y continuar con unas<br />

posibilidades de aprendizaje de calidad que brinden a todos<br />

los <strong>niño</strong>s y niñas una <strong>oportunidad</strong> justa de salir adelante en la<br />

vida, en especial a los más desfavorecidos.<br />

Jhuma Akhter, de 14 años,<br />

hace sus tareas bajo el<br />

resplandor de una farola a la<br />

puerta de su casa en Khulna,<br />

Bangladesh.<br />

© NICEF/UN016303/Gilbertson VII<br />

Photo<br />

En los países ricos y pobres, la educación ha sido desde hace tiempo un gran nivelador<br />

de <strong>oportunidad</strong>es, ya que contribuye a que las personas alcancen el pleno desarrollo de<br />

sus posibilidades y aporten contribuciones a sus comunidades y al mundo. <strong>Una</strong> educación<br />

de calidad aumenta los conocimientos, estimula la innovación, promueve habilidades que<br />

impulsan el crecimiento y la prosperidad, y fomenta sociedades incluyentes. Durante<br />

generaciones, la educación de calidad y equitativa ha supuesto <strong>para</strong> los <strong>niño</strong>s una vía <strong>para</strong><br />

salir de la pobreza. Y esto que ciertamente afecta a las perspectivas de <strong>cada</strong> <strong>niño</strong> se aplica<br />

también al futuro de las naciones.<br />

Y sin embargo, a millones de <strong>niño</strong>s y niñas de todo el mundo se les sigue privando de<br />

su derecho a la educación por causa de factores ajenos a su control como la pobreza, el<br />

género, el origen étnico, la discapacidad o la ubicación geográfica. Los conflictos armados,<br />

los desastres naturales y las repercusiones del cambio climático también son causa de que<br />

los <strong>niño</strong>s no tengan la <strong>oportunidad</strong> de asistir a la escuela y aprender. Además, cuando los<br />

recursos públicos no se asignan atendiendo a las pruebas que señalan las necesidades más<br />

apremiantes, los sistemas educativos pueden hacer que las inequidades se afiancen, en<br />

lugar de desmantelarlas.<br />

En este capítulo hablaremos sobre los dos desafíos –la falta de acceso a la educación<br />

y la deficiencia en los resultados de aprendizaje– que es imperativo superar <strong>para</strong> que la<br />

educación pueda cumplir su función de agente de la equidad. Para superar estos desafíos,<br />

lo mejor que pueden hacer los países es ofrecer <strong>oportunidad</strong>es de aprendizaje y servicios de<br />

atención integrados a la primera infancia, centrándose en lograr el progreso más rápido <strong>para</strong><br />

los <strong>niño</strong>s y niñas más rezagados. Con este planteamiento se podrían reducir los desfases<br />

entre el rendimiento educativo de los <strong>niño</strong>s más ricos y los más pobres <strong>para</strong> 2030.<br />

ESTADO MUNDIAL DE LA INFANCIA 2016<br />

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