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<strong>POETIKA1</strong><br />
poemario y que podría parecer anacrónica, no debe confundirnos, pues la<br />
décima fue una de las formas poéticas que más arraigó en Latinoamérica<br />
durante el siglo XVIII, cuando el incipiente patriotismo en busca de una<br />
nacionalidad la utilizó para desfogar su cólera. Ya en el siglo XIX, la décima<br />
llega a la república folklorizada; no es extraño encontrar su presencia en<br />
ritmos musicales de la gente del campo como la «goajira» y el «punto» en<br />
Cuba o en la «danza» de puerto Rico y en algunos «vallenatos» colombianos<br />
(Arteaga).<br />
Este libro, entonces, se enmarca dentro de esa tradición, pero con<br />
otro antecedente mucho más cercano al autor: en su natal Perú, la décima<br />
fue cultivada por mestizos y afroperuanos tales como el reconocido poeta<br />
Nicomedes Santa Cruz, cuya obra Décimas (1960), fue publicada después de<br />
20 años de escribir y difundir por radio este género poético y aunque en su<br />
momento fue visto como un libro de folclor, de costumbrismo y tradición,<br />
ha llegado a ser un libro imprescindible en la poesía afro-peruana. Por otra<br />
parte, esta forma poética con influencia negra y mozárabe ya estaba en boga<br />
en España desde fines del siglo XV y principios del XVI, siglo de la conquista,<br />
cuando Vicente Martínez Espinel fijó su forma definitiva, de allí viene el<br />
nombre de décima espinela (Carreter 128).<br />
Las 19 décimas de Isaac Goldemberg son estrictas espinelas basadas<br />
precisamente en la fórmula rítmica ABBAACCDDC y en diez versos<br />
octosílabos. En España, Cervantes recurrió a la décima como se puede ver en<br />
algunos pasajes de El Quijote, Lope de Vega la incluyó en sus obras teatrales y,<br />
más acá en siglo XX también se encuentra en poetas ultraístas como Gerardo<br />
Diego y algunos de la generación del 27 como Jorge Guillén. Si se toma en<br />
cuenta la época tan contemporánea en que el Goldemberg escribe Décimas<br />
y canciones, se percibe que está tendiendo un puente desde el presente hasta<br />
la más rancia tradición hispano-árabe y las primeras formas poéticas que se<br />
transculturaron en América. El autor tiene mucha razón cuando se califica<br />
a sí mismo como un escritor «anfibio,» por su movilidad entre géneros<br />
diversos (novela teatro, poesía), por fusionar formas tradicionales con las<br />
más contemporáneas y claro, por ser un judío peruano viviendo ya más de<br />
la mitad de su vida en una ciudad tan atípicamente universal como Nueva York<br />
(Zapata).<br />
Se percibe en la intención del poemario una necesidad de historiar,<br />
pues desde el punto de vista del autor, estas décimas son el testimonio del<br />
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