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<strong>POETIKA1</strong><br />
ALEX MORILLO: A propósito de la negativa para responder por parte<br />
de Eielson, me parece pertinente citar otro principio Zen, el principio de<br />
la negatividad. Los orientales creen en el poder cognitivo de la negación.<br />
Al negar las cosas, una y otra vez, la sucesión resultante esconde una gran<br />
afirmación. El acto de negar las referencias superficiales de la vida, las alusiones<br />
inmediatistas y ordinarias, lleva al hombre a grandes afirmaciones, que son<br />
en realidad profundas revelaciones. El hecho de negar, dudar o sospechar no<br />
tiene en el fondo una carga negativa, todo lo contrario, es un gesto con el que<br />
se construye una correspondencia mucho más desafiante y exigente con la<br />
realidad. El hecho de que Eielson no responda no significa que no exista una<br />
respuesta entre líneas ahí. Algo similar ocurre en sus poemas: cuestiona a las<br />
palabras sin pretender alguna respuesta o salida. Sin embargo, esa disyuntiva<br />
o entrampamiento que traza en sus textos abre nuevas formas de enfrentar a<br />
las palabras y a sus tentativas de sentido. Ubica al lector en situaciones donde<br />
las negaciones son puntos de acceso que inauguran nuevas experiencias con<br />
el lenguaje. Cuando pienso en el poder de la negación para Eielson siempre<br />
recuerdo su poema “Rosa”: “La rosa oscura que aparece/ En esta hoja de<br />
papel/ No es la misma que florece/ Diariamente en el jardín/ No es tampoco/<br />
La oscura cosa que ahora escribo/ Sin saber por qué/ Sin saber cuál es mi<br />
pluma/ Cuál el papel/ Y cuál la rosa.”<br />
ENTREVISTADOR: En el libro de Paulo hay una cita que dice: “El poeta<br />
nace, sí, el tronco vivo, sangrante y en bruto. Pero la belleza de sus ramas,<br />
su frondosidad o raquitismo, depende del ámbito en que vive, del aire, del<br />
agua y el suelo cultural en que se afirma. Por ello siempre será poco todo el<br />
esfuerzo que se haga por contrarrestar —con el propio enriquecimiento—<br />
la mediocridad y pobreza espiritual de nuestro medio”. En este contexto<br />
Eielson parte a Europa y asume que en Europa va a encontrar algo diferente,<br />
y, en la otra orilla, un poeta como Efraín Miranda toma el camino contrario:<br />
no va a Europa, sino que se instala en una escuelita rural en el Altiplano.<br />
PAULO CÉSAR PEÑA: Eielson vive su etapa limeña dominado por la<br />
imagen que tiene de Europa en la literatura, de la Europa que lee en los<br />
libros de caballería y en las obras clásicas. Aparte, consideremos que en esta<br />
época está aún vigente la idea de que todo lo que es europeo es superior. Él<br />
también reconoce que fue, en esa época, un coleccionista de huacos. Tenía<br />
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