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<strong>POETIKA1</strong><br />
El poeta nos propone la conexión entre formas contemporáneas de<br />
la tradición musical peruana y la antigua tradición hispano-italiana. Basta<br />
observar el título de las cinco canciones para trasladarnos a los típicos ritmos<br />
peruanos, claro, transculturados con la herencia hispana y africana. Veamos<br />
los títulos: «Marinera,» «Vals criollo,» «Huayno,» «Tondero,» y «Fandango<br />
criollo.» De ellos, sólo el vals y el fandango son los únicos ritmos musicales<br />
que conservan su nombre de origen europeo, pero el poeta agrega el adjetivo<br />
«criollo,» para dejar sentado que no se trata de cualquier vals ni de cualquier<br />
fandango, sino del criollo, del peruano. «Canción» alude también a la poesía<br />
amorosa de la época caballeresca, cuando los poetas interpretaron la fidelidad<br />
del vasallo como amor y viceversa. Pero en esta transposición que se extendió<br />
hasta la mujer amada la sensualidad más intensa se une a la forma más alta<br />
de espiritualidad. En Goldemberg, a diferencia de los juglares y trovadores<br />
en donde había un elemento de insinceridad porque en muchas ocasiones<br />
se dirigía a la mujer en abstracto, el poeta habla de sentimientos personales,<br />
más reales y más sinceros, pues sabemos que hay una destinataria concreta<br />
que se convierte en su compañera y habla a/de esa/la mujer con entusiasmo,<br />
con dolor, con celos, esperanza y con amor. Y trata el amor sensual con<br />
delicadeza, con mesura y con paciencia y espera.<br />
¿Qué dicen estas canciones, cuyos títulos y referencias están<br />
directamente relacionados con la historia personal del autor y su trasfondo<br />
cultural peruano? Veamos: La primera canción, «Marinera», es un poema<br />
con vocación universal por el amor pero lo dirige a una destinataria específica<br />
a la cual le solicita que le confirme si en verdad probó el amor en él y, luego,<br />
clama su condición de «macho», palabra que emplea para justificar su<br />
infidelidad cometida bajo el impulso del amor («La ley del amor fiel no se<br />
transgrede / cuando el alma que posee a otra se ilumina / y al no querer ser<br />
una sola, cede.»). Los celos lo hacen oscilar entre la inseguridad y la confianza<br />
en que una ley divina, por el hecho de ser hombre, le concede su amada. No<br />
deja de ser interesante que para iniciar esta segunda parte el poeta eligiera<br />
la marinera, ritmo y baile folclórico peruano, que es sin duda producto del<br />
mestizaje, una combinación de ritmo afroperuano y español. Este baile,<br />
resultado de la fusión de culturas, sirve de vehículo a un poema que apunta<br />
a que el problema amoroso que se plantea, como el baile, es un juego de dos<br />
y además el poeta es también un mestizo. La marinera evoca el movimiento<br />
de popa, el cual se corresponde al vaivén de sentimientos que vive el poeta en<br />
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