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<strong>POETIKA1</strong><br />
dividir, a establecer antagonismos, a desencadenar ejercicios de violencia entre<br />
unos y otros, a construir barreras culturales. Me parece que cuando Eielson<br />
se impregnó espiritualmente del pensamiento Zen supo que encontró por<br />
fin una manera de trasgredir creativamente los condicionamientos culturales<br />
que nos someten actualmente.<br />
ENTREVISTADOR: En el libro de Rebaza hay una entrevista a Eielson por<br />
Eduardo Moll de 1955. Ahí le pregunta cosas como: “¿Cuál es tu opinión<br />
sobre el estado artístico de Europa?”. Y Eielson le responde: “no respondo<br />
esta pregunta”. “¿Qué me dice de los últimos acontecimientos en la pintura<br />
actual?”. “Tampoco te contesto esta”, y toda la entrevista va en ese tenor.<br />
PAULO CÉSAR PEÑA: Creo que Eielson también le hace preguntas a Moll.<br />
ENTREVISTADOR: Pero lo que me llamó más la atención es la actitud<br />
diferente que asume Eielson respecto a otras entrevistas, donde se muestra<br />
muy humilde, muy espiritual. También digo esto pensando en que Eduardo<br />
Moll se identifica con la pintura abstracta y, al parecer, Eielson no concuerda<br />
con la idea que posee este pintor. Incluso ahí se ve una posición que no tiene<br />
nada de Zen, ni una pizca de recogimiento.<br />
PAULO CÉSAR PEÑA: Probablemente le molestó. Según la lectura que<br />
hago, esta incomodidad con Eduardo Moll surge porque este le trata de<br />
parametrar todo con definiciones precisas. De allí que lo trate de desestabilizar<br />
saliéndose del molde. Normalmente esperarías que tu entrevistado te dé una<br />
respuesta. Pero Eielson nunca está de acuerdo con lo que Moll le plantea. No<br />
solo lo evidencia con las ideas, sino también con el gesto de no responder.<br />
Es como una actitud, digamos, lúdica, traviesa. Y, sí, es verdad: de los años<br />
setenta en adelante sus respuestas serán más pensadas. De hecho, cuando se<br />
va de Lima, se va con la imagen de ser un tipo al que se le han subido los<br />
humos. Esto lo comenta Arguedas en una carta a Westphalen. Le cuenta<br />
en ella que, en la Lima de los cincuenta, hay un grupo de artistas que se<br />
comportan como unos niños y que le hacían acordar al grupo de Eielson al<br />
ser creídos, vanidosos. Además, Eielson, en más de una ocasión, se refiere a<br />
esta etapa de vida como si él siempre hubiera sido un chiquillo. Quizás era<br />
una manera de hacer ver que fue alguien muy descontrolado e impulsivo.<br />
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