Elementos de elocuencia forense / Pedro Sainz de Andino
Elementos de elocuencia forense / Pedro Sainz de Andino
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LII<br />
gica impugnacion con que los confundió el gran filósofo á par que insigne<br />
orador Isócrates , cuya referencia será el mejor resumen para<br />
cerrar esta discusion?<br />
«Hay algunos, <strong>de</strong>cia aquel padre <strong>de</strong> la <strong>elocuencia</strong>, que están<br />
mal con la <strong>elocuencia</strong>; y abominan <strong>de</strong> los que se aficionan á la sabiduría<br />
, diciendo que no es la virtud, sino la propia utilidad la<br />
que los inclina á estos ejercicios. Mas á los que asi discurren podriamos<br />
preguntarles, ¿por qué aborrecen á los que trabajan por<br />
adquirir el arte <strong>de</strong> bien <strong>de</strong>cir, y alaban á los que ponen cuidado en<br />
obrar bien? Porque si lo que aborrecen es la utilidad y provecho, es<br />
claro que mucho mayor resulta <strong>de</strong> las obras que <strong>de</strong> las palabras.<br />
Despues <strong>de</strong> esto, es muy <strong>de</strong> entrañar que ignoren que si somos religiosos<br />
para con los dioses, si amarnos la justicia y si cultivamos las<br />
<strong>de</strong>mas virtu<strong>de</strong>s, no es para ser mas pobres que los <strong>de</strong>mas, sino,<br />
para abundar mas bienes en esta vida. Asi que no son reprensibles<br />
aquellas ocupaciones que nos acarrean provecho sin <strong>de</strong>sviarnos <strong>de</strong><br />
la virtud; sino que los que son reprensibles son aquellos que con sus<br />
acciones faltan y con sus discursos tratan <strong>de</strong> engañar, no haciendo<br />
<strong>de</strong> la <strong>elocuencia</strong> el usó que <strong>de</strong>bieran. Por tanto es <strong>de</strong> maravillar que<br />
los que asi piensan no abominen igualmente <strong>de</strong> la riqueza, <strong>de</strong>l valor<br />
y <strong>de</strong> la fortaleza: porque si con la <strong>elocuencia</strong> están mal por los que,<br />
abusando <strong>de</strong> ella, engañan y mienten, parece consiguiente que en<br />
las <strong>de</strong>mas cosas buenas hallen tambien que repren<strong>de</strong>r, pues que vemos<br />
que algunos <strong>de</strong> los que las poseen caen tambien en <strong>de</strong>litos, y que<br />
muchos valiéndose <strong>de</strong> ellas molestan y afligen á los <strong>de</strong>mas. Pero<br />
¿quién no vé que no es justo culpar al valor porque haya algunos que<br />
hieran á cuantos encuentran; ó acusar á la fortaleza porque haya algunos<br />
homicidas; y generalmente que no es razon achacar á las cosas<br />
la maldad <strong>de</strong> solos los hombres? Los que son, pues, <strong>de</strong> culpar son aquellos<br />
que hacen un perverso uso <strong>de</strong> las cosas buenas, y se valen para<br />
hacer mal á sus conciudadanos <strong>de</strong> aquello mismo con que pudieran<br />
serles <strong>de</strong> utilidad y provecho. Mas ahora, sin entrar en estas distinciones<br />
ni examinar <strong>de</strong> por si cada una <strong>de</strong> estas cosas, abominan en<br />
general <strong>de</strong> la <strong>elocuencia</strong>; y llega á tanto su error que no reflexionan<br />
que miran mal precisamente aquella prenda, que <strong>de</strong> cuantas consiga