Elementos de elocuencia forense / Pedro Sainz de Andino
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La ridiculez no tiene mas apoyo, segun se ha dicho, que la disonancia<br />
<strong>de</strong>l estado <strong>de</strong> una cosa con la existencia habitual <strong>de</strong> las <strong>de</strong> su clase, 'y la<br />
discrepancia <strong>de</strong> sus formas con los usos, hábitos y opirionesdóminantes;<br />
la opinion es <strong>de</strong> suyo varia y pasajera en todo lo que es acci<strong>de</strong>ntal y modal<br />
en las cosas, y está sujeta á todas las extravagancias <strong>de</strong> nuestrocapticho,<br />
la ridiculez pues se funda sobre el capricho y la moda. ¡Dignasbases<br />
serian estas por cierto <strong>de</strong> un recurso oratorio y <strong>de</strong> un medio <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa<br />
en las discusiones mas serias que pue<strong>de</strong>n presentarse, don<strong>de</strong> se atraviesan<br />
los <strong>de</strong>rechos é intereses mas preciosos <strong>de</strong> la vida civil y política!<br />
Lo que hoy es ridículo, mañana pue<strong>de</strong> ser bien quinto; y lo que ayer era<br />
conforme á la moda, que es propiamente lo que se entien<strong>de</strong> por opinion<br />
en el sentido <strong>de</strong> la materia que tratamos, ,antes <strong>de</strong> una semana podrá<br />
estar proscripto y <strong>de</strong>spreciado. No alcanzo yo como los jueces puedan<br />
hacer aprecio <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as tan superficiales, ni en que manera puedan tocar<br />
su corazon.<br />
El principio radical <strong>de</strong> las emociones es la simpatía sentimental: ¿y<br />
qué correspon<strong>de</strong>ncia pue<strong>de</strong> existir ó formarse entre los objetos <strong>de</strong>risorios<br />
y los afectos <strong>de</strong> los jueces? ¿La iremos acaso á buscar en la malignidad<br />
y en la inclinacion comun, que segun se dice, tienen todos los hombres<br />
hácia ella? Poco honraríamos la magistratura! Lo ridículo hará reir; ¿mas<br />
qué couexion hay entre reir y persuadir? ¿No hemos dicho que todo lo<br />
que no es medio <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa no pue<strong>de</strong> tener cabida en los informes <strong>de</strong><br />
los letrados, y <strong>de</strong>be <strong>de</strong>secharse como superfluo?<br />
He sentado con repeticion que la base fundamental <strong>de</strong> nuestro discursos<br />
es la prueba: que las emociones no son mas que medios auxiliares<br />
aunque po<strong>de</strong>rosos: que el juez no ha <strong>de</strong> ce<strong>de</strong>r sino á la razon y al convencimiento,<br />
y que para atacar su corazon se ha <strong>de</strong> contar antes sobre su<br />
conciencia. Supuestos estos principios, <strong>de</strong> que el orador no pue<strong>de</strong> separarse,<br />
¿cuál será el provecho efectivo que podrá sacar <strong>de</strong> la <strong>de</strong>rision,<br />
pues que es absolutamente ineficaz para <strong>de</strong>mostrar la ;usticia y dar mérito<br />
leal á las pruebas? ¿Por ventura le lleva su ministerio al alcázar <strong>de</strong> las<br />
leves para divertir y entretener á los concurrentes con sales mordaces<br />
v picantes, ó bien para lidiar contra la injusticia con las armas po<strong>de</strong>rosas<br />
y respetables <strong>de</strong>l raciocinio y la emocion?<br />
Atacado por el sentimiento, ce<strong>de</strong> el juez al po<strong>de</strong>r fuerte é'irresistible<br />
<strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los primeros resortes <strong>de</strong> su existencia; se somete al imperio <strong>de</strong><br />
la naturaleza; sigue la lev universal <strong>de</strong> la humanidad, y obe<strong>de</strong>ce al impulso<br />
violento que recibe su corazon <strong>de</strong>l agente po<strong>de</strong>roso que señorea y