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Elementos de elocuencia forense / Pedro Sainz de Andino

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— I 36 —<br />

Cuando el alma está agitada, su mismo fuego electriza el ingenio , inflama<br />

la imagiñacion, y acu<strong>de</strong>n á-porfia los pensamientos sutiles, las espresiones<br />

fuertes, y las imágenes mas sublimes y propias para poner al<br />

auditorio en la misma conmocion. Por eso es necesario que el orador se<br />

penetre íntimamente <strong>de</strong>l asunto que va á tratar, y lo haga por <strong>de</strong>cirlo así,<br />

suyo, tomando por él igual calor que tendria sobre afectos é intereses<br />

propios , para que nazcan en su pecho, y sienta <strong>de</strong> antemano las emociones<br />

que se propone escitar en otros. Una vez que su' ánimo •se encuentre<br />

enar<strong>de</strong>cido, le será fácil esplicarse con calor, y no se le oirán por cierto<br />

espresiones bajas, frases lánguidas y raciocinios frios , que anuncian un<br />

corazon yerto ó helado, sino que su estilo guardará analogía con el sentimiento<br />

que domina su ánimo.<br />

§. IV.<br />

Variedad.<br />

La variedad que tanto hermosea y enriquece las producciones <strong>de</strong> la<br />

naturaleza y <strong>de</strong>l arte, y tan fuerte po<strong>de</strong>río tiene en nuestra imaginacion,<br />

no es un requisito accesorio <strong>de</strong>l estilo <strong>de</strong>l orador, sino una calidad necesaria,<br />

por ser la que tiene mas atractivo para sujetar la atencion y preservar<br />

al auditorio <strong>de</strong>l cansancio y <strong>de</strong>l fastidio que son efectos inevitables<br />

<strong>de</strong> la uniformidad y <strong>de</strong> la monotonía. «Gen,us dicendi eligendum est, quod<br />

non solurn <strong>de</strong>lectet, sed etiam sine satietate.» Cic. <strong>de</strong> Orat. lib. 3. El .hombre<br />

tiene una inclinacion vehemente á variar <strong>de</strong> objetos en todas sus sensaciones.<br />

Dejemos á los fisiologistas el cuidado <strong>de</strong> inquirir y esplicar la<br />

causa <strong>de</strong> esta propension universal, pues para nuestro intento es suficiente<br />

que esté tan evi<strong>de</strong>ntemente <strong>de</strong>mostrada y reconocida. « ¿Quis potione<br />

uti aut cibo dulci diutius potest? Omnibus in rebus voluptatibus<br />

maximis fastidium finitimum est. Quo hoc minios in oratione miremur!»<br />

De Orat. lib. 3. El habitante <strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a se encanta con la diversidad <strong>de</strong><br />

objetos nuevos que se le presentan en una capital , mientras el cortesano<br />

empalagado <strong>de</strong> la monotonía que se halla en estos mismos objetos, va á<br />

recrearse con la variedad <strong>de</strong> arbustos, plantas y árboles que cubren <strong>de</strong><br />

maleza los bosques y las selvas.<br />

Siendo pues tan natural al hombre recrearse con las impresiones nuevas<br />

, no pue<strong>de</strong> caber duda en que á medida que se aumente la variedad<br />

<strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as y formas <strong>de</strong> un discurso, será este Mas grato,. y su autor

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