Elementos de elocuencia forense / Pedro Sainz de Andino

XLIX
rácter propio de ella, y la demostracion de lo justo, lo recto y lo verdadero
como fin de sus obras. ¿Y será este el arte que se quiere suponer
pernicioso y corruptor para la admininistracion de justicia; ó mas
bien será el mejor fanal para los jueces en las intrincadas cuestiones de
los pleitos, el timon seguro que los puede conducir al descubrimiento
del verdadero sentido de las leyes y de la certeza de los hechos en el
laberinto de dificultad é incertidumbre que ellos ofrecen, y el broquel
bajo que se amparan y defienden las partes litigantes contra el dolo y
la sofistería, que son las armas de la injusticia y de la iniquidad?
La argumentacion de Filiangieri y de los denlas que siguen su opinion
está fundada sobre una base errónea y absurda, cual es, haber
tomado por esencia característica de la oratoria, el abuso que á las veces
ha podido hacerse de ella. No negamos que oradores corrompidos
é inmorales hayan interpuesto los recursos del arte para encubrir la
verdad y torcer la genuina inteligencia del derecho, inducir á error el
ánimo judicial y estraviar la recta administracion de justicia ; ¿pero
se deberá confundir el abuso con el uso racional y legítimo de una cosa?
¿Seria prudente privarse de todo aquello de que puede abusarse?
En esta suposicion tendríamos que proscribir nuestra razon, que tantas
veces se convierte en instrumento del delirio y estravio de nuestras
pasiones. Proscribiriamos tambien la aguda y vigorosa dialéctica, que
estando admitida para demostrar la verdad , con tanta frecuencia se
ha prostituido al error, y habríamos en fin de proscribir todas nuestras
facultades intelectuales que tan repetidamente se han alzado contra la
religion, la moral y la justicia. ¡ Qué serie de consecuencias á cual mas
absurdas podrian deducirse de un principio tan extravagante ! Quo
quidem modo, dice Q-uintiliano: nec duces erunt nec magis—
tratos, nec medicina, nec ipsa denique sapientia; nam et dux Flaminius,
et Grachi, Saturnini Glaucice magistratus ; et in nzedicinis
venena, et in jis qui philosophorum noinini mala utuntur, , gravissima
non nunquam flagiticc deprehensa sunt (1). »
El señor de la Harpe, critico tan juicioso como ilustrado, dice con
mucha razon, tratando de propósito esta materia en su curso de lite-
Inst. Orat. I,. 2. C. 17 n. I.