Elementos de elocuencia forense / Pedro Sainz de Andino
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<strong>de</strong> lo natural y habitual que es á todo hombre acompañar sus palabras con<br />
acciones y con gestos, particularmente cuando el ánimo está enar<strong>de</strong>cido.<br />
Por lo tanto no estraño que los oradores antiguos fuesen tau nimios y<br />
tan escrupulosos en las reglas que dieron sobre el gesto. Quintiliano ocupa<br />
todo el capítulo tercero <strong>de</strong>l libro onceno <strong>de</strong> sus instituciones oratorias<br />
en <strong>de</strong>tallar prolijamente las funciones que correspon<strong>de</strong> <strong>de</strong>sempeñar á cada<br />
miembro <strong>de</strong> nuestro cuerpo y á cada faccion <strong>de</strong> nuestra fisonomía en la<br />
accion oratoria, esplicando muy menudamente la direccion que conviene<br />
dar al movimiento <strong>de</strong> cada una <strong>de</strong> ellas, mostrándose tan minucioso en<br />
sus preceptos, que llega hasta recomendar á los candidatos <strong>de</strong>l foro romano<br />
que se abstuviesen <strong>de</strong> mor<strong>de</strong>rse los labios, tocarse las narices , introducir<br />
los <strong>de</strong>dos en ellas, y otras reglas <strong>de</strong>l mismo jaez, mas propias <strong>de</strong><br />
un manual <strong>de</strong> urbanidad, que <strong>de</strong> un tratado <strong>de</strong> <strong>elocuencia</strong>,<br />
No me ocuparé yo en estos pormenores , pero sí me parece que no estará<br />
<strong>de</strong>mas dar alguna noticia sobre el gesto en general , y los diferentes<br />
movimientos <strong>de</strong> que se compone , advirtiendo ante todas cosas , que<br />
<strong>de</strong> todos los géneros oratorios ninguno prescribe tanta templanza y mo<strong>de</strong>racion<br />
en el gesto como el judicial por su gravedad y austeridad, <strong>de</strong> que<br />
participa hasta el trage <strong>de</strong> los oradores. Es menester no per<strong>de</strong>r <strong>de</strong> vista<br />
esta observacion; no sea que creyendo hermosear la recitacion , y dar<br />
pruebas <strong>de</strong> buen <strong>de</strong>clamador, cayese algun letrado jóven en la impru<strong>de</strong>ncia<br />
<strong>de</strong> asimilar la accion oratoria á la teatral, no obstante la gran distancia<br />
que separa la una <strong>de</strong> la otra.<br />
Un cómico <strong>de</strong>be revestirse <strong>de</strong> todas las pasiones <strong>de</strong> que se supone inflamado<br />
el personage que representa, y exagerar la espresion cuanto<br />
pueda para que la impresion sea mas viva en los espectadores. A<strong>de</strong>mas<br />
<strong>de</strong> esto, las escenas teatrales representan comunmente situaciones estraordinarias<br />
y romancescas, hechos, bien heróicos y bien horrorosos, y<br />
rasgos sublimes y raros; y por el contrario, las discusiones judiciales versan<br />
sobre sucesos ordinarios y frecuentes en la vida humana ; y los abogados<br />
que solo hablan para instruir y persuadir, y para fundar el <strong>de</strong>recho<br />
que patrocinan en la justicia y en la ley, no pue<strong>de</strong>n servirse <strong>de</strong> exageraciones,<br />
ni otra especie <strong>de</strong> adornos que no digan bien con la verdad y la<br />
razon, que son sus legítimas armas. Es cierto que su voz sustituye la <strong>de</strong> su<br />
cliente, que forzosamente <strong>de</strong>be ' estar apasionado por sus intereses; pero<br />
el letrado no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser una persona imparcial , que interviene en el<br />
juicio por disposicion <strong>de</strong> la ley; y un oficial <strong>de</strong> justicia instituido para contribuir<br />
á su recta administracion, bajo cuyo carácter, <strong>de</strong> que no <strong>de</strong>be ja-