Elementos de elocuencia forense / Pedro Sainz de Andino
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«No me <strong>de</strong>tendré, dice Blair, en combatir los escrúpulos <strong>de</strong> aquellos<br />
que suscitaron la cuestion <strong>de</strong> si conviene al candor y firmeza <strong>de</strong> un orador<br />
público dirigirse á las pasiones <strong>de</strong> sus oyentes. Esta es una cuestion<br />
<strong>de</strong> voz, que el sentido como <strong>de</strong>termina fácilmente. En investigaciones<br />
<strong>de</strong> pura verdad, en materias <strong>de</strong> mera instruccion y doctrinales no admite<br />
duda que nada tienen que ver las pasiones, y que es absurdo todo empeño<br />
en escitarlas. Do quiera que se trata solo <strong>de</strong> comunicar algunos conocimientos,<br />
se ha <strong>de</strong> hablar únicamente al entendimiento; porque solo por<br />
pruebas y razones pue<strong>de</strong> uno <strong>de</strong>jar á otro satisfecho <strong>de</strong> que es verda<strong>de</strong>ra,<br />
recta ó justa alguna cosa. Pero si se trata <strong>de</strong> persuadir, el caso es<br />
muy diferente. En todo cuanto pertenece á la práctica, no hay hombre<br />
que piense seriamente en persuadir á otro, que no se dirija mas ó menos<br />
á sus pasiones ; por la mon bien Obvia <strong>de</strong> que las pasiones son el gran<br />
principio <strong>de</strong> las acciones humanas. El hombre mas virtuoso, tratando <strong>de</strong><br />
las materias mas virtuosas, hará por tocar el corazon <strong>de</strong>l que le escucha;<br />
y no hará escrúpulo <strong>de</strong> escitar su indiguacion por la injusticia, ó su compasion<br />
por el infortunio; aunque una y otra sean pasiones.»<br />
Realmente aunque choque a primera vista que se cuenten los afectos<br />
<strong>de</strong>l corazon entre los medios propios para pedir y obtener justicia: á poco<br />
que se reflexione, se advertirá que en ello no hay repugnancia alguna;<br />
porque regularmente todo el que pi<strong>de</strong> \justicia, la pi<strong>de</strong> contra el interés,<br />
!la codicia, el orgullo, el ódio, la venganza y otras pasiones; y los que la<br />
han <strong>de</strong> hacer son hombres jueces, que por mas que se les quiera suponer<br />
insensibles, no <strong>de</strong>jarán <strong>de</strong> ser irritables, tales como la naturaleza<br />
los ha formado. ¿Qué cosa pues mas natural, que <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rnos con las<br />
mismas armas con que somos atacados, y que opongamos el aprobio al<br />
frau<strong>de</strong>, la indignacion á la impostura, y la compasion á la inclemencia?<br />
¿que pintemos el vicio y el crimen con todos los colores negros y odiosos<br />
que les son propios, y que aprovechemos los resortes <strong>de</strong> la sensibilidad<br />
para hacer mas amable la virtud, y dar mayor fuerza á la verdad?<br />
Plutarco <strong>de</strong>cia, que las pasiones suelen á las veces ser instrumentos<br />
útiles <strong>de</strong> la razon, y servir eficazmente á la virtud; que la ira mo<strong>de</strong>rada<br />
es el escalon <strong>de</strong>l valor, y el ódio á los malos la base <strong>de</strong> la justicia.<br />
Cuando la <strong>elocuencia</strong> se ayuda <strong>de</strong> las pasiones, no lo hace para fomentarlas,<br />
sino para que sirvan <strong>de</strong> apoyo á la justicia y la verdad, ut virtus<br />
placeat, ut virtus moveat, como dijo San Agustin, para hacer la guerra á<br />
las pasiones malas con las pasiones buenas. Las emociones que el orador<br />
busca en sus oyentes, para servirse <strong>de</strong> ellas como medios <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa,