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Adolfo Hitler - Mi Lucha

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Es posible que para muchos de nuestros actuales burocratizados dirigentes del gobierno, sea<br />

más tranquilizador laborar por el mantenimiento de un estado de cosas existente, que luchar por el<br />

advenimiento de uno nuevo. Más cómodo les parecerá siempre ver en el Estado un mecanismo<br />

destinado llanamente a conservarse a sí mismo y que, por ende, vela también por ellos, ya que su<br />

vida “pertenece al Estado”, como acostumbran a decir.<br />

En consecuencia, al luchar nosotros por una nueva concepción que responde plenamente al<br />

sentido primordial de las cosas, encontraremos muy pocos camaradas en el seno de una sociedad<br />

envejecida no sólo orgánicamente, sino también espiritualmente, por desgracia. Por excepción,<br />

quizá algunos ancianos con el corazón joven y la mente fresca todavía, vendrán de esos círculos<br />

hacia nosotros, pero jamás aquéllos que ven el objeto esencial de su vida en la conservación de un<br />

estado de cosas ya establecido.<br />

Es un hecho que, cuando en una nación, con una finalidad común, un determinado<br />

contingente de máximas energías se segrega definitivamente del conjunto inerte de la gran<br />

masa, esos elementos de selección llegarán a exaltarse a la categoría de dirigentes del resto.<br />

Las minorías hacen la historia del mundo, toda vez que ellas encarnan, en su minoría<br />

numérica, una mayoría de voluntad y de entereza.<br />

Por eso lo que hoy a muchos les parece una dificultad, es, en realidad, la premisa de nuestro<br />

triunfo. Justamente en la magnitud y en las dificultades de nuestro cometido radica la posibilidad de<br />

que sólo los más calificados elementos de lucha han de seguirnos en nuestro camino. Esta selección<br />

será la que garantice el éxito.<br />

*<br />

* *<br />

Todo cruzamiento de razas conduce fatalmente, tarde o temprano, a la extinción del<br />

producto híbrido mientras en el ambiente coexista, en alguna forma de unidad racial, el elemento<br />

cualitativamente superior representado en este cruzamiento. El peligro que amenaza al producto<br />

híbrido desaparece en el preciso momento de la bastardización del último elemento puro de raza<br />

superior.<br />

En esto se dunda el proceso de la regeneración natural que, aunque lentamente, contando<br />

con un núcleo de elementos de raza pura y siempre que haya cesado la bastardización, llega a<br />

absorver, poco a poco, los gérmenes del envenenamiento racial.<br />

Un estado de concepción racista, tendrá en primer lugar, el deber de librar al<br />

matrimonio del plano de una perpétua degradación racial y consagrarlo como la institución<br />

destinada a crear seres a la imagen del Señor y no monstruos, mitad hombre, mitad mono.<br />

Toda protesta contra esta tesis, fundándose en razones llamadas humanitarias, están en una<br />

abierta oposición con una época en la que, por un lado, se da a cualquier degenerado la posibilidad<br />

de multiplicarse, lo cual supone imponer a sus descendientes y a los contemporáneos de éstos<br />

indecibles penalidades, en tanto que, por el otro, se ofrece en droguerías y hasta en puestos de venta<br />

ambulante, los medios destinados a evitar la concepción en la mujer, aún tratándose de padres<br />

completamente sanos. En el Estado actual de “orden y tranquilidad”, es pues un crimen ante los ojos<br />

de las famosas personalidades nacional-burguesas el tratar de anular la capacidad de procreación de<br />

los sifilíticos, tuberculosos, tarados atávicos, defectuosos y cretinos; inversamente, nada tiene para<br />

ellos de malo ni afecta a las “buenas costumbres” de dicha sociedad, constituida de puras<br />

apariencias y miope por inercia, el hecho de que millones de los más sanos restrinjan prácticamente<br />

la natalidad.

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