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Adolfo Hitler - Mi Lucha

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Ya en los años 1920-1921, cuando el joven movimiento nacionalsocialista comenzaba a<br />

perfilarse lentamente en el horizonte político, y cuando acá y acullá se le saludaba ya como el<br />

movimiento libertario de la nación alemana, se intentó, desde diferentes sectores, establecer una<br />

cierta conexión entre éste y las corrientes libertarias de otros países. Esto respondía a la orientación<br />

de la “liga de naciones oprimidas”, propagada por muchos. Se trataba ante todo, de representantes<br />

de algunos Estados balcánicos y luego el Egipto y la India, que a mí me dieron siempre la impresión<br />

de charlatanes pretenciosos, huérfanos de toda base real. Y no pocos fueron los alemanes,<br />

particularmente en los círculos nacionalistas, que se dejaron seducir por semejantes fatuos<br />

orientales ya que creían ver, sin más ni más, en cualquier simple estudiante hindú o egipcio, un<br />

“representante” de la India o de Egipto. Jamás pudieron comprender esas gentes que se trataba en la<br />

mayoría de los casos de individuos sin solvencia y, sobre todo, no autorizados por nadie para<br />

celebrar ningún acuerdo con persona alguna, de modo que el resultado práctico de mantener<br />

relaciones con tales sujetos, no podía ser más que nulo.<br />

Era ya de suyo grave, que la política aliancista del Reich en la época de la anteguerra,<br />

hubiese acabado –debido a la falta de un propósito propio de acción ofensiva- por constituir una<br />

“sociedad defensiva” con Estados veteranos ha tiempo relegados por la historia mundial. Tanto la<br />

alianza con Austria, como la pactada con Turquía, tenían muy poco de satisfactorio. <strong>Mi</strong>entras las<br />

más grandes potencias militares e industriales del orbe se asociaban en torno a un plan activo de<br />

agresión, nosotros nos empeñábamos en reunir unos cuantos Estados viejos y ya impotentes, para<br />

tratar de afrontar con aquellas ruinas, la acción de la coalición mundial. Alemania pagó muy caro el<br />

error de su política exterior; sin embargo, esta experiencia no parece haber sido lo suficientemente<br />

amarga para prevenir que nuestros eternos ilusionistas caigan en el error de siempre. Ya se trate de<br />

una liga de pueblos oprimidos, de una sociedad de naciones o de cualquiera otra nueva quimérica<br />

intervención, siempre se hallarán a pesar de todo, miles de espíritus crédulos.<br />

Conservo fresco el recuerdo de las expectativas pueriles y no menos incomprensibles que<br />

surgieron, bruscamente en los círculos nacionalracistas allá por los años 1920-1921; decíase que<br />

Inglaterra hallábase en la India al borde de la catástrofe. Unos cuantos titiriteros asiáticos o, si se<br />

quiere, también, verdaderos “campeones de la libertad” hindú, que por entonces pululaban en<br />

Europa, habían logrado convencer incluso a gente sensata de la absurda idea de que el imperio<br />

británico estaba efectivamente frente a la ruina inminente en la India, que es el gozne –por decirlo<br />

así- de su poderío colonial.<br />

Es realmente infantil suponer que en Inglaterra no se hubiese sabido apreciar en su justo<br />

valor la significación que tiene la India para la unión británica mundial. Y sólo demuestra no haber<br />

aprendido nada de las enseñanzas de la guerra, ni menos llegado a comprender y reconocer la<br />

entereza anglosajona, el imaginar que Inglaterra pudiese resignarse a perder la India sin antes<br />

arriesgarlo todo. Por otra parte, constituye una prueba de la completa ignorancia que manifiesta el<br />

alemán respecto a la manera cómo el inglés sabe penetrar y administrar ese enorme dominio.<br />

Inglaterra perdería la India, sólo cuando en su mecanismo administrativo resultase ella<br />

misma víctima de un proceso de descomposición racial (eventualidad que para la India queda<br />

por el momento fuera de toda discusión) o bien si fuese vencida por un enemigo poderoso.<br />

Pero los agitadores hindúes no lo conseguirán jamás. ¡Por propia experiencia sabemos nosotros<br />

hasta la saciedad, cuán difícil es llegar a reducir a Inglaterra! Aun prescindiendo de esto, yo como<br />

germano preferiré siempre, a pesar de todo, ver la India bajo la dominación inglesa que bajo otra<br />

cualquiera.<br />

No menos insignificantes son las esperanzas cifradas en el mitológico levantamiento del<br />

Egipto contra Inglaterra.<br />

Como nacionalista que aprecia el valor humano conforme a principios raciales y sabe de la<br />

inferioridad de esas llamadas “naciones oprimidas”, no puedo, desde luego, identificar la suerte de<br />

mi pueblo con la de esos países.

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