Adolfo Hitler - Mi Lucha
- No tags were found...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Pero más grave que todo esto eran otros efectos que la preponderancia económica de la<br />
nación había traído consigo.<br />
En razón directa al hecho de que la economía había llegado a convertirse en el árbitro del<br />
Estado, el factor dinero era el dios a quien todo el mundo tenía que servir doblegándose. Había<br />
empezado una terrible desmoralización, terrible porque precisamente se presentó en una época en la<br />
cual la nación necesitaba más que nunca de un espíritu heroico para afrontar la hora crítica que<br />
parecía avecinarse. Alemania debía estar dispuesta a defender un día con la espada, la tentativa que<br />
hacía de asegurar a su pueblo el pan cotidiano por medio de una “pacífica actividad económica”.<br />
La hegemonía del dinero estaba sensiblemente sancionada por aquella autoridad que era la<br />
más llamada a oponerse a ello: S.M. el Kaiser actuó infortunadamente al inducir en especial a la<br />
nobleza a que formase parte del círculo de los nuevos capitalistas. Ciertamente que en disculpa suya<br />
debe reconocerse que lamentablemente Bismarck mismo no se percató del peligro que existía en ese<br />
sentido. Pero era un hecho que, con esto, el espíritu idealista fue prácticamente supeditado al poder<br />
del dinero y era claro también que las cosas una vez así encaminadas deberían en poco tiempo<br />
anteponer la nobleza de la finanza a la nobleza de la sangre.<br />
*<br />
* *<br />
La internacionalización de la economía alemana había sido iniciada ya antes de la guerra<br />
mediante el sistema de las sociedades por acciones. Menos mal que una parte de la industria<br />
alemana trató a todo trance de librarse de correr igual suerte; pero al fin tuvo que ceder también ante<br />
el ataque concentrado del capitalismo avariento que contaba con la ayuda de su más fiel asociado: el<br />
movimiento marxista.<br />
La persistente guerra que se hacía a la industria siderúrgica de Alemania marcó el comienzo<br />
real de la internacionalización de la economía alemana tan anhelada por el marxismo que pudo<br />
colmarse con el triunfo marxista en la revolución de noviembre de 1918. Justamente ahora que<br />
escribo estas páginas, es también cosa lograda el ataque general dirigido contra la empresa de los<br />
Ferrocarriles del Reich que pasa a manos de la finanza internacional. Con esto ha alcanzado la<br />
socialdemocracia “internacional” otro de sus importantes objetivos.<br />
El extremo a que había llegado esa “economización” de la nación alemana, lo evidencia a<br />
todas luces el hecho de que pasada la guerra, uno de los dirigentes más caracterizados de la<br />
industria y del comercio alemanes declaró que únicamente la economía como tal, sería capaz de<br />
restablecer la posición de Alemania. Esta opinión emitida ante todo el mundo por un Stinnes<br />
ocasionó la más increíble confusión, porque con asombrosa rapidez fue tomada como lema por<br />
todos los improvisados y charlatanes “hombres de Estado” que el destino había lanzado sobre<br />
Alemania desde el estallido de la revolución.<br />
*<br />
* *<br />
La educación alemana de la ante-guerra adolecía de muchos defectos. Tenía una orientación<br />
particularista concretada al aprendizaje puramente “teórico”, dándole una importancia menor a la<br />
“práctica”. Aún menos valor se le adjudicaba a la formación del carácter del individuo y mucho<br />
menos todavía a la tarea de fomentar el sentimiento de la satisfacción en la responsabilidad;<br />
finalmente, era nula la importancia dada a la educación de la voluntad y del espíritu de decisión.<br />
Los frutos de este sistema educacional no representaban realmente mentalidades fuertes, sino más<br />
bien dóciles “eruditos”, como por lo general se nos consideraba a los alemanes antes de la guerra<br />
juzgándosenos según ese criterio. Al alemán se le quería porque era elemento utilizable, en cambio<br />
se le respetaba poco, debido justamente a que no poseía la suficiente entereza de carácter. No sin