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Adolfo Hitler - Mi Lucha

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CAPÍTULO TERCERO<br />

Reflexiones políticas de la época de mi permanencia en<br />

Viena<br />

Tengo la evidencia de que en general el hombre, excepción hecha de casos singulares de<br />

talento, no debe actuar en política antes de los 30 años, porque hasta esa edad se está formando en<br />

su mentalidad una plataforma desde la cual podrá él analizar los diversos problemas políticos y<br />

definir su posición frente a ellos. Sólo entonces, después de haber adquirido una concepción<br />

ideológica fundamental y con ella logrado afianzar su propio modo de pensar acerca de los<br />

diferentes problemas de la vida diaria, debe o puede el hombre, conformado por lo menos así<br />

espiritualmente, participar en la dirección política de la colectividad en que vive.<br />

De otro modo corre el peligro de tener que cambiar un día de opinión en cuestiones<br />

fundamentales o de quedar – en contra de su propia convicción- estratificado en un criterio ya<br />

relegado por la razón y el entendimiento. El primer caso resulta muy penoso para él personalmente,<br />

pues, si él mismo vacila no puede ya esperar le pertenezca en igual medida que antes la fe de sus<br />

adeptos, para quienes la claudicación del Führer 3 , significa desconcierto y no pocas veces les<br />

provoca el sentimiento de una cierta vergüenza frente a sus adversarios políticos. En el segundo<br />

caso ocurre aquello que hoy se observa con mucha frecuencia: En la misma escala en que el Führer<br />

perdió la convicción sobre lo que sostenía, su dialéctica se hace hueca y superficial, en tanto que se<br />

deprava en la elección de sus métodos. <strong>Mi</strong>entras él personalmente no piensa ya arriesgarse en serio<br />

en defensa de sus revelaciones políticas (no se inmola la vida por una causa que uno mismo no<br />

profesa) las exigencias que les impone a sus correligionarios se hacen sin embargo cada vez<br />

mayores y más desvergonzadas, hasta el punto de acabar por sacrificar el último resto del carácter<br />

que inviste al Führer y descender así a la condición del “político”, es decir, a aquella categoría de<br />

hombres cuya única convicción es su falta de convicción, aparejada a una arrogante insolencia y un<br />

arte refinadísimo para el mentir. Si para desgracia de la humanidad honrada tal sujeto llega a<br />

ingresar en el Parlamento, entonces hay que tener por descontado el hecho de que la política para él<br />

se reduce ya sólo a una “heroica lucha” por la posesión perpétua de este “biberón” de su propia vida<br />

y de la de su familia. Y cuanto más pendientes estén de ese biberón la mujer y los hijos, más<br />

tenazmente luchará el marido por sostener su mandato parlamentario. Toda persona de instinto<br />

político es para él, por ese solo hecho, un enemigo personal; en cada nuevo movimiento cree ver el<br />

comienzo posible de su ruina; en todo hombre de prestigio otro amenazante peligro.<br />

He de ocuparme detenidamente de esta clase de sabandijas parlamentarias.<br />

También el hombre que haya llegado a los 30 años tendrá aún mucho que aprender en el<br />

curso de su vida, pero esto únicamente a manera de una complementación dentro del marco ya<br />

determinado por la concepción ideológica adoptada en principio. Los nuevos conocimientos que<br />

adquiera no significarán una innovación de lo ya aprendido, sino más bien un proceso de<br />

acrecentamiento de su saber, de tal modo que sus adeptos jamás tendrán la decepcionante impresión<br />

de haber sido mal orientados; por el contrario, el visible desarrollo de la personalidad del Führer<br />

provocará en ellos complacencia, en la convicción de que el perfeccionamiento de éste refluye a<br />

favor de la propia doctrina. Ante sus ojos esto constituye una prueba de la certeza del criterio hasta<br />

aquel momento sostenido.<br />

Un Führer que se vea obligado a abandonar la plataforma de su ideología general por<br />

haberse dado cuenta de que esta era falsa, obrará honradamente sólo, cuando reconociendo lo<br />

erróneo de su criterio, se halle dispuesto a asumir todas las consecuencias. En tal caso deberá por lo<br />

3 Jefe, caudillo, conductor, leader.

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