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Adolfo Hitler - Mi Lucha

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Sin embargo es al ejército a quien corresponde el rol de factor cualitativo por excelencia en<br />

la época en que la desmoralización se iniciaba y comenzaba a cundir en el organismo nacional. Lo<br />

que el pueblo alemán le debe al ejército se resume en una sola palabra: todo.<br />

El ejército inculcó el sentimiento de la responsabilidad absoluta y fomentó también el<br />

espíritu de decisión.<br />

Contrariamente a lo que ocurría en la vida corriente, saturada de codicia y de materialismo,<br />

el ejército educó al pueblo hacia el ideal y hacia la devoción por la patria y por su grandeza. El<br />

ejército fue una escuela de educación del pueblo, unido frente a la división de clases y quizá su<br />

único defecto fue el de haber instituido el sistema del servicio voluntario de un año; defecto<br />

decimos, porque debido a ese sistema se dañaba el principio de la igualdad absoluta, colocando al<br />

individuo de mayor preparación intelectual fuera del marco común, lo contrario de lo cual es lo que<br />

precisamente habría sido lo provechoso. Ante la carencia del sentido real de la vida que dominaba<br />

en nuestras clases elevadas y su alejamiento de su mismo pueblo, habría sido el ejército<br />

precisamente el único capaz de influir benéficamente, evitando, por lo menos dentro de sus filas,<br />

todo aislamiento de la clase llamada intelectual.<br />

Al ejército del antiguo Imperio hay que reconocerle como su más alto mérito el que en una<br />

época en que predominaba el criterio de la “mayoría general de cabezas”, supo imponer cabezas<br />

sobre la mayoría. Frente al principio judío-demócrata de la ciega idolatría por el número, el ejército<br />

matuvo inconmovible el principio de la fe en la personalidad. De este modo formó eso que tanta<br />

falta hace en los tiempos actuales: hombres. Al fango de un apoltronamiento y afeminamiento<br />

generales regresaban anualmente de las filas del ejército 350.000 jóvenes pletóricos de energías,<br />

que en un período de instrucción militar de dos años habían adquirido una acerada constitución<br />

física. El joven que durante ese tiempo había practicado la obediencia podía entonces aprender a<br />

mandar. Ya en el ademán se reconocía al hombre que había sido soldado.<br />

Esa fue la alta escuela de la nación alemana y no en vano se concentraba sobre ella el odio<br />

mortal de aquellos que, por envidia y ambición, anhelaban y necesitaban para sus fines, la<br />

impotencia del Reich y la ausencia de la capacidad defensiva de sus ciudadanos.<br />

Junto a la forma constitutiva del Estado y a la ponderada calidad del ejército, la<br />

incomparable organización administrativa del antiguo Reich integraba el conjunto de las tres<br />

instituciones ejemplares del Imperio.<br />

Alemania era el país mejor organizado y mejor administrado del mundo. Al funcionario<br />

alemán podía tachársele fácilmente de rutinarismo burocrático, más, no por eso en los demás países<br />

las circunstancias eran diferentes; por el contrario, eran quizá peores. Lo que esos Estados no<br />

poseían era la admirable estabilidad del mecanismo administrativo y la incorruptible honradez y<br />

lealtad de los funcionarios con que contaba el Reich.<br />

Sobre su constitución estatal, su ejército y su organización administrativa descansaba la<br />

fuerza y el poderío admirables del antiguo Imperio.<br />

Si se considera que frente a las deficiencias que existieron en Alemania antes de la guerra,<br />

habían también poderosos aspectos favorables, llegaremos a la conclusión de que la causa inicial<br />

del desastre de 1918 debe buscarse en otro terreno diferente, y en efecto este es el caso.<br />

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