Adolfo Hitler - Mi Lucha
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y por su parte, los traficantes internacionales, podían gracias a los dineros del fisco, servir su<br />
objetivo supremo, es decir, destruir la economía nacional y esta vez a expensas del mismo Estado.<br />
¡Fue una idea genial querer salvar una nación por medio de una huelga pagada!<br />
Si el señor Cuno, en lugar de incitar a una huelga general, subvencionada por el<br />
gobierno para formar un frente unitario, hubiese exigido de cada uno de los alemanes dos<br />
horas más de trabajo diario, el fraude que significaba ese famoso “frente unitario”, habría<br />
acabado al tercer día. ¡No se libertan los pueblos por la inacción, sino mediante sacrificios!<br />
Ciertamente que esta llamada “resistencia pasiva” no debió durar largo tiempo, pues, sólo un<br />
hombre totalmente ignorante en materia de guerra podía imaginarse que valiéndose de recursos<br />
infantiles, fuese factible desalojar un ejército de ocupación. Y la desocupación del ruhr habría sido<br />
lo único capaz de justificar un procedimiento cuyo coste llegó a los millares y que contribuyó<br />
capitalmente a la total destrucción de la moneda nacional.<br />
Era natural que los franceses pudiesen instalarse cómodamente y con cierto sosiego al ver<br />
que la resistencia alemana se servía de tales medios. Sabían que tan pronto como esta resistencia<br />
pasiva en el Ruhr, se hiciese realmente peligrosa para Francia, las tropas de ocupación pondrían con<br />
admirable facilidad y en menos de ocho días, un fin sangriento a todo aquel juego infantil.<br />
La formación del frente unitario, fue un hecho clásico, que nos obligó a los<br />
nacionalsocialistas, a oponernos tenazmente contra semejante propósito llamado nacional. En<br />
aquellos meses fui atacado con frecuencia por elementos cuyo sentimiento nacional no era más que<br />
una mezcla de estulticia y apariencia. Eran gentes que vociferaban con los demás sólo porque tenían<br />
la ocasión de poder revelar su “patriotismo”, sin peligro alguno. Yo consideré aquel mísero frente<br />
unitario como una de las más risibles manifestaciones políticas, y la historia se encargó de darme la<br />
razón.<br />
En el momento en que las organizaciones sindicalistas habían llenado su caja con los dineros<br />
procedentes del gobierno de Cuno, y cuando la resistencia pasiva que, hasta entonces, se había<br />
apoyado en la huelga, debió pasar a la acción activa, las hienas marxistas escaparon repentinamente<br />
del hato nacional de borregos que siempre fueron. Por su parte, el señor Cuno retornó<br />
tranquilamente a sus actividades navieras, en tanto que Alemania registraba en sus anales una<br />
amarga experiencia más y una gran esperanza menos.<br />
Cuando al producirse el vergonzoso fracaso del Ruhr, después del sacrificio de millares, en<br />
bienes materiales, y de la vida de miles de jóvenes alemanes que tuvieron la ingenuidad de dar<br />
crédito a los dirigentes del Reich, se capitulara en forma tan depresiva para Alemania, estalló<br />
vibrante la indignación del país contra semejante traición hecha a nuestro desgraciado pueblo. En<br />
millones de cerebros surgió entonces con claridad meridiana el convencimiento de que sólo una<br />
transformación radical de todo el sistema político imperante, sería capaz de salvar Alemania.<br />
Aquel Estado que conculcó todos los preceptos de lealtad y fe, que escarneció los derechos<br />
de sus ciudadanos, que defraudó los sacrificios de millones de sus más fieles hijos y que,<br />
finalmente, despojó también hasta del último céntimo a otros millones, no podía merecer otra cosa<br />
que el odio de sus súbditos. Y este sentimiento de odio contra los corruptores del pueblo y de la<br />
patria, estallará un día de todos modos. Aquí debo repetir la frase final de mi última declaración<br />
hecha ante los tribunales de Leipzig en el gran proceso de la primavera de 1924 17 :<br />
“Los jueces de este Estado pueden condenarnos tranquilamente por nuestras acciones; más,<br />
la Historia que es encarnación de una verdad superior y de un mejor derecho, romperá un día<br />
sonriente esta sentencia, para absolvernos a todos nosotros de culpa y pecado”<br />
17 Proceso por el levantamiento nacionalsocialista del 8 de noviembre de 1923, en Munich.