Adolfo Hitler - Mi Lucha
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SEGUNDA PARTE<br />
CAPÍTULO NOVENO<br />
Ideas básicas sobre el objetivo y la organización de las<br />
S.A.<br />
La revolución de 1918 en Alemania, abolió la forma monárquica de gobierno, disoció el<br />
ejército y la administración pública y quedó librada a la corrupción política. Con esto se destruyeron<br />
también los fundamentos de lo que se denomina la autoridad del Estado, la cual reposa casi siempre,<br />
sobre tres elementos que, esencialmente, son la base de toda autoridad.<br />
El primer fundamento inherente a la noción de autoridad es siempre la popularidad.<br />
Pero una autoridad que sólo descansa sobre este fundamento es en extremo débil, inestable y<br />
vacilante. De ahí que todo representante de una autoridad cimentada exclusivamente en la<br />
popularidad; tenga que esforzarse por mejorar y asegurar la base de esta autoridad mediante la<br />
formación del poder.<br />
En el poder, esto es, en la fuerza, vemos representado el segundo fundamento de toda<br />
autoridad; desde luego, un fundamento mucho más estable y seguro, pero siempre más eficaz,<br />
que la popularidad.<br />
Reunidas la popularidad y la fuerza, pueden subsistir un determinado tiempo y con<br />
esto, se crea el factor tradición que es el tercer fundamento que consolida la autoridad. Sólo<br />
cuando se aunan los tres factores; popularidad, fuerza y tradición, puede una autoridad<br />
considerarse inconmovible.<br />
*<br />
* *<br />
Si bien es cierto que la revolución logró demoler, con su impetuoso golpe, el edificio del<br />
antiguo Estado, no es menos cierto que esto se debió, en último análisis, a la circunstancia de que el<br />
equilibrio normal, dentro de la estructura de nuestro pueblo, se hallaba ya destruido por la guerra.<br />
Cada pueblo, en su conjunto, consta de tres grandes categorías: por una parte, un grupo<br />
extremo formado por el mejor elemento humano, en el sentido de la virtud y que se caracteriza por<br />
su valor y su espíritu de sacrificio; en el extremo opuesto, la hez de la humanidad, mala en el<br />
sentido de ser el espécimen del egoísmo y el vicio. Entre ambos extremos, se sitúa la tercera<br />
categoría, que en la vasta capa media de la sociedad, en la cual no se refleja ni deslumbrante<br />
heroísmo, ni bajo instinto criminal.<br />
Los períodos de florecimiento de un pueblo se conciben únicamente gracias a la<br />
hegemonía absoluta del extremo positivo representado por los buenos elementos.<br />
Los períodos de desarrollo normal y regular, o lo que es lo mismo, de una situación<br />
estable, se caracterizan y subsisten mientras dominan los elementos de la categoría media, en<br />
tanto que los dos extremos se equilibran o se anulan recíprocamente.