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Adolfo Hitler - Mi Lucha

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¡Y es realmente un símbolo! No sólo porque mediante esos colores, ardientemente amados<br />

por nosotros y que tantas glorias conquistaron para el pueblo alemán, testimoniamos nuestro respeto<br />

al pasado, sino porque eran también la mejor encarnación de los propósitos del movimiento. Como<br />

socialistas nacionales, vemos en nuestra bandera nuestro programa. En el rojo, la idea social del<br />

movimiento; en el blanco la idea nacionalista y en la svástica la misión de luchar por la victoria del<br />

hombre ario y al mismo tiempo, por el triunfo de la idea del trabajo productivo, idea que es y será<br />

siempre antisemita.<br />

Dos años más tarde, cuando nuestra tropa de orden se había convertido en una “sección de<br />

asalto” (SA Sturm Abteilung) que abarcaba muchos miles de hombres, se hizo necesario darle a esta<br />

organización de lucha de la nueva concepción ideológica, un símbolo especial de la victoria: el<br />

estandarte.<br />

*<br />

* *<br />

Por entonces no existía, fuera de los partidos marxistas, ningún partido, especialmente de<br />

carácter nacional, que hubiese podido preciarse de organizar mítines populares tan imponentes<br />

como los nuestros. La sala de Münchener-Kindl-Keller en Munich, que puede dar cabida a cinco<br />

mil personas, estuvo más de una vez atestada hasta reventar; quedaba un solo local cuya enorme<br />

capacidad había hecho que no nos atreviéramos aun a tomarlo como lugar de reunión, en el Circo<br />

Krone.<br />

En los últimos días de enero de 1921, volvieron a presentarse graves incidencias para<br />

Alemania. La Convención de París, que obligaba al Reich a pagar la absurda suma de cien mil<br />

millones de marcos oro, debía ser puesta en vigencia en forma del ultimátum de Londres.<br />

Con este motivo, una cooperativa de las llamadas asociaciones nacionalistas, existente desde<br />

hacía largo tiempo en Munich, había querido organizar un mitin general de protesta. Entretanto,<br />

pasaron los días insensiblemente; los grandes partidos no habían tomado ni la menor nota del<br />

tremendo suceso y la cooperativa misma no pudo resolverse a fijar la fecha de la demostración<br />

proyectada.<br />

El martes, 10 de febrero de 1921, exigí urgentemente una definitiva decisión. Se me había<br />

pedido que esperara hasta el miércoles y ese día insistí en obtener de todos modos una clara<br />

información sobre si la asamblea tendría al fin lugar y cuándo. La respuesta fue nuevamente evasiva<br />

e imprecisa. Se decía que se tenía la “intención” de reunir la cooperativa para el miércoles siguiente.<br />

Ante semejante estado de cosas, se me había agotado la paciencia y acabé por organizar yo<br />

mismo el mitin de protesta. El miércoles al medio día, dicté a máquina, en diez minutos, el texto de<br />

la proclama y al mismo tiempo ordené alquilar para el día siguiente, jueves 3 de febrero, el local del<br />

Circo Krone.<br />

Por entonces, esto significaba exponerse a un enorme riesgo; no sólo porque era dudoso<br />

llegar a llenar tan enorme local, sino también porque se corría el peligro del sabotaje. Pero una sola<br />

cosa era segura: que el fracaso podía significar un retroceso de varios años para el desarrollo del<br />

movimiento.<br />

Para pegar las proclamas no disponíamos más que de un solo día, esto es, el jueves mismo.<br />

Por desgracia, llovía ya por la mañana y parecía fundado el temor de que en tales circunstancias,<br />

mucha gente prefería quedarse en casa a concurrir con lluvia y nieve a una asamblea donde<br />

posiblemente habría muertos y heridos.

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