Adolfo Hitler - Mi Lucha
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SEGUNDA PARTE<br />
CAPÍTULO CATORCE<br />
Orientación política hacia el este<br />
Dos razones me inducen analizar de modo especial las relaciones entre Alemania y Rusia:<br />
primeramente, por tratarse quizás de la cuestión más importante de toda la política exterior alemana,<br />
y en segundo lugar, por constituir la piedra de toque que d la medida de la capacidad política del<br />
pensar clarividente y del justo modo de obrar del joven movimiento nacionalsocialista.<br />
En términos generales haré todavía la consideración siguiente:<br />
La política exterior del Estado racista, tiene que asegurar a la raza que abarca ese<br />
Estado, los medios de subsistencia sobre este planeta, estableciendo una relación natural, vital<br />
y sana, entre la densidad y el aumento de la población, por un lado, y la extensión y la calidad<br />
del suelo en que se habita, por otro.<br />
Sólo un territorio suficientemente amplio, puede garantizar a un pueblo la libertad de<br />
su vida. Además, no hay que perder de vista que, a la significación que tiene el territorio de un<br />
Estado como fuente directa de subsistencia, se añade la importancia que debe reunir desde el<br />
punto de vista político-militar. Aún cuando un pueblo tenga asegurada la subsistencia gracias<br />
al suelo que posee, será necesario todavía, pensar en la manera de garantizar la seguridad de<br />
este suelo; seguridad, que reside en el poder político general de un Estado, el cual depende, a<br />
su vez, en gran parte, de la posición geográfico militar del país.<br />
Bajo tales circunstancias, sólo como potencia mundial, podrá el pueblo alemán defender su<br />
futuro. Casi por espacio de dos mil años, ha sido historia universal la defensa de los intereses de<br />
nuestro pueblo, que es como propiamente deberíamos llamar a nuestra actividad, más o menos<br />
acertada, de política exterior. Nosotros mismos hemos sido testigos de ello: pues la gigantesca<br />
conflagración de los pueblos, en los años de 1914 a 1918 –denominada la Guerra Mundial- no fue<br />
otra cosa que la lucha del pueblo alemán por su existencia sobre la tierra.<br />
El pueblo alemán entró en aquella lucha como una pseudo-potencia mundial y digo pseudo,<br />
porque, en realidad, no era una potencia. Si en 1914, hubiese sido otra en Alemania, la relación<br />
entre la superficie de su territorio y la densidad de su población, la nación alemana hubiese podido<br />
considerarse efectivamente como una potencia mundial y la guerra, prescindiendo de un sinnúmero<br />
de otros factores, hubiera podido concluir favorablemente.<br />
Alemania no es, en el presente, una potencia mundial. Aun cuando nuestra actual<br />
importancia militar, fuese superada un día, ya no tendríamos derecho a pretender tal título.<br />
Considerando la cuestión desde el punto de vista netamente territorial, el área de Alemania aparece<br />
insignificante en comparación con la de las llamadas potencias mundiales. No tomemos el caso de<br />
Inglaterra como prueba de lo contrario, pues el territorio de la metrópoli en Europa no es, a decir<br />
verdad, más que la gran capital del imperio británico mundial que abarca casi una cuarta parte de la<br />
superficie del globo.