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Adolfo Hitler - Mi Lucha

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SEGUNDA PARTE<br />

CAPÍTULO OCTAVO<br />

El fuerte es más fuerte cuanto está solo<br />

En el capítulo precedente, he mencionado la existencia de una cooperativa de asociaciones<br />

alemanas nacionalracistas. Ahora deseo ocuparme brevemente del problema.<br />

Por lo general se comprende bajo la denominación “cooperativa de trabajo” un grupo de<br />

asociaciones que, con el fin de facilitar su labor, se someten ente sí a recíprocas obligaciones,<br />

eligiendo un directorio común con más o menos facultades, para luego poder llevar a cabo una<br />

acción conjunta. De esto se infiere que ha de tratarse de sociedades, asociaciones o partidos cuyos<br />

propósitos y procedimientos no se diferencien demasiado los unos de los otros. Existe la difundida<br />

convicción de que una tal cooperativa alcanza un enorme incremento de fuerza de acción y que,<br />

automáticamente, transforma en una potencia a los grupos que la componen, por sí solos débiles y<br />

pequeños.<br />

Esta creencia es errónea en la mayoría de los casos.<br />

A mi modo de ver, es interesante y necesario para una comprensión mejor de la cuestión,<br />

dilucidar cómo se forman las sociedades, asociaciones, etc. Un hombre proclama una verdad,<br />

preconiza la solución de un determinado problema, expone una finalidad y crea por último un<br />

movimiento destinado a servir a su propósito. Así es cómo se funda una asociación o un partido<br />

que, de acuerdo con su respectivo programa, debe conducir a la supresión de anomalías existentes o<br />

a determinar un nuevo estado de cosas.<br />

Tan pronto como ha quedado iniciado, un movimiento de esta índole, entra prácticamente en<br />

posesión de un cierto derecho de prioridad.<br />

Sería natural y comprensible que todos aquellos que persiguen una misma finalidad, se<br />

incorporen a un tal movimiento reformándolo para, de esta manera, servir mejor a la idea común. El<br />

que esto no sea así, puede atribuirse a dos causas. La primera querría yo calificarla de casi trágica,<br />

en tanto que la segunda, tiene un fondo miserable y hay que buscarla en la flaqueza de la naturaleza<br />

humana.<br />

La causa trágica, reside en que cuando se trata del cumplimiento de un determinado<br />

cometido, los hombres no se concretan a reunirse en una agrupación única, a pesar de que por lo<br />

general en el mundo toda acción grandiosa marca la realización de un deseo ha tiempo latente en<br />

millones de corazones; un anhelo acariciado por muchos en silencio.<br />

Corresponde al carácter de los grandes problemas contemporáneos el que miles de<br />

individuos se empeñen en su solución y que muchos de ellos se consideren predestinados o bien que<br />

el destino mismo proponga varias soluciones a la prueba de selección, para hacer que a la postre, en<br />

el libre juego de fuerzas, se incline la victoria final a favor del más fuerte, esto es, del más apto y<br />

capaz de resolver el problema. Sin embargo, la persuasión de que justamente ese hombre es el<br />

predestinado exclusivo, suele la más de las veces llegar tarde a la conciencia de los demás.

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