Adolfo Hitler - Mi Lucha
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Toda acción de propaganda tiene que ser necesariamente popular y adaptar su nivel<br />
intelectual a la capacidad receptiva del más limitado de aquellos a los cuales está destinada. De ahí<br />
que su grado netamente intelectual deberá regularse tanto más hacia abajo, cuanto más grande sea el<br />
conjunto de la masa humana que ha de abarcarse. Mas cuando se trata de atraer hacia el radio de<br />
influencia de la propaganda a toda una nación, como exigen las circunstancias en el caso del<br />
sostenimiento de una guerra, nunca se podrá ser lo suficientemente prudente en lo que concierte a<br />
cuidar que las formas intelectuales de la propaganda sean, en lo posible, simples.<br />
La capacidad de asimilación de la gran masa es sumamente limitada y no menos pequeña su<br />
facultad de comprensión, en cambio es enorme su falta de memoria. Teniendo en cuenta estos<br />
antecedentes, toda propaganda eficaz debe concretarse sólo a muy pocos puntos y saberlos explotar<br />
como apotegmas hasta que el último hijo del pueblo pueda formarse una idea de aquello que se<br />
persigue. En el momento en que la propaganda sacrifique ese principio o quiera hacerse múltiple,<br />
quedará debilitada su eficacia por la sencilla razón de que la masa no es capaz de retener ni asimilar<br />
todo lo que se le ofrece. Y con esto sufre detrimento el éxito, para acabar a la larga por ser<br />
completamente nulo.<br />
Fue un error fundamental poner en ridículo al adversario, como lo hacía la propaganda de las<br />
hojas humorísticas de Austria y Alemania; error fundamental, porque el individuo al verse, cuando<br />
llegaba el momento, cara a cara con el enemigo, cambiaba por completo de convicción, lo cual por<br />
cierto debió traer muy graves consecuencias. Bajo la impresión inmediata de la resistencia que<br />
oponía el adversario, el soldado alemán se sintió defraudado por aquellos que hasta entonces habían<br />
ilustrado su criterio, y en lugar de experimentar una reacción de mayor espíritu combativo o por lo<br />
menos una consolidación del mismo, se produjo el fenómeno contrario; sobreviniendo un<br />
momentáneo desaliento.<br />
Opuestamente a esto, la propaganda de guerra de los ingleses y de los americanos era<br />
psicológicamente adecuada porque al pintar a los alemanes como a bárbaros, como si fuesen los<br />
hunos, predisponían a sus soldados a los horrores de la guerra y contribuían así a ahorrarles<br />
decepciones. El arma más temeraria que hubiese podido emplearse contra ellos no les debía<br />
entonces parecer más que una comprobación de lo ya oído, acrecentándose de este modo su fe en la<br />
rectitud de las apreciaciones de su gobierno y ahondando por otra parte su furor y su odio contra el<br />
enemigo maldito.<br />
Así fue como el soldado inglés jamás tuvo la impresión de haber sido falsamente informado<br />
desde su país, muy al contrario de lo que sensiblemente ocurría con el soldado alemán, que acabó<br />
por rechazar en general como “embustes” las informaciones que recibía desde retaguardia.<br />
La finalidad de la propaganda no consiste en compulsar los derechos de los demás, sino en<br />
subrayar con exclusividad el propio, que es el objeto de esa propaganda. Error capital fue el de<br />
discutir la cuestión de la culpabilidad de la guerra considerando que no sólo Alemania era la<br />
responsable del estallido de la catástrofe. Mejor se habría obrado imputando totalmente la culpa al<br />
enemigo, aún en el caso de que Alemania hubiese sido verdaderamente culpable lo cual, en<br />
realidad, no era cierto.<br />
La masa del pueblo es incapaz de distinguir dónde acaba la injusticia de los demás y dónde<br />
comienza la suya propia.<br />
La gran mayoría del pueblo es, por naturaleza y criterio, de índole tan femenina, que su<br />
modo de pensar y obrar se subordina más a la sensibilidad anímica que a la reflexión. Esa<br />
sensibilidad no es complicada, por el contrario es muy simple y rotunda. Para ella no existen<br />
muchas diferenciaciones, sino un extremo positivo y otro negativo: amor u odio, justicia o<br />
injusticia, verdad o mentira, pero jamás estados intermedios.