Adolfo Hitler - Mi Lucha
- No tags were found...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
He explicado cómo en la vida práctica de nuestro joven movimiento fue formándose<br />
paulatinamente una guardia para la protección de nuestros mítines, y cómo ésta adoptó poco a poco<br />
el carácter de una fuerza de orden, tendiendo, finalmente, a constituir toda una organización.<br />
El primer cometido de esta fuerza de orden era, pues, limitado. Al principio: consistía en la<br />
tarea de facilitar la realización de los mítines los cuales, no mediando esa fuerza, habrían sido<br />
saboteados sin dificultad por los adversarios. Ya en aquella época, estaba nuestra fuerza de orden<br />
entrenada, para la ciega ejecución del ataque, pero no porque se hubiera hecho un culto del “laqui” 12<br />
como se solía decir en ciertos necios círculos nacionalistas, sino, llanamente, porque aquella fuerza<br />
supo comprender que hasta el hombre más genial puede quedar anulado ante los golpes de este<br />
“laqui”, como en efecto no es raro en la historia el caso de eminentes cabezas que sucumbieron bajo<br />
el puño de ilotas minúsculos. Nuestra organización no trataba de imponer la violencia como<br />
finalidad sino que quería salvaguardar de la violencia a los predicadores de la finalidad ideal. Y al<br />
mismo tiempo, entendiendo que no estaba obligada a amparar a un Estado que no defendía a la<br />
nación; se encargó de proteger a esa nación contra los que amenazaban destruir el pueblo y el<br />
Estado.<br />
Como su nombre indica, la sección de asalto (S.A. Sturm-Abteilung) no representa más que<br />
una sección de nuestro movimiento, esto es, un eslabón, del mismo modo que la propaganda, la<br />
prensa, los institutos científicos, etc., no constituyen otra cosa que eslabones del partido.<br />
El pensamiento capital que privó en la organización de nuestra “sección de asalto” fue<br />
siempre, junto al propósito del entrenamiento físico, el hacer de ella una fuerza moral<br />
inquebrantable, hondamente compenetrada con el ideal nacionalsocialista y consolidada en grado<br />
máximo por su espíritu de disciplina. Nada debía tener de común con una organización aburguesada<br />
y menos aun con el carácter de una sociedad secreta.<br />
La causa de mi oposición tenaz, en aquellos tiempos, al intento de hacer que la “sección de<br />
asalto” de la NSDAP. se presentase a manera de una liga de defensa, tenía su razón de ser en lo<br />
siguiente:<br />
Desde un punto de vista puramente objetivo, no es posible realizar la educación militar de<br />
un pueblo mediante instituciones privadas, salvo que se cuente con enormes subvenciones del<br />
Estado. Pensar de otro modo supondría atribuirse a sí mismo demasiada capacidad. Desde luego,<br />
está fuera de discusión el hecho de que, a base de la llamada “disciplina voluntaria” se pueda crear,<br />
pasando de un cierto límite, organizaciones que tengan importancia militar. Aquí hace falta el<br />
instrumento esencial del mando, es decir, la sanción disciplinaria. Bien es cierto que en otoño de<br />
1918 o, más propiamente en la primavera de 1919, fue factible formar “cuerpos de voluntarios”, que<br />
tenían no sólo la ventaja de contar entre sus componentes una mayoría de excombatientes educados,<br />
por tanto, en la escuela del antiguo ejército, sino también la circunstancia de que las obligaciones<br />
impuestas al individuo, lo sometían incondicionalmente a la disciplina militar, por lo menos durante<br />
un tiempo limitado.<br />
Aun en la hipótesis de que, no obstante las dificultades puntualizadas, lograse una liga de<br />
defensa instruir militarmente, año por año, un cierto número de alemanes, esto es, en el orden<br />
moral, físico y técnico; el resultado, a pesar de todo, tendría que ser inevitablemente nulo en un<br />
Estado que, consecuente con su tendencia política, no deseara, e incluso detestase una tal<br />
militarización por estar en contradicción absoluta con el objetivo intimo que persiguen sus<br />
dirigentes que son al propio tiempo sus corruptores.<br />
Esta es la situación en el presente. ¿O es que acaso no pondría en ridículo al régimen de<br />
gobierno actual, querer dar sigilosamente instrucción militar a algunas decenas de miles de<br />
hombres, siendo ese mismo régimen el que pocos años antes abandonara ignominiosamente a ocho<br />
12 La fuerza bruta