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Adolfo Hitler - Mi Lucha

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Exactamente el mismo criterio tenemos que mantener con respecto a Rusia. La Rusia actual<br />

despojada de su clase dirigente de origen germano, no puede –aparte de lo que en sí persiguen sus<br />

nuevos soberanos- servir jamás de aliado en la lucha libertaria del pueblo alemán. Desde el punto<br />

de vista militar serían realmente catastróficas las circunstancias, en el caso de una guerra de<br />

Alemania y Rusia, coaligadas contra la Europa occidental y, probablemente, contra todo el<br />

resto del mundo. La lucha se desarrollaría sobre territorio alemán sin que Alemania recibiese<br />

de Rusia ni el más mínimo concurso eficaz. Además, en el caso de una tal guerra, Rusia tendría que<br />

arrollar previamente a Polonia para poder llevar el primer soldado ruso a un frente de batalla<br />

germánico. Pero, propiamente, no se trataría, en primer término, de recibir soldados del aliado ruso,<br />

sino ante todo, material bélico. El rol de Rusia sería totalmente nulo como factor técnico y habría de<br />

repetirse lo que pasó en la guerra mundial, en la que la industria alemana fue esquilmada para<br />

atender a nuestros gloriosos aliados, de modo que la guerra técnica tuvo que sostenerla Alemania<br />

casi sola. A la motorización general del mundo, que caracterizará la guerra del futuro en una medida<br />

asombrosa, casi nada podríamos oponer nosotros. Es un hecho que en este tan importante ramo,<br />

Alemania manifiesta un vergonzoso atraso y que de lo poco que posee, tendría que proveer todavía<br />

a Rusia, país que, hoy mismo, no cuenta con una fábrica propia capaz de producir un automóvil en<br />

forma.<br />

Fuera de todo esto, no debe olvidarse jamás que el judío internacional, soberano absoluto de<br />

la Rusia de hoy, no ve en Alemania un aliado posible, sino sólo un Estado predestinado a la misma<br />

suerte política.<br />

Alemania constituye para el bolchevismo el gran objetivo inmediato de su lucha. Se requiere<br />

todo el vigor de una idea nueva, encarnando una misión, para arrancar una vez más a nuestro pueblo<br />

de la estrangulación de esta serpiente internacional y poner atajo a la contaminación de nuestra<br />

sangre, a fin de que las energías de la nación, de este modo libertadas, puedan ser dedicadas a<br />

garantizar la seguridad de la patria alemana, previniendo hasta en el más lejano futuro, catástrofes<br />

como las últimas. Y si se persigue esta finalidad sería una locura aliarse con un Estado que tiene por<br />

soberano al enemigo mortal de nuestro porvenir.<br />

Confieso francamente, que ya en la época de la anteguerra, me habría parecido más<br />

conveniente que Alemania, renunciando a su insensata política colonial y, consiguientemente, al<br />

incremento de su flota mercante y de guerra, hubiese pactado con Inglaterra en contra de Rusia y<br />

pasado así de su trivial política cosmopolita, a una política europea resuelta, de tendencia territorial<br />

en el continente.<br />

No olvido la amenaza constante y provocativa que la Rusia paneslavista de entonces, osara<br />

hacer a Alemania; no olvido los frecuentes ensayos de movilización, cuyo objeto no era otro que<br />

provocarnos; tampoco puedo olvidar el estado de ánimo de la opinión pública rusa, que ya antes de<br />

la guerra, exageraba sus ataques llenos de odio contra nuestro pueblo y el Imperio, y menos aún<br />

puedo olvidar la actitud de la gran prensa que en Rusia, deliraba por Francia.<br />

Pero no obstante todo esto, habría existido antes de la guerra todavía una segunda<br />

posibilidad: la de tratar de apoyarse en Rusia para hacer frente a Inglaterra. Hoy son otras las<br />

circunstancias. El proceso de consolidación en el que al presente, se encuentran empeñadas las<br />

grandes potencias, es para nosotros el último toque de alarma instándonos a reaccionar, a fin de que<br />

nuestro pueblo vuelva del sueño a la dura realidad, y nos muestre el único camino del porvenir<br />

capaz de conducir el Reich a una época de nueva prosperidad.<br />

Si el movimiento nacionalsocialista, haciendo conciencia de la magnitud y de la importancia<br />

de esta misión, se desembaraza de ilusiones y deja prevalecer solamente la razón, es posible<br />

entonces que un día, la catástrofe de 1918 se convierta en una infinita bendición para el futuro de<br />

nuestro pueblo. Del desastre puede llegar la nación alemana a una orientación totalmente nueva de

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