Adolfo Hitler - Mi Lucha
- No tags were found...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
pertenencia y que, por otra parte, caracterizara el movimiento con una enseña como símbolo<br />
opuesto al emblema de la Internacional.<br />
Más de una vez tuve en mi juventud ocasión de darme cuenta y penetras instintivamente la<br />
enorme significación psicológica que entraña un tal símbolo. Después de la guerra, vi en Berlín un<br />
mitin marxista delante del palacio real. Un mar de banderas rojas, de brazaletes rojos y de flores<br />
rojas, daban a esta demostración, aproximadamente de ciento veinte mil personas, un aspecto<br />
exterior muy imponente, y yo mismo sentía y comprendía la facilidad con que el hombre del pueblo<br />
se deja dominar por la magia seductora de un espectáculo de tan grandiosa apariencia.<br />
La clase burguesa que, políticamente no tiene ni representa en verdad concepción ideológica<br />
alguna, carecía por consiguiente de un símbolo propio; constaba de “patriotas” y llevaba por<br />
doquier los colores del Reich de la postguerra 7 .<br />
La bandera negro-blanco-rojo del antiguo imperio fue nuevamente adoptada por los<br />
llamados partidos nacionalburgueses.<br />
No cabe duda de que el símbolo de una época que fue dominada por el marxismo en<br />
condiciones y circunstancias poco gloriosas, mal puede servir de emblema para destruir, en<br />
nombre de éste, ese mismo marxismo. Por sagrados y queridos que fuesen los antiguos colores<br />
para todo buen alemán que combatió bajo sus pliegues y vió el sacrificio de tantos, esos<br />
colores de belleza única y de factura lozana y fresca, no se prestaban para constituir el<br />
símbolo de una lucha del porvenir.<br />
Contrariamente a los políticos burgueses, siempre sostuve dentro de nuestro movimiento el<br />
punto de vista de que para la nación alemana significaba una verdadera suerte haber perdido la<br />
antigua bandera. Desde el fondo de nuestros corazones deberíamos dar gracias al destino de que<br />
haya querido preservar a nuestra gloriosa bandera de guerra de todos los tiempos, del oprobio de<br />
servir de sábana para la prostitución más vergonzosa.<br />
Nosotros, los nacionalsocialistas, no podemos ver en la antigua bandera del Reich un<br />
símbolo expresivo de nuestra propia actividad, pues, no aspiramos a hacer resucitar el Imperio que<br />
cayó víctima de sus propios defectos, sino más bien a erigir un nuevo Estado. El movimiento que,<br />
en este sentido, lucha ahora contra el marxismo, tenía desde entonces, que llevar en su bandera el<br />
símbolo del nuevo Estado.<br />
La cuestión de nuestra bandera, es decir, lo relacionado con su aspecto, nos preocupó por<br />
entonces muy intensamente. De todos lados recibíamos sugestiones bien intencionadas, pero<br />
carentes de valor práctico. Por mi parte me pronuncié por la conservación de los antiguos colores,<br />
no sólo porque, como soldado, son para mí lo más sagrado de la vida, sino también por su efecto<br />
estético ya que mejor que cualquier otra combinación armonizan con mi propio modo de sentir. Yo<br />
mismo, después de innumerables ensayos, logré precisar una forma definitiva: sobre un fondo rojo,<br />
un disco blanco y en el centro de éste, la cruz gamada en negro. Igualmente, después de largas<br />
experiencias, pude encontrar una relación apropiada entre la dimensión de la bandera y la del disco<br />
y entre la forma y tamaño de la swástica. Y así quedó.<br />
Inmediatamente se mandaron confeccionar brazaletes de a misma combinación para nuestras<br />
tropas de orden, esto es, un brazalete rojo sobre el cual aparece el disco blanco y la swástica negra.<br />
También la insignia del partido fue creada siguiendo las mismas directrices.<br />
En el verano de 1920 lucimos por primera vez nuestra bandera. Correspondía<br />
admirablemente a la índole de nuestro naciente movimiento: jóvenes y nuevos eran ambos.<br />
7 Negro, rojo y oro.